El tribunal de Derby escucha cómo Ace, conocido por ser agresivo, ya había mordido varias veces a personas y animales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Gary Stevens, un hombre de 55 años, fue sentenciado a cuatro años y medio de prisión en el Tribunal de la Corona de Derby, en Inglaterra. Su delito no fue un ataque premeditado ni un acto de violencia deliberada, sino la consecuencia fatal de su incapacidad para controlar a su propio perro, llamado Ace. El animal, tras un ataque brutal, arrebató la vida de su hermano menor, Wayne Stevens, en la madrugada del 22 de abril de 2023.

El tribunal, que el 18 de octubre decidió la condena, escuchó cómo Gary sabía que su perro era agresivo. Ace había mordido a varias personas y otros animales en el pasado, apuntando siempre a la cara y al cuello, pero ninguno de estos incidentes fue reportado.

Son embargo, Gary intentó minimizar la gravedad de los ataques, describiéndolos como “mordiscos”, según informó el medio británico Sky News. Esa noche, ambos hermanos, intoxicados por el alcohol, no vieron venir lo inevitable. Ace, un perro ya fuera de control, se convirtió en el verdugo silencioso.

Gary sugiere que los gestos de Wayne al hablar tras beber pudieron desencadenar el ataque de Ace (Derbyshire Constabulary)

Incluso intentó encontrar una explicación para el ataque, sugiriendo que la forma en que su hermano “hablaba con las manos” después de beber pudo haber sido el detonante para que el perro reaccionara violentamente.

Un testimonio demoledor señaló la negligencia de Gary, quien no tomó las medidas necesarias para evitar que Ace desatara su furia aquella madrugada. Wayne, de 51 años, cayó víctima de un ataque desgarrador que lo dejó tendido al pie de una escalera, con lesiones “múltiples, masivas y horribles” en su rostro y cuerpo.

Tener un animal de cualquier tipo conlleva serias responsabilidades, y cualquier perro es capaz de ser agresivo”, enfatizó el detective Stevie Barker, encargado de dirigir la pesquisa, según un comunicado de la policía local.

La policía local releva que Gary no tomó precauciones necesarias pese a las señales previas de agresividad del perro (Imagen Ilustrativa Infobae)

La respuesta de las autoridades

La llegada de los servicios de emergencia fue caótica, una escena en la que la vida pendía de un hilo y el tiempo corría en contra de los socorristas. A las 6 de la mañana, Gary, en estado de ebriedad, llamó al Servicio de Ambulancias de East Midlands para informar que su perro había atacado a su hermano.

Sin embargo, entrar al domicilio fue un desafío en sí mismo. Ace, frenético y fuera de control, se interponía entre los rescatistas y la víctima. Stevens, lejos de colaborar, se mostró agresivo y burlón con los oficiales que intentaban contener la situación.

A pesar de los esfuerzos para calmarlo y hacer que controlara al perro, la situación se salió de control rápidamente. Los equipos de emergencia, temiendo por su seguridad, tuvieron que replegarse en varias ocasiones a sus vehículos mientras el enorme animal seguía suelto.

Detective Barker menciona que ignorar señales de advertencia culminó en la tragedia, resaltando la responsabilidad del dueño (Imagen Ilustrativa Infobae)

El caos continuó cuando, a pesar de múltiples advertencias, el hombre dejó escapar al animal. Completamente desbocado, atacó a un paramédico que, en un intento valiente por acceder al cuerpo de Wayne, fue mordido en la pierna, informó la policía local.

Fue entonces cuando los oficiales decidieron que no había otra opción: se debía sacrificar al perro para evitar más tragedias. Las pistolas Taser no lograron someterlo, por lo que finalmente Ace fue abatido a tiros por los oficiales armados.

La investigación policial

El detective Barker señaló que el hombre había demostrado ser “singularmente incapaz” de cuidar adecuadamente a Ace, un animal que ya había mostrado señales de comportamiento peligroso. Su negligencia y la falta de control resultaron ser determinantes en el desenlace fatal.

El ataque del perro alcanzó a un paramédico, lo que llevó a los oficiales a sacrificar al animal para controlar la situación (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según la policía, el perro había sido entregado a Gary por una mujer que no podía controlarlo, y él mismo admitió que ya había tenido que sujetarlo en público en más de una ocasión cuando mostraba señales de agresividad hacia personas o animales.

Para Barker y su equipo, el caso fue más que un incidente aislado de una mascota fuera de control; se trató de una serie de advertencias ignoradas que culminaron en la tragedia. A pesar de que no se sugirió que Gary hubiera instigado el ataque, las responsabilidades legales y morales de un dueño eran claras, y él había fallado en cumplirlas.

“El incidente ha tenido un profundo efecto en la familia Stevens dadas las circunstancias y les enviamos nuestras condolencias y les pido que respeten su privacidad en este momento”, cerró el detective.