En la ruta de solidificar una nueva idea y comenzar a salir de los últimos puestos de la tabla de posiciones, San Lorenzo logró un triunfo necesario y valioso en Santiago del Estero. Sin lucirse, pero con momentos de buen juego y un golazo de Ezequiel Cerutti (un derechazo desde 35 metros), le ganó al encumbrado Central Córdoba por 1 a 0 en el estadio Madres de Ciudades y se recompensó de sinsabores cercanos sumando tres puntos muy importantes para mantener vivas las ilusiones de alcanzar los puestos que clasifican a la Copa Sudamericana del próximo año. Algo posible de alcanzar si mejora el funcionamiento y no sigue preso de su irregularidad.

Fue un gol muy festejado por el Pocho Cerutti, por la calidad de la conquista y también porque no convertía desde octubre de 2022, cuando le había marcado a Huracán.

Si algunos equipos son a imagen y semejanza de sus entrenadores, éste San Lorenzo ciclotímico es un espejo de lo que pretende Miguel Russo. Si bien solo lleva tres partidos al frente de San Lorenzo y hacer un análisis de cambios puede sonar prematuro, lo que se vio ante Central Córdoba, con errores y aciertos, estuvo cercano a su ideología futbolística. Como si se tratara de una cuestión genética, tuvo la suficiente personalidad para no dejarse amedrentar por los 13 partidos sin derrotas de los santiagueños y mostró su cuota de valentía para intentar, a pesar de las limitaciones, un funcionamiento óptimo y sumar el tercer triunfo como visitante en 19 partidos.

Lo mejor del partido

La historia en la calurosa tarde santiagueña comenzó mal barajada para San Lorenzo. Porque Central Córdoba, que arrancó con la idea de continuar su buena racha, vislumbró rápidamente cómo debía jugarle para lastimarlo. Con una defensa bien parada y un medio campo superpoblado, el técnico Omar De Felippe buscó cortar el circuito de juego visitante y hacerse dueño de la pelota. Sin embargo, ese dominio que tuvo en la posesión durante los primeros 10 minutos no pudo traducirlo en peligro y, a medida que el equipo de Boedo se fue acomodando en el terreno, terminó diluyendo su protagonismo.

Esto llenó de coraje a San Lorenzo, que con Iker Muniain como conductor comenzó hacerse dueño del balón y las acciones. Y cuando el partido estaba necesitado de una conquista para sacudir la modorra, el Vasco movió rápido una falta cerca de la mitad de la cancha para el Pocho Cerutti, que con un potente disparo desde 35 metros e inatajable para el arquero Ingolotti puso las cosas 1 a 0. Esa altura del partido, merecida la ventaja. Porque más allá de sus limitaciones, el equipo conducido por Russo fue el que más ambiciones ofensivas mostró y el que mejor estaba jugando.

El Pocho Cerutti, una de las figuras de San Lorenzo

La apatía del equipo santiagueño disminuyó en el segundo tiempo. Aunque sus ideas pasaron por centros y más centros que, indefectiblemente, terminaron en rechazos de los defensores azulgranas, que prácticamente blindaron el arco defendido por Chila Gómez. Esto provocó cierta comodidad de San Lorenzo. No por conformismo; sí por la inercia de Central Córdoba para tratar de llegar a la igualdad. Sobre todo, en los últimos 15 minutos, donde el partido cayó en una laguna de intrascendencia, con abundancia de lucha y de sudor, casi sin emociones profundas. Porque el local se quedó sin ideas y el visitante se defendió estoicamente.

Con este triunfo, San Lorenzo aún está lejos de los puestos que clasifican a las copas del próximo año. Pero debe sentirse satisfecho de comprobar que tiene material para darle consistencia y funcionamiento a la nueva la línea de juego que intenta bajar Miguel Ángel Russo para terminar el turbulento año de manera decorosa.

Lo que queda será de vital importancia para convencerse anímicamente y reforzar las convicciones futbolísticas. El desafío es seguir dando pasos hacia adelante. De lo contrario, lo hecho este viernes ante Central Córdoba de Santiago del Estero se convertirá en un triunfo vacío.