Un cartel en la puerta de un restaurante generó debate en las redes sociales (Crédito: Freepik)

Un simple cartel colocado en la puerta de un bar, con un mensaje humorístico sobre la suegra, ha generado en los últimos días una intensa discusión en redes sociales sobre los límites del humor y la persistencia de estereotipos de género.

La imagen muestra el siguiente aviso: “Cerramos el 28, no son vacaciones, se viene la suegra. Abrimos el 12 de agosto”. Este mensaje ha trascendido su función informativa y se ha convertido en el centro de un debate sobre la sensibilidad actual ante los clichés familiares.

El cartel, escrito en mayúsculas y colocado en el contexto de los cierres estivales habituales en bares y restaurantes de grandes ciudades como Madrid, pretendía informar a los clientes sobre el cierre temporal del local. Sin embargo, la elección de la figura de la suegra como motivo de la broma no pasó desapercibida.

El cartel, en alusión a la figura de la suegra, en un restaurante de España (X: @SoyCamarero)

Es que la referencia a la suegra como causa del cierre retoma el viejo tópico de la suegra incómoda o problemática, un recurso humorístico que, según voces críticas, ya no refleja la realidad social actual.

La reacción en redes sociales se multiplicó rápidamente. Numerosos usuarios expresaron su malestar, señalando que el mensaje perpetúa un estereotipo considerado desfasado y machista. Para estos críticos, el humor basado en la figura de la suegra refuerza ideas arcaicas sobre el rol de las mujeres en la familia y en la sociedad.

Entre las voces más destacadas, una usuaria escribió: “El mito machista de la suegra como excusa y pretexto (aunque sea en tono jocoso), es algo tan rancio y arcaico que demuestra bastante lo alejado de la realidad que está quien lo usa. Muchas ‘suegras’ sustentan hoy en día a familias enteras con hijas y yernos desempleados”.

Frente a las críticas, también surgieron defensores del humor y del derecho a la broma en espacios públicos. Algunos usuarios minimizaron la polémica, argumentando que el mensaje del cartel no debe interpretarse como una ofensa, sino como una muestra de humor cotidiano sin mayor trascendencia.