“Nadie se quede sin bailar”. Ese pide, anuncia, promete, el grupo Elemí, que se dedica a la “rumba porteña”. ¿Cómo es eso? El tradicional rumbo cubano pero pasado por el corazón y la cultura de músicos principalmente -aunque no sólo- argentinos y de Buenos Aires.

“De alguna manera, hacer rumba cubana en el siglo XXI, en esta modernidad, tiene que ver con reconocer la importancia de Cuba en la música. Por ejemplo en las formas del jazz neoyorquino, con la presencia de percusionistas cubanos en Nueva York en la década del 40″, dice Rodrigo -“Ropi”- Herraz, uno de los fundadores del grupo, que ya tiene 15 años de trayectoria y que se presenta este viernes a las 22 en el Centro Cultural El Páramo, en Boedo.

¿Por qué hacer rumba cubana en Buenos Aires? “La música cubana, con la salsa y los géneros folclóricos ha invadido, digamos, muchísimos lugares”, dice el músico. “A nosotros nos llega eso desde muy pequeños, y de alguna manera tener un grupo de rumba cubana en este contexto nos trae también la posibilidad de aportar estos instrumentos nuevos para tratar de generar una sonoridad un poquito más moderna, contemporánea, sin perder la búsqueda o encuentro con las raíces de lo folclórico cubano, que sin duda nos conectan con nuestras propias raíces, siendo esta una sociedad que no tiene tan claro cuál es la influencia afrodescendiente en su música”.

El grupo Elemí, en su reciente presentación en el Palacio Libertad

La rumba, como género musical, nace en los barrios populares de Cuba a fines del siglo XIX, especialmente entre comunidades afrodescendientes, y se caracteriza por su estructura basada en la percusión, el canto y la danza. Dentro de ella conviven subgéneros como el yambú, la columbia y el guaguancó, cada uno con formas rítmicas y coreográficas propias. En la rumba, el tambor es central, pero también lo es el diálogo entre el cuerpo y la música: se trata de un género que no se concibe sin movimiento, sin interacción entre músicos, bailadores y público. Es precisamente ese carácter participativo, comunitario y vital el que Elemí busca conservar y reinterpretar desde Buenos Aires.

Según Herraz -percusionista, cantante y director de Elemí– “en las mismas épocas en las que se tocaba rumba en Cuba, hacia mediados del siglo pasado, aquí había candombes porteños y afroporteños, pero esa música no trascendió ni dentro de nuestro país, ni a nivel internacional, como si la música de Cuba”.

Tal vez por eso, los recitales de Elemí funcionan bien cuando la gente se enciende y baila. Simplemente, baila. “La música que hace el grupo Elemí se define como música bailable cubana. Comprende folclore puro y duro, como la rumba, como también influencias de la salsa y la salsa moderna cubana que se llama ‘timba cubana’” , dice Herraz. “Hay elementos del funk, elementos del rap, elementos del hip hop, de las músicas negras de Estados Unidos también”.

Baile en el show de Elemí.

Y, sí, se baila: “Todas las piezas que realizamos tienen como objetivo que la gente baile, dado que es una música popular y está estrechamente asociada en su génesis con la danza”.

En el show de este viernes, además de sus clásicos, estrenarán temas nuevos y mostrarán su nuevo formato, que incorpora piano y flauta traversa a su clásica formación de folclore cubano de percusión y voces.

El grupo está formado por Sebastian Acosta, Lucas Salazar, Luka Goldsmith, Maxi García, Leótico, Manu Altamirano, Carla Albarez y Ropi Herraz. La cita es a las 22 en El Páramo Cultural, Carlos Calvo 3974. IG @elemirumba.