Drones ucranianos atacaron durante la noche una de las refinerías de petróleo más grandes de Rusia, provocando un incendio en la instalación de Kirishi, en la región noroccidental de Leningrado, según confirmaron fuentes oficiales rusas y militares ucranianos.
El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas ucranianas informó que unidades de las Fuerzas de Sistemas No Tripulados y de las Fuerzas de Operaciones Especiales, en colaboración con otros componentes de las Fuerzas de Defensa de Ucrania, lanzaron el ataque contra la refinería durante la madrugada del domingo 14 de septiembre.
La refinería de Kirishi, operada por la petrolera rusa Surgutneftegas, es una de las tres principales instalaciones de Rusia por producción, con una capacidad de procesamiento que oscila entre 17,7 y 20 millones de toneladas métricas al año, equivalentes a aproximadamente 355.000 barriles diarios. La instalación produce cerca de 80 tipos de productos petrolíferos, incluyendo gasolina para automóviles, diésel y combustible para aviación, además de abastecer las necesidades de las Fuerzas Armadas rusas.
El gobernador regional Alexander Drozdenko confirmó que tres drones fueron derribados durante la noche en la zona de Kirishi, y que los restos que cayeron provocaron un incendio en las instalaciones. Drozdenko aseguró que no hubo heridos y que el incendio fue extinguido posteriormente. El Estado Mayor ucraniano publicó fotografías que mostraban llamas y columnas de humo elevándose contra el cielo nocturno.
Este ataque forma parte de una estrategia sostenida de Ucrania contra la infraestructura petrolera rusa, que según Kiev alimenta los esfuerzos bélicos de Moscú. El Ministerio de Defensa ruso reportó que al menos 80 drones ucranianos fueron derribados durante la noche sobre territorio ruso, la Crimea ocupada y el mar de Azov.
Más de tres años después de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, los drones se han convertido en un arma clave para ambos bandos. El miércoles, varios drones rusos cruzaron la frontera con Polonia, obligando a la OTAN a enviar aviones de combate para interceptarlos, subrayando las preocupaciones sobre una posible escalada del conflicto más allá de las fronteras ucranianas.
El ataque se produce en medio de una crisis de desabastecimiento de combustible en Rusia. Aunque el país sigue siendo el segundo mayor exportador de petróleo del mundo, el aumento estacional de la demanda y los continuos ataques con drones ucranianos han provocado escasez de gasolina en las últimas semanas. Las gasolineras se han quedado sin combustible en algunas regiones, generando largas colas de conductores y llevando a las autoridades a implementar racionamiento o suspender completamente las ventas.
Para intentar paliar la crisis, Rusia suspendió las exportaciones de gasolina, anunciando el miércoles una prohibición total hasta el 30 de septiembre y una prohibición parcial que afecta a comerciantes e intermediarios hasta el 31 de octubre.
Descarrilamientos de trenes
Paralelamente, la región de Leningrado fue escenario de varios incidentes ferroviarios el domingo. Dos trenes descarrilaron por la mañana, causando la muerte de un maquinista que quedó atrapado en su cabina y murió durante su traslado al hospital. Las autoridades investigan la posibilidad de sabotaje.
En la región rusa de Oriol, una bomba colocada en las vías férreas causó la muerte de tres personas el sábado por la noche, incluido un miembro de la Guardia Nacional rusa que inspeccionaba las vías cerca de la ciudad de Maloarkhangelsk, a unos 200 kilómetros de la frontera con Ucrania.
La red ferroviaria rusa ha sufrido repetidos descarrilamientos, explosiones e incendios que las autoridades atribuyen al sabotaje ucraniano, aunque Kiev no suele reivindicar la autoría de estos ataques.
(Con información de AFP, EFE y AP)