Los empresarios Pablo Carrasco y Gustavo Basso incursionaron, en 1999, en un negocio sobre el que no había precedentes en Uruguay. Ese año estrenaron la firma Conexión Ganadera, que se dedicaba a captar ahorro privado para comprar ganado y, a cambio, ofrecían una renta fija de al menos el 7%. El negocio creció año a año y los potenciales inversores tenían que estar en una lista de espera para poder invertir allí. Pero en 2024 el negocio quedó expuesto.
Otras firmas que ofrecían productos similares y que pagaban rentas fijas en un negocio variable comenzaron a caer y hubo un efecto corrida en el sector.
Las primeras en entrar en crisis fueron el Grupo Larrarte y luego República Ganadera. En medio de estas noticias, Basso murió en un accidente de tránsito. Todavía no se sabía que Conexión Ganadera también estaba con números rojos: tenía un pasivo de USD 230 millones.
Faltaba todavía más tiempo para saber que, en realidad, Basso se había suicidado: la Justicia comprobó que su muerte se dio tras chocar voluntariamente contra una maquinaria vial.
La caída de Conexión Ganadera fue la que tuvo un mayor impacto en la opinión pública uruguaya porque tiene más de 4.000 clientes que ahora buscan mecanismos para recuperar su inversión.
Hay varios procesos abiertos. Uno es en la Justicia Concursal, en la que se resuelve la liquidación de Conexión Ganadera y otras empresas relacionadas. Otra es en la Justicia penal. En este ámbito, la Fiscalía tiene previsto pedir la imputación de Carrasco, la viuda de Basso, Daniela Cabral, y la esposa de Carrasco, Ana Iewdiukow, informaron medios locales.
Esta semana fueron a declarar ante el fiscal de Lavado de Activos Enrique Rodríguez Carrasco, su esposa y la viuda de Basso, todos accionistas de la empresa.
Cabral lloró al recordar cómo fueron las horas posteriores a la muerte de su marido. La familia decidió hacer una misa de cuerpo presente para darle el último adiós. Al terminar la ceremonia, Carrasco y su esposa se acercaron pidiéndoles para tener una reunión: le contaron que había problemas con el balance de la empresa, según surge de los audios de su declaración ante el fiscal.
“No entendíamos qué era lo que nos estaban diciendo”, dijo Cabral entre llantos, en referencia a que les comentaron que había un “desfasaje” en la empresa y que decidieron consultar a un abogado penalista.
“No entendimos. Ahí empezó todo este lío de cosas. Hace seis meses que no tenemos vida. Que no sabemos ni donde estamos parados”, expresó Cabral.
En la Fiscalía, la mujer aseguró que desconocía la operativa de la empresa, pese a que ella había firmado documentos que la vinculaban. La viuda de Basso dijo que su esposo era una persona “reservada”, a quien nunca consultaba por sus decisiones.
La estrategia de Carrasco fue similar: dijo que confiaba en Basso y se desmarcó de las decisiones financieras que tomó la empresa.
“Soy otra persona después de la muerte de Basso. Estoy dolorido, desilusionado, triste y en shock”, expresó.
El empresario señaló que, cuando él pedía terneros, se cumplían sus pedidos y expresó que no había elementos que lo hicieran sospechar. Expresó que le resultaba “innecesario” tener que controlar a Basso. “Para mí era la persona con la que yo me había sacado la lotería. Era un referente”, dijo ante el fiscal.
Los dos directores de Conexión Ganadera tenían reuniones semestrales, en las que hablaban de planes a futuro. “El balance él me lo comentaba porque yo casi no sé leer un balance. No es mi know-how. Pero, en todo caso, encontraba cifras alentadoras de Conexión Ganadera”, relató.
Carrasco señaló que era tal la confianza que tenía en el negocio que le recomendó a su hijo que invirtiera sus primeros ahorros allí.