WASHINGTON.– Boris Epshteyn, abogado y asesor de Donald Trump, llegó recientemente a la sala de té de la residencia del magnate en Mar-a-Lago, Palm Beach, para participar de una reunión en la que se decidirían los candidatos para la composición del nuevo gabinete, pero lo frenaron en la entrada.
El copresidente del equipo de transición de Trump, Howard Lutnick, CEO de Cantor Fitzgerald, le señaló a Epshteyn frente a otros testigos que no estaba invitado a la reunión. “Hoy no vamos a hablar de los candidatos legales”, le dijo Lutnick.
Epshteyn se negó a acatar: con un codazo corrió a Lutnick de su camino, según dos testigos del incidente, que Lutnick luego refirió a otros. “Voy a pasar”, lanzó Epshteyn, según uno de los testigos.
Una tercera persona que describió el incidente dijo que Epshteyn pasó más bien rozando a Lutnick, y alguien cercano a ambos dice que los dos “trabajaron juntos muy de cerca para ayudar al presidente Trump a armar el mejor gobierno en la historia de Estados Unidos”. Epshteyn y Lutnick se negaron a responder sobre el incidente.
En cualquier otra transición presidencial, semejante enfrentamiento físico entre dos altos asesores del presidente electo habría implicado una alarmante falta de decoro. Pero en ese entorno desorbitado de Trump, el incidente pasó rápidamente al olvido y el equipo volvió al modelo de su primer mandato presidencial: discusiones a los gritos, insultos y personas expulsadas por la puerta de las reuniones.
Al igual que en el primer mandato de Trump, las facciones en pugna empezaron a torearse, y a veces levantan polvareda.
Esta caracterización de las flamantes rivalidades dentro del equipo de Trump es resultado de entrevistas con más de media docena de asesores, confidentes y otras personas involucradas en el proceso de transición, que en muchos casos pidieron mantener el anonimato.
Elon Musk, que en su propia red social X adoptó el apodo de “mejor amigo”, recientemente se trenzó en una fuerte discusión con Epshteyn en Mar-a-Lago frente a la vista de otros, según personas que los presenciaron. La entrante jefa de Gabinete, Susie Wiles, era la encargada de filtrar a los invitados a las reuniones.
Y esta semana, el vicepresidente electo, JD Vance, incluso recurrió a las redes sociales para increpar a la segunda de otro allegado de Trump, Stephen K. Bannon, a quien calificó de “imbécil importante” por criticar su decisión de quedarse a trabajar con Trump en vez de asistir a la votación del Senado.
Muchos de los polos de poder del primer mandato de Trump se han alejado de su órbita, como su hija y su yerno, Ivanka Trump y Jared Kushner, que se mantienen a distancia. Kellyanne Conway, jefa de campaña de Trump en 2016 y alta asesora de la Casa Blanca, tampoco regresaría al gobierno, y Bannon, ex alto asesor de la Casa Blanca, pasó a operar desde las sombras.
Pero ahora se han formado nuevos bandos y nada indica que Trump considere que el conflicto a esta altura sea un problema. Al mismo tiempo, ninguna de las personas entrevistadas para este artículo habló de facciones tan marcadamente en disputa como durante la transición de 2016 y los primeros días del primer mandato de Trump.
Ahora el presidente electo seleccionó rápidamente a los integrantes de su nuevo gabinete, y ya antes del Día de Acción de Gracias se han cubierto casi todos los cargos de mayor jerarquía. Si bien algunos de los candidatos parecen tener más dificultades para obtener la confirmación del Senado, muchos de ellos fueron profusamente elogiados por los republicanos.
“Al presidente le gusta que la gente casi se vaya a las manos, porque a veces es la manera de llegar a la persona correcta”, dice alguien que participa en las discusiones.
Un funcionario de la transición minimizó esas tensiones. “Trump tiene un equipo de transición lleno de patriotas comprometidos con servir al presidente y ayudarlo a cubrir los puestos de su nueva administración”, dijo Steven Cheung.
Delicado proceso
Peter Hegseth, exconductor de Fox & Friends durante los fines de semana y nominado por Trump para ocupar la cartera de Defensa, transita un delicado proceso de confirmación, luego de que se conocieran informes de que en 2017 la policía investigó una denuncia en su contra por abuso sexual de una mujer en un hotel luego de la convención republicana en California.
Matt Gaetz, en un principio elegido por Trump como procurador general, fue acusado de pagar por sexo y por tener sexo con una niña de 17 años en una fiesta donde se consumieron drogas, acusaciones que Gaetz ha negado. El jueves pasado, se bajó de la postulación para el cargo, argumentando que no quería que su nombre distrajera la atención.
La transición se desarrolla al ritmo de los eventos de gala y de las reuniones de negocios, y ahí empiezan a notarse nítidamente las camarillas. Un grupo timoneado de manera no oficial por el hijo mayor del líder republicano, Donald Trump Jr., incluye a Vance junto con otros combatientes de larga data del movimiento MAGA, como Tucker Carlson, el exconductor de Fox News, y Cliff Sims, exfuncionario del primer gobierno de Trump. Otro grupo, encabezado de manera informal por Wiles, está integrado básicamente por su grupo de asesores de campaña más leales y disciplinados, como James Blair, director político de Trump en 2024, los asesores Taylor Budowich y Robert Gabriel, y el equipo de comunicaciones del presidente electo.
Una persona que conoce la dinámica de cerca describió a las facciones como “dos grupos amigos” que están totalmente alineados políticamente en su apoyo a Trump y su agenda.
Un tercer grupo está conformado por personas vinculadas con el Instituto de Políticas Estados Unidos Primero, como su presidente, Brooke Rollins, la copresidenta de la transición, Linda McMahon –a quien Trump anunció el martes como su elegida para la secretaría de Educación–, y Keith Kellogg, que trabajó como asesor de seguridad nacional del exvicepresidente de Trump, Mike Pence. Durante la campaña, ese grupo operó como una especie de gobierno en potencia, y la semana pasada organizó un evento en el club de Trump. Pero muchos observadores están sorprendidos por la falta de influencia del grupo en las últimas semanas.
Actores independientes
También hay actores independientes cuyo poder proviene directamente de su relación personal con Trump. La semana pasada, Epshteyn –un asesor de larga data que en los últimos años tuvo el papel de coordinador de la defensa legal de Trump en sus causa penales– generó frustración entre algunos allegados y asesores de Trump cuando lo alentó a elegir a Gaetz como procurador general. Epshteyn no era el único que respaldaba a Gaetz como fiscal general de Estados Unidos, y jugó un papel fundamental en varias nominaciones.
También se tensó la incipiente relación entre Epshteyn y Musk, el megamillonario CEO de SpaceX y de Tesla a quien Trump nombró para encabezar el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Musk se enojó con Epshteyn por su enorme influencia sobre el personal y porque cree que está filtrando información a los medios.
Las tensiones llegaron a un punto crítico la semana pasada en el patio de Mar-a-Lago, en lo que un testigo describió como “un arrebato importante” y “una pelea fuerte”. Al parecer, ambos empezaron a gritarse: Musk acusaba de a Epshteyn ventilar información y Epshteyn le habría respondido: “No sé ni de qué hablás. Yo no hice nada”.
Otra sorpresa fue la decisión de Trump de elegir a Sergio Gor al frente de la Oficina de Personal Presidencial de la Casa Blanca, un rol de bajo perfil pero de mucha influencia y que ayuda a nutrir de personal al gobierno federal.
Junto a Trump Jr., Gor fundó Winning Team Publishing, la editorial que publica los libros de Trump, y al presidente electo Gor le cae bien porque le hizo ganar mucho dinero con la venta de sus libros, según numerosas personas al tanto de los pormenores de su designación.
Por Ashley Parker, Josh Dawsey y Michael Scherer
Traducción de Jaime Arrambide