La sangre de Tim Friede podría ser la clave para desarrollar un antídoto universal contra el veneno de serpiente (IWonder)

Durante casi dos décadas, el cuerpo de Tim Friede ha sido su propio laboratorio viviente: entre mordiscos e inyecciones, su sistema se ha enfrentado al veneno de serpiente un total de 856 veces, 200 de ellas mordiscos. Voluntariamente, claro, mucho habría que esforzarse para verse tantas veces en esa concreta. Pero lo que comenzó como una obsesión peligrosa terminó llamando la atención de la ciencia, que ahora, contra todo pronóstico, ve en su sangre una posible clave para crear el primer antídoto universal contra mordeduras de serpiente.

Tim Friede: de obseso por las serpientes a hombre-antídoto

Desde joven, Friede criaba serpientes en casa como quien colecciona sellos. En algún momento, decidió dar un paso más: comenzó a extraerles el veneno, diluirlo e inyectárselo de forma voluntaria. Un impulso digno de estudio, de por sí, pero la cosa se puso seria cuando, en un intervalo de apenas una hora, recibió dos mordeduras de cobra. El veneno casi lo mata (del todo), pero quedó en coma.

“Básicamente se me paró el corazón y morí”, contó años después a National Geographic. Sobrevivió, según sus propias palabras, porque su cuerpo ya había desarrollado cierta inmunidad, aunque también admitió que “no fue divertido. Tenía la suficiente inmunidad para una mordedura, pero no para dos. La cagué por completo”. Lejos de decidir que debía abandonar su experimento, Tim consideró que necesitaba esa inmunidad a toda costa, lo que acabó por suponer que, a través de jeringas o mordeduras directas, Friede expusiera a su sistema inmunológico al veneno de algunas de las serpientes más peligrosas del planeta: cobras egipcias, taipanes, mambas negras, serpientes de cascabel del Mojave. En lugar de colapsar, como sería normal, su cuerpo empezó a generar anticuerpos capaces de neutralizar sus efectos.

Era la década de los 2010, así que estaba claro: lo grabó todo con su móvil y lo subió a YouTube. La serie de vídeos – donde se le ve ser mordido por una mamba negra tras enfrentarse a un taipán de Papúa Nueva Guinea – bien podría haber terminado en tragedia. Debería haberlo hecho, pero, en lugar de eso, captó la atención de Jacob Glanville, inmunólogo y CEO de la biotecnológica Centivax.

Entre mordiscos e inyecciones, Tim Friede ha recibido 856 dosis de veneno de serpiente (Imagen Ilustrativa Infobae)

Vio a un loco en YouTube y decidió sacarle sangre

Glanville y su equipo vieron una oportunidad única: aprovechar los anticuerpos hiperinmunes de Friede para desarrollar un antídoto diferente. No se quedó en una idea: en pruebas de laboratorio, el suero extraído protegió a ratones frente al veneno de 19 especies distintas de serpientes. Todas están en las listas de la Organización Mundial de la Salud como “Categoría 1″ o “Categoría 2″ de las más letales del mundo.

Normalmente, los antídotos se elaboran a partir de la sangre de caballos u ovejas que han sido expuestos al veneno de una sola especie. Por eso, son específicos de zona y de especie, lo que complica tener un antídoto a mano en caso de emergencia en zonas silvestres. Además, al no ser humanos, esos anticuerpos pueden provocar reacciones adversas.

El caso de Friede es distinto. Lo primero: es humano. Pero, además, su sangre contiene dos tipos de anticuerpos clave: el primero, bautizado como LNX-D09, fue eficaz frente a seis tipos de veneno. Combinado con un fármaco llamado varespladib, amplió su efecto a tres especies más. El segundo anticuerpo, SNX-B03, ofreció protección, aunque parcial, frente a todas las especies analizadas.

“Con tres componentes, conseguimos una protección total contra 13 de las 19 especies, y parcial para el resto”, explicó Glanville. La idea ahora es dar con un hipotético “cuarto agente” que permita cerrar el círculo. La meta es clara: un solo cóctel que sirva para neutralizar cualquier mordedura, en cualquier parte del mundo.

De momento, los ensayos se han centrado en la familia de serpientes conocidas como elápidos (cobras, mambas, etc.). El objetivo es extenderlo también a los vipéridos, como las víboras o las serpientes de cascabel. Para eso, el equipo trabaja con investigadores de la Universidad de Columbia, afinando la fórmula mínima necesaria para lograr una protección completa.

Antes de que este antídoto pueda ser aprobado para humanos, será necesario superar todas las fases clínicas. Mientras tanto, el plan es comenzar las pruebas en perros mordidos por serpientes en clínicas veterinarias de Australia. En cualquier caso: lo que empezó como una extraña afición podría terminar salvando miles de vidas. La sangre de Tim Friede, cargada de historia y anticuerpos, podría ser el ingrediente principal de un antiveneno universal.