Una significativa reestructuración se concretó este miércoles en el Gobierno ucraniano. La Rada Suprema (Parlamento) aprobó la salida del primer ministro Denys Shmyhal, quien estuvo más de cinco años en el cargo, convirtiéndose en el jefe de Gobierno con mayor permanencia en la historia reciente del país. El presidente Volodímir Zelensky había anticipado la decisión días antes al proponer como sucesora a Yulia Svyrydenko, viceprimera ministra y figura central en la negociación de un reciente acuerdo de materias primas con Estados Unidos.
Svyrydenko, de 39 años, ha sido una pieza clave en el equipo económico de Zelensky, y su perfil se fortaleció tras liderar con éxito las conversaciones con representantes de la administración estadounidense. El acuerdo, firmado en abril en Washington, reforzó los vínculos estratégicos con la Casa Blanca en un momento crítico para Ucrania. En ese contexto, el mandatario ucraniano afirmó que el país necesita un Ejecutivo renovado para implementar los compromisos asumidos con sus aliados internacionales. También anunció que presentará un nuevo programa de Gobierno en los próximos días.
Sin embargo, el anuncio no estuvo exento de controversia. Representantes de la oposición advirtieron que el reemplazo podría violar el artículo 10 de la ley marcial, que prohíbe expresamente la revocación de poderes del Gobierno, el Parlamento y otros órganos estatales mientras esté en vigor el estado de excepción. “El Parlamento extendió recientemente la ley marcial, y ahora se podría violar ese artículo”, declaró Yaroslav Zhelezniak, diputado de la facción opositora Holos. A su juicio, antes de realizar cualquier nombramiento debería precisarse o reformularse la legislación vigente.
Además, Zelensky fue criticado por haber ofrecido públicamente el cargo a Svyrydenko antes de que el Parlamento emitiera una recomendación formal. Según el procedimiento legal, el presidente solo puede nominar un primer ministro después de recibir una propuesta de la coalición gobernante, lo que plantea dudas sobre la constitucionalidad del proceso. Sin embargo, el partido oficialista “Servidor del Pueblo” cuenta con mayoría parlamentaria, por lo que se anticipa una votación favorable.
Un ajuste más político que estructural
Varios analistas interpretan esta reorganización como un movimiento político más que como un giro real en las prioridades del Ejecutivo. Oleh Saakian, cofundador de la Plataforma Nacional para la Sostenibilidad y la Cohesión, dijo en una entrevista con Deutsche Welle que se trata de una “reorganización tardía” originalmente prevista para 2024. En su opinión, busca apaciguar tensiones internas y recuperar legitimidad pública tras episodios de descoordinación en sectores clave como defensa, infraestructura y política social. Saakian también advirtió sobre una “escasez estructural de personal cualificado y confiable”, lo que explica que las figuras reemplazadas no sean apartadas sino reubicadas.
Entre ellas, el propio Shmyhal podría convertirse en el próximo ministro de Defensa, una señal de continuidad más que de ruptura. Así lo planteó Petro Oleshchuk, politólogo de la Universidad Taras Shevchenko de Kyiv, quien afirmó en declaraciones al medio ucraniano The Ukrainian Weekly que “el traslado de Shmyhal a otro cargo dentro del Gobierno pretende demostrar que no hay disputas internas, sino simples ajustes de personal”.
Volodímir Fesenko, director del Centro Penta para Estudios Políticos, coincidió en que el cambio tiene más forma que fondo. En conversación con The Washington Post, explicó que las decisiones clave seguirán saliendo de la oficina presidencial, y que tanto Svyrydenko como el resto del gabinete “se limitarán a implementarlas”. Para Fesenko, la dimensión internacional también fue determinante: el nombramiento busca facilitar el diálogo con Estados Unidos, sobre todo si Donald Trump regresa al poder. “La dimensión americana jugó un rol”, dijo Fesenko, quien describió a Svyrydenko como “una funcionaria con fuerte perfil económico y buen manejo de relaciones exteriores”.
Zelensky delineó este martes las prioridades del nuevo gabinete. Entre ellas: aumentar la producción nacional de armamento del 40 % al 50 % en seis meses, revisar todos los contratos de defensa, avanzar en proyectos tecnológicos estratégicos y profundizar la desregulación económica. La oficina presidencial también confirmó el nombramiento de Herman Smetanin como nuevo jefe de Ukroboronprom, el conglomerado estatal de industria militar.
Aunque las reformas buscan proyectar estabilidad y eficiencia, varios expertos dudan de que estos ajustes mejoren significativamente la capacidad operativa del Gobierno. Saakian lo resumió como “una inyección de adrenalina para un equipo agotado”. La votación parlamentaria para ratificar a Svyrydenko está prevista para este jueves y se espera que sea aprobada sin mayores sobresaltos.
El mensaje político de Zelensky es claro: sostener un equipo leal, conservar el control estratégico del Ejecutivo y mostrar unidad en medio de una guerra que sigue sin un horizonte cercano de resolución. A nivel externo, se trata también de reforzar la confianza de los socios internacionales. La eficacia de estos movimientos, sin embargo, dependerá menos de su impacto simbólico que de los resultados que logren en el frente militar, la economía interna y la gestión pública.