La Plaza de la República es un punto clave de la ciudad, entre las avenidas 9 de Julio y Corrientes. Un lugar en donde se aglomeran turistas, tanto nacionales como extranjeros, para fotografiarse con el gran ícono porteño, el Obelisco. La vista exterior es, por el momento, la única forma generalizada de registrar el paseo, pero próximamente, el atractivo va a ser otro: una visión panorámica desde las cuatro ventanas en la cúpula del monumento, a 67,5 metros de altura.
Aunque todavía no hay una fecha exacta de apertura al público, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño, a cargo de Ignacio Baistrocchi, terminó la instalación de un mirador interno en el monumento, conformado por un ascensor y escaleras, a través de los que los visitantes podrán acceder a este nuevo espacio de forma rápida y segura. Es una idea que rondó en el gobierno desde que el arquitecto Alberto Prebisch lo construyó en 1936. Así lo confirmaría una misiva del entonces intendente de la ciudad, Mariano de Vedia y Mitre, dirigida al doctor Ramón Castillo: “Existe el propósito de dotarlo de un ascensor interno que permita el acceso del pueblo a la cúspide del monumento”.
Por el momento, se estima que, una vez habilitado, podrán subir hasta 120 personas por día. Y aunque no hay fecha de apertura, como se dijo, el gobierno anunció que, durante mayo, y en el contexto del 89° aniversario del Obelisco, habrá visitas gratuitas con cupos limitados. Luego de esto, se cobrará la entrada, y estiman que habrá un “precio especial” para los locales.
La obra se había anunciado, inicialmente, durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, y se estimaba que los trabajos comenzarían en noviembre de 2022. Pero ese mismo mes se designaron nuevos miembros en la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, el ente que debe aprobar las modificaciones de toda estructura considerada Monumento Histórico Nacional, por lo que se debió evaluar de nuevo el proyecto. Además, todo conllevó estudios de factibilidad que avalaran la construcción.
Una de las complicaciones en este aspecto fue que el tamaño de la puerta de entrada no permitía el ingreso de grandes estructuras. De ahí que se determinó, finalmente, que el ascensor se construyera afuera del edificio y se ingresara, luego, por partes, para montarlo en el interior. “Como un Tetris”, comentó Baistrocchi en una recorrida exclusiva para los medios, de la que participó LA NACIÓN. Los trabajos concretos empezaron en septiembre del año pasado.
Adentro todavía huele a pintura. Enseguida se ve la nueva escalera metálica, que bordea el ascensor hasta lo más alto y que será utilizada en caso de emergencias. A solo ocho escalones de distancia aparecen las puertas vidriadas que dan acceso a este. Aunque la base del Obelisco mide 6,8 metros por lado, la cúpula solo alcanza los 3,5. Por eso, el último trayecto para llegar a la punta se hace a través de una escalera caracol angosta de 35 escalones. Desde las ventanas de arriba —una por lado— la vista casi panorámica impacta: a lo lejos corre el río y hacia los lados, las avenidas, los autos que parecen miniaturas, los árboles. “La época más linda es la de los jacarandás. También la de las tipas”, opinó el funcionario.
“El ascensor se instaló sin afectar en absoluto al monumento: vino armado desde la fábrica y en el Obelisco se realizaron las tareas de instalación. Dentro de las tareas más relevantes, acondicionamos instalaciones eléctricas y adaptamos el piso para fijar la escalera caracol y la estructura metálica del ascensor, mientras que el ascensor propiamente dicho ingresó y se armó adentro, ya que la puerta original es el único punto de ingreso”, especificó el ministro.
La construcción la llevó adelante, luego de una licitación, la empresa Servas, que, según su página oficial, diseñó, fabricó e instaló la estructura. Arriba se llega de forma directa en solo un minuto. La capacidad máxima, tanto dentro del ascensor como en la cúpula, es de cuatro personas.
En diálogo con los medios, Juan Vacas, subsecretario de Paisaje Urbano del ministerio y arquitecto, presente en la recorrida, contó que el Obelisco era “un gran vacío”, al referirse a la parte interna, y que “se aprovechó esa circunstancia”. De hecho, en ese “gran vacío” solo había una escalera marinera de 206 escalones. Se podía ascender usando casco, guantes de amianto, arneses y la asistencia de personal de Defensa Civil.
Por su parte, el jefe de Gobierno, Jorge Macri, expresó a través de un comunicado: “Este gran proyecto de ingeniería va a revalorizar uno de los símbolos porteños. El mirador panorámico es un nuevo atractivo turístico que cambiará la manera de ver nuestra ciudad y su patrimonio, como en las grandes metrópolis del mundo”, sostuvo.
Pese al fin de las obras, todavía no hay una fecha exacta de apertura al público, como ya se señaló. Es que esto depende del Ente de Turismo (Entur), que hará un llamado a licitación para que una empresa privada lleve a cabo la operación del mirador. Esto incluirá una “propuesta museográfica”, que, contaron fuentes de la cartera porteña, podrán ser fotos históricas y textos que acompañen la experiencia de los visitantes. Además, restan algunos detalles para ir ajustando, como apostar personal de seguridad en la entrada y en la cúpula, ya que el ascensor funciona solo, y los precios de las entradas.
En cuanto a la parte exterior, todavía queda por hacer algunas remodelaciones. Vacas contó que el próximo paso es pintar el monumento. Primero, detalló, debían esperar a que terminara la obra interna, ya que la pintura se hace a través de silleteros, lo que significa que los profesionales tienen que subir para realizar el trabajo de arriba hacia abajo. Sí llevaron a cabo pruebas de color a través de estratigrafías: “Se van sacando capas de pintura con bisturí. Se ven todas las capas que tuvo a lo largo de los años. La prueba se mandó a la Comisión Nacional de Monumentos y al Área de Protección Histórica (APH)”, agregó. En un costado de la estructura se ven los varios tonos de grises que tuvo a través del tiempo. Esta etapa comenzará el martes 22 próximo, y debe terminar antes de poner en funcionamiento el mirador. El trabajo lo hará una familia de silleteros, y será la primera vez que participará una mujer.
También especificó que van a cambiar la reja que protege al monumento, para reforzar la protección del monumento, sobre todo ante aglomeraciones en la zona. De hecho, subir hasta la cúpula, ver la ciudad a esa distancia, trae recuerdos de los festejos del Mundial de 2022 y de las personas que llegaron hasta lo más alto para agitar las banderas argentinas.
Por otro lado, la semana pasada se cambió por primera vez desde su creación el pararrayo, como parte del mismo proyecto. El original, que también databa de 1936, fue donado al Buenos Aires Museo (BAM) para que forme parte del patrimonio del lugar.
Por el momento, se estima que, una vez habilitado, podrán subir hasta 120 personas por día. Y aunque no hay fecha de apertura, el gobierno anunció que, durante mayo, y en el contexto del 89° aniversario del Obelisco, habrá visitas gratuitas con cupos limitados. Luego de esto, se cobrará la entrada, y estiman que habrá un “precio especial” para los locales.