En medio de la guerra en Ucrania, Rusia ha intensificado su uso de la desinformación como herramienta estratégica para manipular percepciones, desestabilizar democracias y justificar su agresión militar, según expertos y diplomáticos reunidos en la conferencia “Manipulación de Información e Interferencia Extranjera. Desafíos Globales y Respuestas Democráticas”, celebrada este lunes en Buenos Aires.
El evento, organizado por embajadas de la Unión Europea, Ucrania, Polonia y otros países aliados, puso el foco en las tácticas rusas de guerra híbrida, donde la propaganda y las noticias falsas operan como extensiones de su arsenal bélico.
La desinformación como arma de guerra
Desde la invasión a Ucrania en 2022 —y aún antes, con la anexión de Crimea en 2014—, el Kremlin ha perfeccionado una maquinaria de manipulación informativa que busca “sembrar pánico, desmoralizar a la sociedad y debilitar el apoyo internacional a Ucrania”, según Ivan Slychko, jefe del Departamento de Alfabetización Mediática del Centro para la Lucha contra la Desinformación de Ucrania, quien participó vía videollamada en el evento, que contó con el apoyo del Foro de Periodismo Argentino y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Yurii Klymenko, embajador de Ucrania en Argentina, fue más allá: “Rusia ha convertido la información en un arma”. En su intervención, denunció que las campañas de desinformación no solo buscan deslegitimar al gobierno ucraniano, sino también deshumanizar al pueblo ucraniano y justificar actos de violencia, incluidos crímenes de guerra. Como ejemplo, citó el caso de la periodista Viktoria Roshchyna, torturada y asesinada bajo custodia rusa.
Klymenko alertó sobre la expansión de estos métodos en América Latina, donde medios afiliados al Kremlin, como RT (antes Russia Today) y Sputnik, “difunden noticias falsas, manipulan percepciones y debilitan las democracias”. Criticó especialmente acuerdos de distribución de contenidos, como el firmado con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que, según él, buscan “victimizar al agresor” en el conflicto.
Estrategia global y amenaza a las democracias
La injerencia rusa no se limita a Ucrania. Stewart Ross Wheeler, embajador de Canadá, relató cómo su país enfrentó interferencias en sus elecciones federales de 2019 y 2021. “La interferencia extranjera es una amenaza real”, dijo, explicando que actores maliciosos usaron el ciberespacio para polarizar a la sociedad canadiense. Aunque no se comprometió el resultado electoral, el gobierno implementó medidas para blindar sus instituciones.
Pelayo Castro Zuzuárregui, representante de la Unión Europea, coincidió en que la desinformación es una herramienta clave de gobiernos autoritarios para “explotar divisiones, erosionar la confianza en las instituciones y polarizar sociedades”. Subrayó que se trata de una estrategia coordinada, no de hechos aislados, dirigida a “manipular el espacio informativo y afectar decisiones soberanas”.
Bogna Ruminowicz, encargada de Negocios de la embajada de Polonia, pidió prestar atención a “la injerencia rusa, porque la desinformación es una amenaza real a la estabilidad de nuestras sociedades”.
Mientras, Amador Sánchez Rico, embajador de la UE en Argentina, aclaró que el objetivo no es censurar, sino “proteger un debate libre y transparente, donde las mentiras sean desmentidas con información verificada”.
Cooperación internacional y alfabetización mediática
La conferencia dejó en claro que la desinformación rusa es un fenómeno sistémico, con ramificaciones globales. Desde Ucrania, donde es parte esencial de la guerra, hasta América Latina, donde busca ganar influencia, el Kremlin ha demostrado que la batalla por la verdad es tan crucial como la que se libra en el campo de batalla.
Frente a este panorama, los participantes enfatizaron la necesidad de una respuesta multilateral. “La conferencia demostró que sólo a través de la cooperación interestatal, el desarrollo del pensamiento crítico, el apoyo al periodismo independiente y la alfabetización mediática podemos hacer frente a la ola de desinformación que amenaza al mundo democrático”, declaró la Embajada de Ucrania en un comunicado tras el evento.
Como resumió Slychko: “El país-agresor utiliza sistemáticamente la desinformación como arma”. Y en un mundo hiperconectado, sus efectos no conocen fronteras.