A los 14 años, Federico Berman entendió que muchas plataformas educativas enseñan idiomas, pero pocas muestran cómo se vive en otras partes del mundo. Su inquietud no era sobre cómo se conjuga un verbo, sino cómo se comparte un mate, se celebra una fiesta o se arma una ronda de amigos en una plaza. Esa chispa personal y universal lo llevó a crear Paisero, una app que promete cambiar la forma de aprender cultura: desde adentro, con voces reales, sin traducciones forzadas ni filtros artificiales.

Hoy, con 15 recién cumplidos y tras liderar varios proyectos fallidos que le sirvieron de entrenamiento, Federico está en la recta final del desarrollo de la plataforma. El lanzamiento está previsto para mediados de este año y ya cuenta con creadores confirmados en distintos países de Latinoamérica.

Paisero es como una mezcla entre YouTube y Duolingo, pero más humana”, resume Berman. “No está pensada para enseñar idiomas, sino para compartir costumbres, rituales, formas de vida reales, en formatos cortos y accesibles”, explica a este diario. La propuesta es clara: minicursos en video creados por personas de cada comunidad, en sus propios términos. El objetivo es ofrecer una mirada cultural auténtica, no una versión estandarizada o turística.

“Desde el inicio, quise que Paisero no fuera una app que resume culturas en clichés. Por eso, cada minicurso es creado por personas reales de esa comunidad, no por observadores externos”, agrega el emprendedor. Y añade: “El contenido pasa por una revisión para asegurar que sea respetuoso, seguro, genuino y aporte valor. Además, buscamos tener múltiples voces de cada país o región, no una sola ‘versión oficial’.”

Así se verá la app Paisero

La validación de los contenidos, clave para evitar simplificaciones, se realiza desde lo técnico y lo narrativo. Las experiencias personales tienen más peso que las generalizaciones: el objetivo es que cualquier persona pueda contar, por ejemplo, cómo se festeja un cumpleaños en su barrio o cómo se cocina una receta familiar, sin necesidad de credenciales formales ni guiones rígidos.

Del fracaso a la acción

Antes de llegar a Paisero, Federico probó varios caminos: una marca de ropa, una agencia digital, un intento de e-commerce. Nada funcionó como esperaba, pero cada tropiezo le dejó herramientas que hoy usa a diario: desde organizar su tiempo hasta liderar un equipo de trabajo. “Aprendí que no se trata solo de tener una buena idea, sino de saber ejecutarla y sostenerla en el tiempo. Siempre fui un pibe curioso. No veo el fallo como algo malo —de hecho, fallo un montón, como cualquier persona— pero cada vez que me pasa, trato de preguntarme por qué fue y qué puedo hacer distinto la próxima vez”, reflexiona.

Uno de los desafíos más inusuales que enfrentó fue liderar un equipo siendo menor de edad. Sin embargo, asegura que nunca lo vivió como un obstáculo real. La clave, dice, está en tener una visión clara y saber comunicarla. “Liderar no tiene que ver con la edad ni con tener un título, sino con saber a dónde vas y rodearte de la gente correcta. Al principio hubo problemas de comunicación, pero con el tiempo encontré personas con las que pude trabajar mejor, con más fluidez y confianza”, se sincera el joven emprendedor.

Federico Berman, el creador de la app Paisero

El respeto, según cuenta, llegó cuando quienes lo rodean vieron el compromiso y la claridad con la que trabaja. Hoy toma decisiones importantes, coordina tareas y mantiene el foco en una misión concreta: hacer de Paisero una plataforma útil, genuina y escalable.

Primero el producto, después las alianzas

A diferencia de otras iniciativas que nacen dentro del mundo educativo o institucional, Paisero eligió otro camino: primero el producto, después las alianzas. “Todavía no es prioritario ir por el camino institucional. Hoy estamos más enfocados en construir algo que la gente quiera usar de forma natural”, cuenta Federico.

Eso no significa que cierren la puerta al sector público o académico. Todo lo contrario: si aparece una oportunidad de escalar el proyecto a través de ONG, gobiernos o universidades, la propuesta está lista para adaptarse. “Si alguna institución tuviera interés en llevar el contenido a más personas, sin duda estaríamos felices de encararlo juntos”, añade a este diario.

Mientras tanto, la plataforma ya empieza a diversificar su contenido. Aunque nació con foco en costumbres y tradiciones, muchos de los nuevos creadores se inclinan por enseñar habilidades prácticas: desde cómo hablar en público hasta cómo organizar un emprendimiento. “Paisero nació desde lo cultural, pero ya empecé a ver hacia dónde se está moviendo el interés. Muchos quieren enseñar cosas útiles del día a día”, comenta.

Uno de los pilares del proyecto es la inclusión de comunidades pequeñas o poco representadas, esas que rara vez tienen espacio en las grandes plataformas. Para eso, la accesibilidad es clave. “Paisero llega como una plataforma accesible y gratuita, para darle voz a todos. Hoy en día, la mayoría de las personas en Latinoamérica tienen acceso a un celular, lo que democratiza quién puede crear y consumir contenido”, explica. Cualquiera que tenga algo valioso que compartir puede armar un minicurso, sin necesidad de títulos ni popularidad en redes. Esa apertura permite mostrar realidades diversas, desde los barrios más grandes hasta pueblos que no suelen aparecer en los mapas culturales.

El desarrollo de la app está en su etapa final. Si todo sale según lo previsto, la aplicación estará disponible entre junio y agosto de este año. Ya hay una lista de espera activa en paisero.com, donde se pueden registrar quienes quieran probarla antes del lanzamiento oficial. Pero el objetivo a largo plazo va más allá de sumar usuarios. Lo que Federico busca es crear una plataforma confiable, humana y duradera.

En palabras del propio Federico, su labor no es “inventar” algo nuevo, sino “conectar cosas que ya existen, pero que no siempre se valoran”. Destaca que hay “saberes que no entran en los libros, pero que forman parte de lo que somos”, y enfatiza que “eso también merece ser aprendido”.