Barbara Walters llegando al Teatro Ed Sullivan en Manhattan, New York, 2015 (Foto: REUTERS/Lucas Jackson)

No hay nada objetable en ‘Barbara Walters: Tell Me Everything’, el nuevo documental sobre la difunta ícono de la radiodifusión. Es un repaso sumamente exhaustivo y disfrutable sobre la vida de una periodista televisiva extraordinaria y pionera. Pero no llega a profundizar más allá de eso.

La película dirigida por Jackie Jesko incluye testimonios de leyendas de la televisión como Oprah Winfrey y Katie Couric sobre el papel que Walters desempeñó, tanto en sus vidas como en la industria. También participan algunas de las figuras más destacadas que entrevistó Walters, como la comediante Bette Midler y Monica Lewinsky, quienes resaltan su humanidad y carácter.

Walters junto al presidente Barack Obama, año 2010 (Foto: REUTERS/Kevin Lamarque)

El documental narra bien toda su historia, desde una infancia difícil hasta su salida de ABC y todos los “sentimientos encontrados” (palabras de Walters) que experimentó al retirarse después de 50 años en televisión. También muestra el sexismo y los presentadores machistas a los que tuvo que enfrentarse para ascender en su carrera. Haciendo un repaso completo, la película destaca que lo que la hacía sobresalir en televisión —su dedicación extrema al trabajo y una insaciable competitividad— también perjudicaba su vida personal y familiar. Presenta además una parte relevante donde expone cuestiones complejas sobre las implicancias éticas del modo de Walters para conseguir entrevistas con algunas de las figuras más temidas y odiadas del mundo, como una incómoda entrevista con el dictador libio Moammar Gaddafi y su familia. “Creo que Barbara sería amiga del diablo con tal de conseguir la entrevista”, afirma en el film una ex productora de ABC News.

Resulta menos claro cuál es el propósito último del documental. ¿Pretendían sus realizadores brindar un recuento histórico de la carrera y el legado de Walters? Misión cumplida. ¿O buscaban conectar su historia con el presente y usarla para analizar cómo ha cambiado la televisión, cómo sigue cambiando y qué implica eso para el futuro? Si era así, la película no lo logra.

Junto a Fidel Castro, año 1977 (Foto: AP)

Sí aporta, igualmente, algunas observaciones perspicaces sobre las diferencias entre hoy y la época de esplendor de Walters, cuando los programas de noticias reunían decenas de millones de espectadores. En 1999, por ejemplo, su entrevista en 20/20 con Lewinsky fue vista por unos 70 millones de personas, algo casi imposible hoy, cuando la mayoría destina las noches a revisar el celular en vez de reunirse ante un programa pautado. “Se siente algo especial al ver algo sabiendo que todo el mundo lo está viendo al mismo tiempo”, dice Couric en el documental. “Eso ya no existe, y creo que es entonces cuando Barbara era la reina”.

Winfrey también comenta cómo las celebridades hoy ya no necesitan intermediarios y se dirigen directamente al público. “Hoy ya no hay lugar para una entrevista de Barbara Walters porque todos hacen sus propias entrevistas”, señala.

Barbara Walters entrevistando a Mónica Lewinsky

Pero la película no explora a fondo esa observación. No se analiza qué se pierde cuando las figuras públicas ya no tienen que pasar por alguien como Walters para hablar con la audiencia. No se menciona cómo un vivo en Instagram de una estrella pop no es periodismo ni una noticia. Tampoco conecta estos temas con la lenta decadencia de la industria televisiva, que pierde relevancia e ingresos porque ya no cumple el rol que tenía. Esas grandes entrevistas, por ejemplo, ayudaban a financiar otras áreas menos rentables del negocio, lo que significa que hoy las cadenas no pueden cubrir el mundo como antes. Los “scoops” siguen siendo importantes, pero no pueden modificar la situación de una cadena que compite por atención con realities de cocina en Netflix.

Aunque el documental muestra brevemente a Walters desafiando a Donald Trump en una entrevista de 1990 que se volvió viral, no profundiza sobre la era política actual, lo que implica una oportunidad desaprovechada en un momento en que cadenas como ABC tienen dificultades para cubrir a un presidente hostil con los medios.

Pionera, Barbara Walters en televisión junto a Frank McGee

El final del film es sumamente emotivo, con imágenes de la última aparición de Walters en el programa de entrevistas que creó, The View. Winfrey hace de anfitriona al anunciar una larga lista de conductoras de televisión que saludan a Walters y le desean lo mejor en su retiro.

El panorama actual, sin embargo, es más gris. Ninguno de los noticieros nocturnos de cadena está actualmente conducido por una mujer, después de que Norah O’Donnell fue reemplazada como presentadora de CBS Evening News por John Dickerson y Maurice DuBois este año.

Si el objetivo del documental era dejar en claro para los espectadores lo especial, dinámica e influyente que fue Walters, también deja claro cuán irremplazable resulta, justo cuando se necesita más que nunca el talento para sacar información y confesiones. Y ese es un dato triste para finalizar.

Fuente: The Washington Post