El sol del verano bañó las costas de Punta del Este, donde Flor de la V encontró refugio junto a su esposo, Pablo Goycochea, y sus hijos mellizos, Isabella y Paul, en una escapada que mezcló lujo y tranquilidad. En medio del murmullo de las olas y el suave crujir de la arena bajo sus pies, las cámaras imperceptibles para la familia capturaron escenas llenas de amor, complicidad y descanso.
Bajo una hilera de sombrillas rayadas, Flor se recostó sobre una reposera, luciendo una bikini de estampado animal print que realzó su elegancia natural. Con gafas oscuras que protegían sus ojos del intenso brillo del día, su postura relajada transmitió calma mientras veía a su familia.
Por su parte, su hija, sentada en otra reposera, se inclinó hacia su hermano Paul con una sonrisa espontánea, mientras él, concentrado, parecía observar algo en la distancia con la curiosidad propia de su edad. Pablo, de pie, con el torso al descubierto y su característico cabello blanco, se acomodaba la ropa tras un chapuzón en el agua. La escena rebosó armonía: cada uno disfrutando del momento a su manera, juntos pero en libertad.
Más tarde, la pareja decidió tomar un paseo por la orilla del mar. El mar, vasto e imponente, se desplegaba a sus espaldas mientras avanzaban con pasos tranquilos. Flor llevaba la cabeza alta, con un porte distinguido que siempre la caracterizó. Los collares dorados que adornaban su cuello capturaron la luz y brindaron pequeños destellos en movimiento. El odontólogo, a su lado, acompañó el ritmo de sus pasos con plena serenidad.
En otro momento del día, la playa se convirtió en un espacio de contemplación. La conductora, de pie cerca de la orilla, observó el horizonte como si buscara absorber toda la calma que el lugar ofrecía. Su marido permaneció cerca, un guardián silencioso de esa quietud compartida en medio de su descanso lejos de los estudios de televisión. Los mellizos jugaron a pocos metros, entre risas y movimientos rápidos, su energía contrastando con la paz que transmitían sus padres.
Así transcurren los días de descanso para Flor de la V y los suyos, en un rincón exclusivo de Uruguay que les permitió detener el tiempo y saborear cada instante. La localidad uruguaya no solo ofreció un paisaje de postal, sino también el espacio ideal para que compartieran risas, paseos y silencios que, en su simplicidad, se volvieron memorables.
Además, cabe mencionar que la animadora vivió momentos difíciles a poco tiempo de cerrar el 2024. Luego de encabezar el equipo de Intrusos (América) por varios años, se enteró por los medios que había sido despedida de su rol. Esta noticia la tomó por sorpresa, ya que no solo las fiestas de fin de año se encontraban a la vuelta de la esquina, sino que no se esperaba quedar afuera de un proyecto que realizó por tanto tiempo.
“Jamás imaginé que el final de un ciclo tan querido fuera tan amargo y repentino. Como actriz, he aprendido a lo largo de los años que los periodos de trabajo son cortos; por lo general, las temporadas teatrales de verano duran tres meses, a lo sumo ocho. En casos excepcionales, dos años. Estoy acostumbrada a que las cosas comiencen y terminen: es parte de mi profesión y de la vida”, aseguró en sus redes sociales en ese entonces.
Sin embargo, Flor decidió dar una vuelta de página a aquel capítulo en su vida y comenzar el 2025 llena de energía y sin preocupaciones. Por ello, las amplias playas de Punta del Este se volvieron un refugio ideal para enfocarse en lo importante: el amor y apoyo incondicional de sus seres queridos.
Fotos: RS Fotos