Imagen de recurso de una señora en una vivienda. (Freepik)

La historia empezó en 2010, cuando Brigitte, una mujer francesa viuda que entonces tenía 68 años, tomó la decisión de organizar su herencia. Guiada por su notaria, optó por transferir la propiedad de su vivienda en Burdeos, valorada entonces en 600.000 euros, a sus tres hijos, reservándose el usufructo. Esto le permitía seguir viviendo en la casa o, si decidiese marcharse, percibir los alquileres. “Gracias a la deducción de 100.000 euros por hijo, sus tres herederos prácticamente no pagaron impuestos por la donación”, explica la notaria a Le Figaro. Parecía, por tanto, eso que se llama un ganar-ganar. Y todos contentos.

Sin embargo, la situación cambió diez años después, cuando Brigitte inició una relación sentimental con un hombre de su misma edad en Toulouse. Según detalla el medio francés, aunque ambos decidieron no vivir juntos y mantener su independencia, las prolongadas ausencias de la madre de la vivienda familiar generaron tensiones con los hijos. Estas diferencias culminaron en 2020, cuando los hermanos aprovecharon las largas estancias de Brigitte fuera de la casa para solicitar una “conversión forzosa del usufructo en capital”. Esta medida legal, según explica la notaria, “permite transformar el derecho de uso en una compensación económica en caso de ausencia prolongada o abandono del bien”.

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El asunto terminó en los tribunales. Y finalmente el juez falló a favor de los hijos, obligando a Brigitte a ceder su usufructo a cambio de una compensación económica. “A los 78 años, el usufructo representaba entonces el 30% del valor del bien. Tras descontar los gastos judiciales, recibió algo más de 150.000 euros”. Con esta suma, Brigitte adquirió un modesto apartamento de dos habitaciones en Toulouse, cerca de su pareja.

La notaria, que ahora dirige una plataforma de asesoramiento jurídico, lamentó esta situación a Le Figaro, diciendo que “la madre y sus hijos acabaron totalmente enfrentados por esta historia. Hoy en día, ella ya no ve a sus nietos”. Este tipo de conflictos, agregó, no son extraños en los despachos notariales: “En ellos, uno descubre muchas veces la verdadera naturaleza de las personas cuando entra en juego el dinero”.

“Una donación no es solo un acto de amor”

Además, la notaria comenta que el caso sirve como advertencia sobre la importancia de incluir cláusulas precisas en los documentos notariales para evitar malentendidos o decisiones legales adversas. La experta aseguró que habría sido recomendable añadir términos que prohibieran la venta de la nuda propiedad o que limitaran la conversión forzada del usufructo, respetando el marco legal estipulado en el Código Civil, aunque puntualizó que cualquier cláusula debe equilibrar los derechos esenciales de todas las partes involucradas.

Finalmente, el deterioro de la relación familiar condujo a la venta de la casa de Burdeos por parte de los hijos. Esta decisión consolidó la fractura entre la madre y los hijos, privando a Brigitte incluso del contacto con sus nietos. Como ha señalado la notaria: “Una donación no es solo un acto de amor, sino también un acto jurídico que debe tratarse con la importancia debida”.