En sus redes sociales, Rocío Marengo compartió con evidente alegría que su bebé comenzó a moverse. Ya siente las primeras pataditas en el vientre, contó. Con emoción, la actriz e influencer mostró cómo vive el avance de su embarazo y la conexión con el hijo que espera, cuando transcurre la semana 22 de gestación.

En una charla con Teleshow, Rocío habló en profundidad de su historia para ser madre. “Miro para atrás y digo cómo hice, porque la verdad, en un momento pensé que no me la bancaba”, confiesa sobre los largos años dedicados a la búsqueda del embarazo. Su relato, envuelto en emociones a flor de piel y recuerdos frescos, no da tregua a la resiliencia.

Rocio Marengo desborda de felicidad al sentir las primeras pataditas de su bebé

Desde su experiencia, la maternidad no fue un mandato impuesto ni un simple anhelo: fue una decisión profundamente personal marcada por el recorrido de tratamientos de fertilidad, el apoyo incondicional de su pareja y una sincera introspección. “Yo tenía claro que quería ser mamá y eso es fundamental. Como primera medida”, subraya con convicción en un diálogo honesto que alterna la alegría, la incertidumbre y el agotamiento.

En pleno embarazo y con una serenidad que mezcla gratitud y alivio, Marengo ahora se permite mirar hacia atrás para dimensionar la travesía: “Lo más lindo de todo esto es que cambió todo. Pensar en un bebé juntos no es lo mismo que haber estado sola”. Sus palabras atraviesan el tiempo vivido, desde los sueños infantiles hasta el presente, entre expectativas, fe y la redefinición de la propia vida.

El deseo de ser madre: una decisión propia

—¿Estabas segura de tener un bebé o o era más un mandato social?

—No, yo creo que yo tenía claro que quería ser mamá y eso es fundamental. Yo no lo tomo como algo de la sociedad y de hecho si pienso en la sociedad, capaz que ser madre grande hasta es más jugado. Mis amigas eran mamás y yo estaba en pleno laburo… No estaba mi cabeza puesta en la maternidad ni en frenar todo por armar una familia, ni por un hombre. Yo le daba para adelante.

—¿Lo hubieras tenido sola, por ejemplo?

—Si, lo hubiese tenido sola. Pero si tengo que elegir, claramente, quiero esto que tengo ahora: una familia. Pareja, la familia, los dos pensar en estar con el bebito, pensar el nombre y pensar juntos en el futuro.

—¿Cuánto tiempo lleva esta búsqueda y cómo fueron transitando las diferentes etapas?

—Como cinco años, porque primero los buscamos en forma natural, después de baja complejidad –que igual te dan medicación, que también es invasivo para la pareja porque es muy forzado todo este tipo–. Después dijeron basta de complejidad y empezamos con in vitro.

—¿Fueron tratamientos seguidos?

—Más estos últimos tres años que yo directamente estaba solo focalizada en esto. Me guardé, estaba solo con esto. La última vez que había que ir a hacer el estudio de sangre, yo tenía mucho miedo porque claramente eran mis últimas valijas…no me bancaba una piña más, te juro.

—¿Pensaste en abandonar la idea?

—Sí, en ese momento era como demasiado. Y pensaba… si esto no se da, yo no sé si pueda seguir probando con diferentes tratamientos.

Rocío Marengo y Eduardo Fort disfrutando viajes juntos

La pareja como sostén

El proceso de buscar un hijo con tratamientos de fertilidad no solo impacta a quien lo transita físicamente, sino que pone a prueba a la pareja en todos los planos. Rocío Marengo habla con afecto, admiración y honestidad sobre el papel fundamental de Eduardo Fort, su compañero en este recorrido.

—¿Cómo te sostuvo Eduardo en todo este camino, especialmente en los momentos más difíciles?

—Me acompañó en mi deseo y en mi sueño, porque él tiene sus tres hijos. Para mí era intenso. Por momentos estaba triste, estaba en carne viva. Ahora miro para atrás y digo como hice, pero la verdad, no sé si lo hubiese hecho sola. Eduardo me sostuvo. En el momento que realmente no la podía mas, estuvo ahí para decirme: ‘dale, tenés que ir’.

Rocío Marengo y Eduardo Fort, serán padres juntos por primera vez

—¿Pensaste alguna vez en adoptar si el embarazo no llegaba a darse?

—No llegué a pensar en adoptar. Porque con todas las opciones que ofrece la ciencia, yo tenía unos pequeños caminos alternativos antes de pensar adoptar. Si había pensado en tener niños en tránsito. Ahí sí llegué a inscribirme, y eso me parece un gesto hermoso, cobijar a un niño mientras busca una familia que lo pueda tener definitivamente.

Para Rocío, la espiritualidad se transformó en un apoyo vital en los momentos de mayor incertidumbre. A lo largo de este proceso, los rituales, los pedidos y las señales fueron cobrando un sentido profundo, consolidando la fe como un verdadero sostén.

—¿Cómo nació tu acercamiento a la fe y al padre Ignacio en este camino?

—Yo fui a Luján cuatro veces… Y el padre Ignacio fue clave. Me lo recomendaron unas chicas porque se hizo público lo que yo estaba viviendo. Caminé a Luján y fue hermoso, la energía de la gente te tira para adelante, pero el padre Ignacio fue diferente.

—¿Qué te marcó en ese encuentro?

—Cuando fui a ver al Padre Ignacio, fui con Edu. Nos dio algo específico que teníamos que hacer. Me dio un pan dulce, tenía que ponérmelo en el vientre. Yo anduve con ese pan dulce por Las Vegas, Miami, Chile.

—¿Recibiste algún mensaje o señal en especial?

—El día de la transferencia, llevo el pan dulce en la cartera junto con una virgencita. Llego a la clínica, saco una cosa y se me cae el vaso, se me abre el pan dulce. Al otro día un chico pasó por el que está en la fábrica de Eduardo y me dio una estampita del padre Ignacio. Para mí, eso fue una señal: sentí que no estaba sola.

Rocío Marengo cuando era pequeña y solo jugaba con las muñecas a ser mamá

—¿Qué significa para vos haber recibido esa señal?

—Me aferré a la fe porque, llegado un momento, era lo único que tenía. Teníamos todo a disposición y las cosas no salían. El padre Ignacio apareció en el momento que lo necesitaba, y para mí fue una protección. Cuando me llegó esa estampita supe que tenía que seguir adelante.

—¿Y cómo viviste vos el cambio de prioridades y la reconfiguración del hogar?

—Fue el gran paso que di como madre: ceder. Yo tenía todo mi cuarto vestidor, y lo que hice fue cederlo y dejar todo ese cuarto para él. Me di cuenta que ya no soy la prioridad, que ya ocupó su lugar.

Instagram: @marengorocio

—¿Qué reacción tuvo tu familia directa ante la noticia del embarazo?

—Mi sobrinos están muy contentos, la espera es una alegría para toda la familia. Es una hermosa etapa junto a mi familia también. Los hijos de Eduardo, son muy cariñosos conmigo, me ayudan, colaboran en todo.

El hecho de ser madre a una edad mayor y en el contexto de una intensa carrera profesional ha llevado a Rocío Marengo a enfrentar no solo desafíos físicos, sino también prejuicios y expectativas culturales. En este apartado, explora su mirada sobre la maternidad fuera de los “tiempos tradicionales” y la presión social sobre las mujeres.

—¿Te arrepentís de haber dado prioridad antes al trabajo y a tu crecimiento personal?

—No me arrepiento. Yo necesitaba crecer profesionalmente, ser independiente. Mi objetivo fue estar tranquila en caso de ser mamá soltera. Y al final se me dio de la forma que siempre soñé: con familia y apoyo, no habiendo tenido que resignar mis sueños.

—¿Cómo vivís este presente, ya con el embarazo avanzado?

—Estoy en una etapa muy linda, el bebé está presente todo el tiempo. Me toco la panza, le hablo… con Edu estamos siempre hablando de nuestro bebito, de lo que vamos a hacer, de los planes.