Por nuestra mente pasan miles de pensamientos cada día, los cuales tienen, por lo general, una duración breve y no están relacionados con lo que estamos llevando a cabo en ese momento.

Todos, seamos conscientes de ello o no, tenemos pensamientos de toda clase. Algunos son muy lindos, otros son neutros y otros nos generan emociones negativas, como tristeza o angustia, sin sernos de utilidad.

Los pensamientos que invaden nuestra mente se convierten en obsesiones que no sabemos cómo manejar

Lo cierto es que, muchas veces, los pensamientos que invaden nuestra mente se convierten en obsesiones que no sabemos cómo manejar. Steven C. Hayes, psicólogo estadounidense, explica que existen tres posibles conductas frente a estas. Dos que no funcionan y una que sí funciona. Veamos:

  1. Controlar lo que pensamos

Los humanos somos capaces de controlar nuestros comportamientos, pero no nuestra mente. La gente que intenta, por todos los medios, controlar lo que piensa de manera obsesiva a diario pierde calidad de vida. ¿La razón? Cuanto más uno trata de controlar sus pensamientos, estos más aumentan.

  1. Distraerse para no pensar

En ocasiones, cuando experimentamos temor o angustia, procuramos distraernos o pensar en otra cosa. Esto tampoco sirve, pues, como en el caso anterior, solo se logra que los pensamientos obsesivos que se intenta evitar reaparezcan con mayor potencia, lo cual nos hace sentir peor que antes.

  1. Observar lo que pensamos sin juzgar

No es necesario luchar en contra de los pensamientos negativos, ya sea intentando controlarlos o evitarlos. Lo único que resulta efectivo es observarlos como si se trataran de una imagen sin emitir juicio alguno. De esta manera, uno acepta que estas ideas están allí, pero, al mismo tiempo, se hace consciente de que no es “uno con los pensamientos”. Ni yo ni vos somos lo que pensamos. ¡Somos mucho más que eso!

No permitamos que los pensamientos que surgen de manera obsesiva dirijan nuestra vida. Hagamos uso de cada idea que aparezca en nuestra mente, según sea de utilidad o no. Aprendamos a mirar los pensamientos como si fuesen hojas que pasan flotando por las aguas de un río. Así, perderán poder y seguirán de largo. Los pensamientos son solo ideas y ¡tú no eres tus pensamientos!