Más de 3000 kilómetros tuvo que nadar, a sus más de 60 años, el tortugo Jorge para retornar a sus aguas natales. A pesar de haber pasado 40 años en cautiverio, su instinto, su tesón y el enorme trabajo de un grupo de especialistas hicieron que el animal lograra llegar desde Mar del Plata hasta Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, Brasil. Ahora ya no se lo podrá rastrear más, ya que el transmisor que se le había colocado para tal fin se quedó sin batería.
Mariela Dassis, doctora en biología e investigadora del Conicet, a cargo del seguimiento satelital de Jorge, brindó detalles sobre lo que se logró estudiar en este tiempo: “Fueron un total de 109 días, cercano a los cuatro meses, y nos permitió extraer conclusiones muy importantes sobre su desempeño y sobre el éxito total que ha significado la reinserción de Jorge, después de 40 años, en su medio natural. Queríamos comunicar que la finalización del monitoreo es completamente esperable. Cuando uno coloca este tipo de instrumentos, sabe que tienen una vida útil”.
“A partir de ahora procederemos a hacer un análisis más fino de los resultados que hemos obtenido, pero lo que hemos obtenido hasta ahora nos ha permitido inferir con mucha claridad el éxito de su reinserción, principalmente a través de dos factores muy importantes. En primer lugar, lo que nos mostró este monitoreo y los patrones de movimiento que vimos es que Jorge logró su desafío más grande, que era, luego de 40 años de cautiverio, poder orientarse, poder realizar la migración típica de esta especie y poder dirigirse hacia aguas cálidas, hacia Brasil, que es su lugar de origen. Ese era el principal desafío, el punto más crítico, que estuvimos mirando muy de cerca desde el inicio del monitoreo. Y lo superó, sin lugar a dudas, porque en su primera orientación fue con ese rumbo norte y lo mantuvo durante toda su travesía”, explicó la bióloga.
Y continuó: “En segundo lugar, lo que pudimos ver preliminarmente es que él se movió a velocidades normales para la especie y realizó patrones de movimiento típicos para la especie, lo cual, si bien uno no tiene un seguimiento del estado de salud porque ya no lo ve, ya no puede hacer un análisis de sangre, no puede estar encima del animal, de la manera que él se movió sostenidamente durante casi cuatro meses, nos permiten inferir un correcto estado de salud y nos permiten inferir que se debe haber estado alimentando correctamente. Estos patrones de movimientos típicos incluyeron el comportamiento de desplazamiento sostenido durante un día, o día y medio, intercalado con la permanencia en ciertas áreas, probablemente para alimentación o para exploración por unos días más, y luego la continuidad de su movimiento o desplazamiento”.
Para Dassis, además, Jorge estableció dos “hitos históricos”. En primer lugar, haber tardado solo 18 días en cruzar el límite con Brasil.
“El segundo hito histórico es que él logra volver a su lugar de origen. Se sabe por análisis genéticos que él es originario de las colonias del norte de Brasil. Esto incluye las colonias de Praia do Forte y las colonias de Río de Janeiro. La última posición de Jorge es en Bahía de Guanabara, en Brasil, en Río de Janeiro, con lo cual él puede ser originario de esta colonia y puede ya estar en su lugar de origen. Si bien pensábamos que también Praia do Forte era una posibilidad, él puede estar tranquilamente en su lugar de origen y su comportamiento durante los últimos 15 días de permanecer en esta bahía lo demuestran. Esa es un área importante de tortugas. Es un área frecuentemente utilizada por esta especie. Ya no podremos seguirlo por la interrupción de la transmisión, pero sabemos que está en el lugar donde esperábamos que llegara”, indicó la investigadora.
Dassis dejó en claro: “Bajo ningún concepto, la finalización de la transmisión, esperable y lógica para este tipo de monitoreos, implica que a él le pasó algo o podemos saber sobre su estado de salud. Eso no se puede concluir directamente. Lo que sí tenemos como dato positivo es que el instrumento nunca entró en estado de ‘hold out’. Los instrumentos hacen eso cuando permanecen más de diez minutos fuera del agua. El sensor lee que está seco y cambia su configuración y me lo avisa. Eso no ocurrió nunca. Esa es la única manera en que un instrumento podría habernos brindado una mala noticia de Jorge. Por suerte no la tuvimos, así que damos por finalizado el monitoreo y nos emprendemos a la tarea de analizar los datos”.
“Jorge nos hace un regalo muy grande, nos brinda muchísima información científica para conocer más de la especie, para su conservación”, concluyó la bióloga, quien además destacó el trabajo que se hizo desde la Municipalidad de Mendoza, el Mar del Plata Aquarium, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y el aporte de todas las personas que fueron parte del proceso de reinserción de Jorge.
La historia de libertad del tortugo Jorge
Jorge es un ejemplar de tortuga marina de la especie Caretta caretta que no sabía lo que era nadar en libertad desde 1984, cuando fue capturado incidentalmente en el estuario de “El Rincón”, en Bahía Blanca. Tenía aproximadamente 20 años de edad.
El pasado 11 de abril, tras un operativo del que participó Prefectura Naval Argentina, fue liberado a 15 millas náuticas de la costa de Mar del Plata, desde donde emprendió el regreso a su tierra natal. Fueron más de 40 años de una historia de encierro, paciencia y una tenacidad más fuerte que un caparazón.
En un primer momento, apenas capturado, el tortugo originario de las colonias de nidificación en Brasil fue trasladado desde Bahía Blanca hasta el Acuario Municipal de la Ciudad de Mendoza. Fueron 1.123 kilómetros para pasar de la costa atlántica a un sitio aledaño a Los Andes, en avión y sin escalas.
Allí permaneció durante 38 años. Tanto tiempo pasó, que hasta el lugar cambió de nombre y pasó a ser el Centro para la Conservación de la Biodiversidad de Mendoza. En medio de esos cambios, en 2021, al notar que las condiciones de su alojamiento no eran las adecuadas, se inició el plan para que Jorge iniciara el proceso para una probable reinserción a su medio natural.
El proceso de adaptación salina progresiva se extendió durante 14 meses, incrementando gradualmente la salinidad hasta alcanzar el 33% requerido por su fisiología marina.
Finalmente, el 26 de octubre de 2022 se efectuó su traslado al Centro de Rehabilitación de Fauna Marina de Aquarium (CRFMA). En un vuelo de la empresa local Aerotec que duró unas cuatro horas, el tortugo viajó nuevamente hacia la provincia de Buenos Aires. Esta vez, el destino era Mar del Plata.
Según informaron desde la Universidad Nacional de Mar del Plata y el Conicet, durante la estadía de Jorge en Mar del Plata “se realizó una revisión de la información existente sobre las actividades de enriquecimiento ambiental en otros centros de rehabilitación y se implementó un programa de enriquecimiento ambiental (registrando el comportamiento del animal mediante un etograma que permitiera evaluar la respuesta a las distintas herramientas de enriquecimiento ambiental proporcionadas), en colaboración con el equipo veterinario, para fomentar la realización de comportamientos naturales de alimentación y locomoción, con el propósito final de liberar la tortuga en mar abierto”.
Este último 11 de abril llegó el momento de la libertad para Jorge. Con sus más de 100 kilos de peso emprendió el regreso a casa. En 18 días, partiendo desde la costa atlántica, atravesó el Río de la Plata, las costas de Uruguay y, finalmente, llegó a su país natal. Luego, continuó camino hacia el norte hasta llegar a su casa, en Bahía de Guanabara, Río de Janeiro.