El partido interzonal expuso los límites de River. El cruce con Estudiantes lo dejó desorientado. Todavía no está para exhibir chapa de muy buen equipo. Ni siquiera de ser confiable. Le cuesta madurar, cuando da la sensación de que está para dar un paso adelante, se estanca, reflotan las dudas que lo siguen como una nube en la mayoría de los partidos. Estudiantes fue tan duro y pragmático como cabía imaginar. No le pesaron los 10 años que llevaba sin ganar en el Monumental – en 2014, paradójicamente le provocó la primera derrota al ciclo incipiente de Marcelo Gallardo-, sino que se afirmó en su actualidad de equipo bien estructurado, sagaz, con una personalidad ganadora, cimentada en los tres títulos locales que obtuvo en poco más de un año.
Sin desconocer los méritos de Estudiantes, River se condenó solo, desde un comienzo abúlico, dormido, pasando por la discutible decisión de Gallardo de dejar en el banco a Borja para ubicar a Driussi de N° 9, y terminando con el tiro en el pie que resultó la expulsión de Enzo Pérez –nada menos- en un contraataque visitante con la defensa desacomodada. En la conferencia de prensa, el Muñeco justificó su suplencia en que el colombiano no estaba en su mejor condición física debido a un dolor en una pierna.
El River que no recibía goles desde la primera fecha se desmanteló en el arranque por la izquierda, descubrió un sector que Estudiantes leyó rápido. Primero fueron dos proyecciones y centros de Meza para cabezazos de Guido Carillo y Cristian Medina. No tomó nota River de las advertencias. Siguió impávido, adormecido. Acuña se veía desbordado, a Pity Martínez le costaba el retroceso, Enzo Pérez no llegaba hasta ahí y Paulo Díaz no aparecía para los cierres. Un caramelo para Estudiantes, que en el tercer avance por ese andarivel logró combinar entre Meza y el astuto Tiago Palacios para el centro que Nicolás Castro definió debajo del arco. El invicto de Armani, desde la equivocación ante Platense por la primera fecha, se cortaba a los 549 minutos.
Lo más destacado de River 0 – Estudiantes 2
Simple y directo fue Estudiantes, que arrancó con las revoluciones altas, a punto tal que a los seis minutos ya tenía amonestados a los dos centrocampistas, Ascacíbar y Piovi, quienes supieron cuidarse de la expulsión en el resto del encuentro. Ahí también se ve la inteligencia de un equipo. El Pincha dejaba en claro su plan: arranque agresivo y, una vez conseguida la ventaja, achique de espacios en campo propio y la carta del contraataque en la manga. Lo de River fue más perezoso e incierto. Gallardo, a partir de un par de cambios, también modificó el esquema de ataque. Ausente Colidio por un malestar estomacal, no hubo titularidad para Borja, que saliendo desde el banco había sido determinante en los triunfos sobre Lanús y San Martín de San Juan. Por primera vez, Driussi fue la principal referencia ofensiva, cuando su mayor aporte suele como segunda punta, entre volantes y defensores.
Su comienzo indolente y la consecuente desventaja pusieron a River a picar piedra, que fue a lo que lo obligó Estudiantes con su repliegue y escalonamiento. Cada jugador que iba a marcar tenía a un compañero en apoyo. Como ejemplo, Castro había llegado hasta el área chica para el 1-0, pero no le sacaba el ojo ni le perdía pisada a Montiel. La gambeta de Pity Martínez limpiaba algunos metros en el escarpado terreno que le esperaba a River para arrimarse a Mansilla.
Mientras Meza no terminaba de meterse en el partido, River se hacía más punzante sobre la derecha, con la zurda Mastantuono, el acompañamiento de Simon y las subidas de Montiel, que ante la falta de un N° 9 apareció en el corazón del área con un cabezazo que se fue alto. La explosiva zurda de Mastantuono se quedó sin pólvora para definir un desborde con centro atrás de Montiel. Ocasión desperdiciada para lamentar porque a River le costaba generar situaciones de riesgo. Y otro dato que retrata a este River de carburación lenta, de activación demorada: en las ocho fechas del torneo no marcó goles en los primeros tiempos.
El panorama se le oscureció en el segundo tiempo, porque más allá de un arranque dominante, con tendencia a buscar por la vía aérea, el equipo de Gallardo se terminó de condicionar con la expulsión de Enzo Pérez a los 11 minutos, por una dura entrada desde atrás para bajar a Medina en un prometedor contraataque.
River necesitaba a Borja, más peso en el área, inclusive como faro para los muchos centros que llovían. Pero el colombiano ingresó cuando su equipo se quedó con 10, y si bien todos siguieron poniendo el hombro, el complejo partido que había planteado Estudiantes se tornó en un sudoku para River. Estudiantes tenía a Carrillo para aguantar la pelota y permitir la llegada de las segundas líneas. E ingresó el eléctrico Cetré para el golpe de gracia, con un remate que desvió Armani y le cayó al incansable Ascacíbar para el 2-0. Chau invicto para River, que sigue sin darle la bienvenida a un equipo que entusiasme a sus hinchas.