En las redes sociales circulan numerosos videos conmovedores, pero pocos logran el nivel de impacto emocional y viralidad reciente del que protagonizó una mujer argentina de 100 años, quien, gracias a su nieto y a las posibilidades de la inteligencia artificial (IA), pudo “reencontrarse” con su esposo fallecido. El video fue publicado en TikTok por el usuario M4RTO (@marto.com.ar) y rápidamente cruzó las fronteras de la plataforma, generando una ola de reacciones en diferentes redes sociales.

La secuencia comienza con el nieto mostrando a su abuela una pantalla en la que aparece la imagen de su marido, José, quien falleció hace varias décadas. Mediante el uso de un software de IA, la imagen no solo se muestra fija, sino que cobra vida con movimientos sutiles, creando la sensación de un breve regreso al pasado. “¿Ese es José?”, pregunta la abuela apenas empieza el video, mientras observa atentamente la imagen animada por la tecnología. Su expresión mezcla sorpresa, nostalgia y un profundo cariño, dejando entrever lo especial e inesperado del momento.

A medida que el video avanza, las reacciones de la mujer adquieren una dimensión aún más entrañable. “Ay Dios mío”, exclama en voz baja, emocionada al contemplar el rostro de su esposo una vez más y apreciar los gestos que la inteligencia artificial logra recrear. La emoción crece y ella, con los ojos humedecidos, expresa tímidamente: “Tengo que dormir esta noche”, dando a entender lo abrumador que resulta revivir una conexión tan significativa gracias a una tecnología tan moderna.

El punto más alto del video llega cuando la mujer, ya con lágrimas en los ojos, mira la pantalla y le dice al retrato animado: “Te amo José”. Esa frase, breve pero cargada de historia, marca un hito emocional en la pieza audiovisual. Con voz entrecortada y gestos de ternura, la mujer le explica a su nieto: “Nos amábamos”, resumiendo en pocas palabras una vida llena de recuerdos y afecto. La emoción es tal que la mujer, superada por el trance, se cubre el rostro con las manos y le ruega a su nieto: “No me digas”, intentando asimilar la fuerza de la experiencia. Cuando el nieto le pregunta: “¿Hace cuánto no lo veías así?”, la respuesta resulta tan conmovedora como el resto de la escena: “Desde 1994”, revela, testimoniando el largo tiempo transcurrido desde la última vez que vio en movimiento el rostro de José.

El video rápidamente se volvió viral en las redes sociales (TikTok: @marto.com.ar)

El impacto generado por la publicación fue inmediato. El video superó los dos millones de reproducciones en solo dos días desde su lanzamiento, una cifra que denota la resonancia emocional conseguida a través de este encuentro digital. Los números no se detienen allí: más de 280 mil usuarios de TikTok manifestaron su aprobación con un “me gusta”, mientras que el video acumuló más de 4.500 comentarios en muy poco tiempo. La viralización trascendió la aplicación y logró que usuarios de otras redes lo compartieran y discutieran, multiplicando su alcance en la conversación social.

Los comentarios vertidos por el público son tan variados como emotivos. Destacan frases como: “Me mata de ternura cuando le dice ‘te amo’”, reflejando la profunda empatía que generó el momento. Otros usuarios expresaron su cariño por la abuela y la cercanía que sintieron al presenciar la escena: “La amo señora” o “Quiero que sea mi abuela” son algunos ejemplos de las respuestas afectuosas que coparon la sección de opiniones. En conjunto, estos mensajes no solo subrayan la ternura del reencuentro, sino también el asombro ante el potencial humano de la inteligencia artificial, capaz de acercar a las personas a sus seres queridos de maneras impensadas hasta hace pocos años.

El caso de la abuela y su nieto no solo demuestra el avance de la tecnología, sino también la dimensión humana y emotiva que pueden alcanzar las herramientas digitales cuando se utilizan con fines tan significativos y personales. La viralidad del video sirve como muestra de cómo la tecnología, en manos de las nuevas generaciones, puede ofrecer nuevas formas de honrar y mantener viva la memoria afectiva familiar.