Amelia Earhart desapareció en 1937 mientras intentaba darle la vuelta al mundo en avión (foto: Wikipedia)

Una reciente imagen satelital ha vuelto a colocar el nombre de Amelia Earhart en el centro del debate internacional. La aparición de una silueta inusual en la laguna de la remota isla de Nikumaroro motivó una nueva expedición, renovando la esperanza de resolver uno de los mayores enigmas del siglo XX: el paradero definitivo de la aviadora y su navegante, Fred Noonan, desaparecidos en 1937.

Descubierta por azar en plena pandemia por el veterano de la Marina estadounidense Mike Ashmore durante una revisión casual de Apple Maps, la extraña forma ha encendido el entusiasmo tanto de investigadores consagrados como de aficionados.

“Estaba sentado en un columpio por la mañana tomando café con mi perro. De repente, algo me llamó la atención en la laguna y le tomé una captura de pantalla”, relató a CNN sobre el hallazgo que realizó en 2020.

El potencial descubrimiento ha generado expectativa, escepticismo y un nuevo capítulo en el largo historial de expediciones e hipótesis sobre el destino de Earhart y Noonan, quienes desaparecieron durante su intento de circunnavegar el globo en un Lockheed 10E Electra.

Un hallazgo en tiempo de pandemia

El hallazgo del Objeto Taraia impulsa una nueva expedición internacional en busca del avión de Earhart (foto: The Archaeology Channel)

El denominado Objeto Taraia, detectado por Ashmore y compartido en un foro de entusiastas de Earhart de TIGHAR (Grupo Internacional para la Recuperación de Aeronaves Históricas), rápidamente despertó argumentos encontrados. Algunos lo compararon con el ala de un avión; otros, como el propio fundador de TIGHAR, Ric Gillespie, sugirieron que se trataría simplemente de un tronco de pandano desplazado por las tormentas.

Sin embargo, la forma borrosa también captó el interés del arqueólogo Rick Pettigrew, director ejecutivo del Instituto del Legado Arqueológico en Oregón, quien profundizó en el análisis y encontró el mismo objeto en otras imágenes aéreas, inclusive en algunas de 1938. “Con la evidencia que tenemos ahora, sería un crimen que nadie fuera allí a mirar”, subrayó a CNN.

Este impulso investigativo derivó en la organización de una expedición sin precedentes. Liderado por Pettigrew y la Universidad de Purdue, donde Earhart trabajó en el departamento de aeronáutica, el equipo partirá el 4 de noviembre desde Majuro, Islas Marshall, recorriendo unas 1.200 millas náuticas hasta Nikumaroro. La misión permanece tan desafiante como fascinante: tomas de videos, imágenes fijas, utilización de sonar y magnetómetros y, de considerarlo oportuno, excavaciones sobre el Objeto Taraia con la esperanza de dar con parte del mítico avión.

Si el resultado es positivo, la expedición podría ofrecer la primera prueba física concreta sobre el destino de la aviadora. Pettigrew se declara optimista: “Creo que tenemos una muy buena oportunidad de ofrecer un anuncio emocionante“.

Artefactos encontrados en Nikumaroro que podrían estar relacionados con Earhart (TIGHAR.org)

Teorías en pugna: Nikumaroro vs. el océano

El caso Earhart-Noonan ha acumulado interpretaciones, análisis, desmentidas y líneas de investigación enfrentadas desde su desaparición el 2 de julio de 1937.

De acuerdo con la versión tradicional, ambos habrían agotado el combustible en la búsqueda de la isla Howland, a unos 644 kilómetros al noroeste de Nikumaroro, y se habrían precipitado en el océano. Esta tesis fue respaldada tras las búsquedas masivas organizadas por Estados Unidos y ha informado numerosos intentos, desde exploraciones submarinas hasta análisis de comunicaciones por radio.

Una de las investigaciones más destacadas fue la reciente expedición de Deep Sea Vision, que en 2024 generó expectación tras divulgar supuestas imágenes en sonar. Sin embargo, las posteriores revisitas confirmaron que se trataba solo de una formación rocosa.

Por su parte, la compañía Nauticos, con base en Maine, prepara su cuarto intento en la zona próxima a Howland, confiando en los avances técnicos logrados a partir de simulaciones de las comunicaciones por radio entre Earhart y el guardacostas estadounidense Itasca. “Los objetos metálicos con bordes afilados tienden a ser muy brillantes en el sonar, así que confiamos en que, si están ahí, los veremos”, explicó su presidente, Dave Jourdan.

La teoría tradicional afirma que el avión de Earhart se precipitó al océano cerca de la isla Howland tras quedarse sin combustible (foto: Mapbox)

En el otro extremo, la denominada “hipótesis Nikumaroro” sostiene que los náufragos habrían aterrizado en el arrecife expuesto de Nikumaroro, hubieran enviado mensajes de auxilio y logrado sobrevivir durante un tiempo limitado, hasta finalmente sucumbir por sed o hambre.

Existen registros de artefactos antiguos en la isla —desde espejos y frascos de cosméticos, coincidentes con objetos que Earhart solía llevar, hasta fragmentos de vidrio y navajas, según el análisis de TIGHAR— y de huesos localizados en 1940, aunque estos desaparecieron tras un primer examen.

Ric Gillespie, referente de esta línea, ha visitado Nikumaroro en once ocasiones y considera que el avión fue arrastrado al océano por la corriente poco después del aterrizaje en el arrecife. Para Gillespie, la última evidencia hallada no cambiaría su convicción: “Todos quieren el avión. El avión ha desaparecido“.

La expedición que podría cambiarlo todo

A pesar de los fracasos de búsquedas anteriores —incluso con la participación de expertos como Bob Ballard, descubridor del Titanic para National Geographic—, Pettigrew y su equipo sostienen que el Objeto Taraia abre una posibilidad única y concreta. La expedición, conformada por catorce investigadores, contempla el uso de drones y dragas hidráulicas e incluso la eventual remoción del objeto para su análisis.

La hipótesis Nikumaroro sostiene que Earhart y Noonan sobrevivieron en la isla tras aterrizar en el arrecife y enviaron mensajes de auxilio (foto: AP)

El potencial hallazgo no solo sería relevante para la historia de Earhart, sino para la arqueología de la aviación y la memoria de la exploración humana. “He revisado esta evidencia de principio a fin, una y otra vez. He respondido a multitud de preguntas, he analizado todas las objeciones que me han planteado, y tengo una respuesta para todas. Es muy contundente”, sostuvo Pettigrew.

Dorothy Cochrane, ex curadora del Museo Nacional del Aire y el Espacio del Instituto Smithsoniano, resume el atractivo perdurable de este caso: “Fue una figura enormemente popular de la época, todos sus vuelos eran seguidos por el público y se ganaba la vida haciendo estos vuelos como mujer en la década de 1930, cuando realmente no había oportunidades para que las mujeres estuvieran en la aviación”, explicó.

Mientras tanto, los Archivos Nacionales de Estados Unidos conservan información relevante sobre las búsquedas, aunque recientes intentos impulsados incluso por Donald Trump de desclasificar nuevos registros no han arrojado documentación reveladora, según CNN.

El legado y la fascinación continúan

Nikumaroro, rodeada por un arrecife de coral y actualmente ubicada en la República de Kiribati, sigue siendo el foco de la obsesión global por los últimos días de Earhart. La isla, entonces deshabitada, fue ocupada ocasionalmente desde 1938 hasta 1963. Ric Gillespie y sus colaboradores han documentado restos de hogueras, utensilios y botellas datadas en la época, además de reportes de enormes cangrejos cocoteros que habrían destruido los restos humanos.

Mientras las dos principales teorías siguen su curso con nuevas expediciones, para figuras como Mike Ashmore la pasión personal sigue inalterable. “Puedes llamarlo mi pasatiempo… Voy a continuar. Alguien la encontrará”, sentenció.