No digas nada (Say Nothing, Irlanda-Estados Unidos/2024). Showrunner: Joshua Zetumer. Dirección: Michael Lennox (cuatro episodios), Anthony Byrne (dos episodios), Mary Nighy (dos episodios) y Alice Seabright (un episodio). Guion: Joshua Zetumer, Clare Barron, Joe Murtagh y Kirsten Sheridan, basado en el libro de Patrick Radden Keefe. Elenco: Lola Petticrew, Hazel Doupe, Emily Healy, Maxine Peake, Josh Finan y Anthony Boyle. Duración: 9 episodios de entre 42 y 50 minutos cada uno. Disponible en: Disney+. Nuestra opinión: muy buena.
El conflicto norirlandés, conocido también como The Troubles (Los Problemas), tiñó de sangre a Irlanda durante mucho tiempo. La violencia arrancó en 1968 y tuvo un cenit en la década del 70, pero la tensión se prolongó hasta 1998, cuando finalmente se firmó el Acuerdo de Viernes Santo, que sentó las bases de un nuevo gobierno compartido por católicos y protestantes.
En la superficie aparecía siempre el conflicto religioso, pero el trasfondo de la discusión era mucho más complejo, sobre todo por el papel que asumió Gran Bretaña. Las cifras oficiales hablan de 3.500 muertos, más de la mitad de ellos civiles, pero lo cierto es que más allá del número exacto fueron treinta años de una historia dolorosa que difícilmente puedan contarse con precisión en una serie de ficción de 9 episodios.
No digas nada es la adaptación de un gran libro publicado en 2018 por el periodista estadounidense Patrick Radden Keefe que Disney+ estrenó casi en simultáneo con las reñidas Elecciones Generales de Irlanda de 2024, donde participó como candidata Mary Lou McDonald, del Sinn Fein, el partido nacionalista de izquierda donde recalaron muchos de los integrantes del IRA (el Ejército Republicano Irlandés), entre ellos Gerry Adams, que siempre ha negado ese vínculo, algo sobre lo que esta serie ironiza colocando una placa al final de cada capítulo. La coincidencia, naturalmente, despertó suspicacias. El Sinn Fein, de todos modos, hizo una buena elección (fue segundo a muy poca distancia de Fianna Fáil, un espacio de centroderecha).
Sólo los antecedentes de este conflicto dan para mucho más que una serie, decíamos (el IRA nació oficialmente en 1919). Pero aquí el foco está puesto en los años 70: y particularmente en diciembre de 1972, cuando un comando de encapuchados secuestró a Jean McConville, una viuda irlandesa de 38 años que estaba a cargo de diez hijos, en un operativo que el IRA teóricamente montó como represalia por una delación.
Ese polémico caso es el disparador de esta ficción que subraya especialmente la violencia interna del IRA: el destino de cualquier sospechoso de traición era la ejecución sumaria, al menos así lo ha contado Dolours Price, una de las voluntarias que participó del Proyecto Belfast, una serie de entrevistas a exintegrantes de este grupo paramilitar que a lo largo de su historia también se dividió en distintas facciones por entredichos relacionados con las estrategias y metodologías.
Esas entrevistas que organizó el Boston College de Massachusetts (en Boston hay una importantísima inmigración irlandesa) y en las que participó Patrick Radden Keefe se hicieron con el compromiso firme de que serían publicadas únicamente después de la muerte de los ex miembros del IRA que prestaron testimonio.
Dolours Price, que se unió al IRA a los 16 años, murió en 2013. Y su narrativa es uno de los ejes de la serie, que viaja constantemente en el tiempo (del presente de la entrevista a los hechos de los 70) para poner en escena su versión de la historia en cada flashback. Ella y su hermana Marian fueron las primeras soldados femeninas del Ejército Republicano Irlandés y son su indiscutible energía, sus pasiones y sus contradicciones las que marcan a fuego a esta ficción en la que se lucen dos actrices poco conocidas internacionalmente, Lola Petticrew (Dolours) y Hazel Doupe (Marian), por momentos jugando el rol de heroínas desprejuiciadas de un relato de aventuras.
Es ocioso analizar a fondo las resonancias políticas de No digas nada. El que trata es un asunto con muchísimas aristas del que puede opinar con propiedad un historiador y que, incluso en ese caso, seguramente supondría una mirada parcial. Pero como maquinaria de ficción, eso es tangible, funciona muy bien: es un thriller electrizante y oscuro que avanza con gran fluidez y atrapa de principio a fin. Hay alianzas, traiciones, venganzas, tiroteos, disturbios, atentados, huelgas de hambre (toda una tradición de la resistencia irlandesa) y sobre todo una fe inquebrantable por una causa que las hermanas Price consideraban superior y a la que le pusieron el cuerpo.
El punto de vista es mayormente el de Dolours, dado que el libro en el que está basada la serie es la fuente principal, pero aún así se pueden notar en los entresijos de ese monumental ejercicio de la memoria que llevó a cabo para el Proyecto Belfast tanto las ambigüedades de su papel en el IRA como las que caracterizaron a la propia organización en aquellos años de tremenda convulsión.
Uno de los méritos más notorios de No digas nada es justamente su capacidad para evocar una tragedia sin solemnidad y con una gran variedad de matices. No es “en contra o a favor del IRA”, sino más bien un aporte valioso porque su eficacia como producto para la industria del entretenimiento consigue capturar la atención y sin dudas puede incentivar la curiosidad para profundizar en la investigación de sucesos históricos cuyos ecos siguen vigentes.