Al hombre que amenazaba a sus adversarios políticos luciendo esposas en conferencias de prensa en Bolivia, le espera la cárcel y el cumplimiento de dos sentencias condenatorias. Arturo Murillo, el que fuera ministro de Gobierno (Seguridad) en el interinato de Jeanine Añez (2019-2020), llegó al aeropuerto de Viru Viru, en Santa Cruz de la Sierra, este jueves de madrugada, tras ser deportado de Estados Unidos.
Murillo obtuvo una sentencia de seis años en ese país tras declararse culpable del delito de lavado de activos, pero fue liberado por buena conducta antes de tiempo y deportado a su país de origen, donde deberá cumplir dos condenas y enfrentar seis juicios activos.
En octubre de 2024, el Tribunal de Sentencia Anticorrupción dictó ocho años de prisión contra Murillo por la compra de gases lacrimógenos con un sobreprecio de 2,3 millones de dólares. Meses después, en enero de 2025, se sumó otra condena de cinco años y cuatro meses de cárcel por la importación irregular de gases y material antidisturbios en 2019.
Los otros seis procesos en contra del ex ministro tienen que ver con acusaciones por legitimación de ganancias ilícitas, incumplimiento de deberes, robo agravado y uso indebido de influencias en contrataciones estatales.
El empresario hotelero sin formación universitaria ingresó a la política a mediados de la década del 2000, fue electo diputado y senador en dos periodos no consecutivos, entre 2006 y 2019, por el partido de Samuel Doria Medina, de quien se distanció en los últimos años.
En el Senado fue de las figuras más visibles de la oposición por sus críticas al Gobierno de Evo Morales y labró amistad la senadora Jeanine Añez, quien lo nombró ministro tras asumir la Presidencia el 12 de noviembre de 2019. Desde esa posición institucional y como “hombre de confianza” de la presidenta, tuvo un rol clave en el Gobierno y lideró la persecución a miembros del gobierno derrocado.
Murillo también respaldó las actuaciones militares en protestas sociales en Sacaba (Cochabamba) y Senkata (El Alto), donde 30 civiles murieron por heridas de bala y que fueron categorizadas como “masacres” por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Tras los asesinatos, Murillo negó la responsabilidad del Gobierno en los asesinatos y dijo que los manifestantes se mataron entre los ellos.
Su paso por el Ejecutivo estuvo lleno de polémica. Durante la pandemia de Covid-19 difundió información falsa sobre el número de muertos para responsabilizar de los contagios a los militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) que realizaban protestas sociales, también difundió la imagen de una mujer a la que acusó falsamente de haber secuestrado a un bebé y fue criticado por exponer públicamente a detenidos preventivos, pasando por alto la presunción de inocencia y consideraciones sobre su privacidad.
Una de sus imágenes icónicas lo muestra sosteniendo un par de esposas en una conferencia de prensa en la que amenazó públicamente a Evo Morales: ”Que venga a Bolivia; acá están las esposas para llevarlo a Chonchocoro (cárcel de máxima seguridad) y no por política ni por persecución, por terrorista».
El periodista Rafael Archondo escribió sobre Murillo que ”le hizo un daño inmenso a la transición democrática» y que “su porte de cazador retrasó en cinco años el inicio de un nuevo ciclo político en el que la democracia terminara por fin reparada de los impulsos autoritarios de Evo Morales». Para el analista, la designación del ex senador como ministro de Gobierno “fue el lastre más pesado ” del gobierno interino.
El ex ministro arribó al aeropuerto de Viru Viru, en Santa Cruz de la Sierra, cerca de las 04:30 de este jueves. Tras ser notificado con la orden de aprehensión, fue escoltado por agentes de la Policía hasta una celda dentro del aeropuerto donde recibió medicación y sufrió un cuadro de ansiedad.
Según información del Ministerio de Gobierno, será trasladado a La Paz en las próximas horas para acudir a una audiencia de medidas cautelares. La Procuraduría General del Estado anunció que solicitará su traslado al penal de Chonchocoro, en El Alto.
Tras su detención, la politóloga y ex candidata a senadora por Alianza Popular, Susana Bejarano, lo calificó como “uno de los rostros más oscuros y sangrientos de la política boliviana” y rememoró algunas de sus actuaciones como ministro. “No estamos ante un preso político, no estamos ante un perseguido. Estamos ante un delincuente”, apuntó.