Cada año, entre 290.000 y 650.000 personas mueren en el mundo por gripe. La cifra es impactante y revela que esta enfermedad viral, muchas veces subestimada, puede tener consecuencias graves, especialmente en pacientes con condiciones de salud preexistentes o edad avanzada. En este contexto, especialistas insisten en que la vacunación es una de las intervenciones más efectivas, seguras y costo-efectivas para reducir la carga de la patología, hospitalizaciones y muertes. Sin embargo, todavía persisten mitos y barreras que impiden una cobertura óptima, incluso entre quienes están en mayor riesgo.
“La vacuna antigripal es fundamental porque reduce las formas graves de gripe, disminuye la tasa de hospitalización y la mortalidad, y también reduce la probabilidad de enfermedad sintomática”, explicó Leda Guzzi, de la Sociedad Argentina de Infectología. Pero sus beneficios no se limitan a la prevención directa de la patología: “La vacunación se ha asociado claramente con una reducción del accidente cerebrovascular, la enfermedad coronaria y la internación por cualquier causa en personas mayores”, añadió.
Esto se debe a que la gripe no es solo una infección respiratoria. Según Guzzi, se trata de una enfermedad proinflamatoria que puede actuar como desencadenante de eventos cardiovasculares graves. “Favorece eventualmente enfermedades tromboembólicas”, explicó, por lo que el efecto protector de la vacuna se extiende a otras patologías frecuentes entre los adultos mayores.
A nivel local, la campaña nacional de vacunación antigripal incluye tres grandes grupos: niñas y niños de 6 a 24 meses (y hasta los 3 años si tienen factores de riesgo), personas de 3 a 64 años con condiciones priorizadas, y todas las personas mayores de 65 años. También se promueve la estrategia de “vacunación en capullo”, que consiste en inmunizar a convivientes de personas inmunocomprometidas o bebés prematuros, para proteger de forma indirecta a quienes tienen mayor vulnerabilidad.
Cecilia Ezcurra, jefa del servicio de Infectología del Hospital Alemán, advirtió que la influenza no es solo un resfrío común. “Es una enfermedad viral altamente contagiosa que puede provocar complicaciones importantes, hospitalización e incluso la muerte, especialmente en poblaciones vulnerables como adultos mayores, embarazadas, niños pequeños y personas con enfermedades crónicas”, afirmó la experta. Para ella, vacunarse es la forma más eficaz y rentable de prevenir la infección y sus consecuencias.
Según datos internacionales, entre 3 y 5 millones de personas desarrollan anualmente una gripe grave. En aquellas con enfermedades cardiovasculares, la probabilidad de muerte asociada a esta infección se multiplica por cinco. En adultos mayores, un episodio gripal puede significar una pérdida de independencia funcional, y se estima que la vacunación en este grupo reduce la mortalidad por cualquier causa hasta en un 50%. En personas con diabetes, los estudios muestran que los vacunados tienen hasta un 79% menos de hospitalizaciones que quienes no reciben la vacuna.
Mitos
A pesar de esta evidencia, muchos aún dudan o posponen su aplicación. Por eso, los especialistas insisten en desmentir algunos mitos frecuentes. Uno de ellos es creer que la vacuna no sirve porque “igual te da gripe”. Ezcurra respondió con claridad: “La vacuna reduce el riesgo de contraer la enfermedad, y si se presenta, los síntomas suelen ser más leves. Además, disminuye significativamente las complicaciones y hospitalizaciones”.
Otro error común es pensar que la vacuna es solo para niños pequeños. “La gripe puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad”, recordó Ezcurra, y subrayó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda su aplicación anual para todos los grupos de riesgo. Estos incluyen a personas mayores de 65 años, embarazadas en cualquier trimestre, niños desde los seis meses y personas con enfermedades crónicas como asma, EPOC, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, enfermedades inmunológicas o en tratamiento inmunosupresor, entre muchas otras.
En este sentido, Guzzi recordó que también deben vacunarse las puérperas —hasta los 10 días después del parto—, el personal de salud, y las personas entre 2 y 64 años con factores de riesgo, que deben presentar indicación médica o documentación que acredite su condición. “También deben recibir la vacuna personas esplenectomizadas, trasplantadas, con retraso madurativo grave, insuficiencia renal o enfermedades neuromusculares con compromiso respiratorio”, explicó.
Otro aspecto clave que a menudo se desconoce es que la vacuna debe aplicarse todos los años. Las cepas del virus de la gripe cambian constantemente y la inmunidad disminuye con el tiempo. Por eso, la OMS actualiza cada temporada la composición de la vacuna y la recomendación es inmunizarse anualmente para una protección eficaz.
“Vacunarse solo toma unos minutos, pero el impacto es duradero, tanto para usted como para quienes le rodean”, resumió Ezcurra. A esto se suman otras medidas preventivas como el lavado frecuente de manos, cubrirse al toser o estornudar, y evitar el contacto cercano con otras personas si se presentan síntomas gripales.