“¿Qué hay más lejano a la santidad que un empresario? ¿Qué tiene que ver la santidad con la empresa?”, preguntó a la audiencia la periodista y escritora italiana Nunzia Locatelli: hubo risas entre quienes la escuchaban atentos.
Junto a su colega Cintia Suárez, presentó este miércoles Enrique Shaw. El apóstol de los empresarios, un libro biográfico que acaban de publicar sobre el argentino que vivió 41 años, marcó un antes y un después a la hora de pensar el vínculo con los trabajadores que estaban bajo su mando y podría ser canonizado por la Iglesia.
Locatelli y Suárez, que han publicado varios de sus artículos periodísticos en Infobae, ya lanzaron varios libros juntas a partir de la investigación que hicieron sobre Mama Antula, la primera mujer argentina santa, canonizada por el papa Francisco en febrero de 2024.
Este miércoles, en el Palacio Noel, donde funciona el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, presentaron en sociedad su nueva obra en co-autoría, dedicada a la vida de Enrique Shaw, el argentino que podría convertirse en el primer empresario del mundo en ser declarado santo.
Acompañadas en la presentación por el periodista Sergio Rubín, especializado en asuntos religiosos y eclesiásticos, las autoras contaron cómo fue que la historia de Shaw las cautivó y las puso a investigar para el libro que editaron a través del sello Catarsis.
“Enrique fue un personaje atípico, ¿cómo no poner los ojos sobre un personaje tan interesante? Fue un hombre que construyó la tradición argentina de los años 50 y 60. Y a la vez, es un personaje que resulta atractivo para la actualidad. Un hombre que nació en el Ritz de París y que decidió hacer desde arriba, como empresario, todo lo que podía hacerse para introducir cambios estructurales en las vidas de los obreros”, describió Locatelli.
Suárez recordó con todo detalle el momento en el que empezó a pensar que la historia de Shaw, nacido en el seno de una familia de elite, integrante de la Armada y a cargo de la cristalería Rigolleau mientras criaba nueve hijos, le resultaba atractiva.
“Yo participaba de una reunión sobre las postulaciones de argentinos a la beatificación y canonización y de repente escuché la famosa frase de Enrique: ‘Estoy orgulloso porque en mis venas corre la sangre obrera’. Inmediatamente quise saber más sobre ese padre de familia, ese marino, ese empresario de vida breve, que estuvo tan comprometido con sus creencias como para fundar la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) y que cambió la forma en la que se pensaba a los trabajadores”, resumió.
Cuando la salud de Shaw se complicó -moriría de cáncer a sus jóvenes 41 años-, unos 250 trabajadores de la empresa que dirigía hicieron fila para donarle la sangre que necesitaba para su recuperación. Ese dato y el orgullo del empresario por llevar esa sangre cautivó a las autoras.
“Libretitas”, divino tesoro
Para escribir el libro que presentaron este miércoles, Locatelli y Suárez primero rastrearon la información que hubiera disponible en redes sociales y en archivos online, y después dieron con Sara Shaw de Critto, una de los nueve hijos que Enrique Shaw tuvo con Cecilia Bunge, su esposa.
“Sara es como una sucursal de la Biblioteca de Alejandría”, aseguró Suárez, y Locatelli sumó: “A diferencia de las investigaciones sobre Mama Antula, que vivió hace siglos, en el caso de Enrique podíamos entrevistar a personas que lo hubieran conocido, y Sara fue clave para contarnos cosas sobre su padre”.
El archivo que la familia Shaw legó a la Universidad Católica Argentina, cuya inauguración también fue impulsada por el empresario, también fue una fuente imprescindible para el libro. “Pudimos consultar las libretitas en las que Enrique anotaba absolutamente todo. Desde sus pensamientos hasta las propinas generosas que dejaba están registrados en esas libretas minuciosas y cotidianas. Anotaba cosas como ‘Tengo que sonreír más’, ‘Debo ser amable’ o cuestiones ligadas a los gastos que hacía y a las ideas que tenía como empresario”, destacó Locatelli.
En esas anotaciones está, también, su registro del viaje que hizo al Jubileo de 1950: en esos detalles asomaban sus profundas convicciones católicas, que lo llevaron a impulsar la creación de ACDE y que lo tienen hoy rumbo a la beatificación primero y la canonización después. Ahora mismo, Enrique Shaw ya fue reconocido como “Venerable siervo de Dios” por la Iglesia, información que circulaba impresa en una estampita que una de sus hijas repartió en el Museo Fernández Blanco a quien quisiera recibirla.
Un hombre atento a su gente
“Enrique Shaw miró muy de cerca la Doctrina Social de la Iglesia y los cambios que conducirían al Concilio Vaticano II. Como empresario, adoptó mucho de lo que la Doctrina Social proponía, y veía el trabajo de los obreros que empleaba como una forma de dignificar sus vidas. Creía en que la empresa debía ser eficiente, ganar plata, y también que debía cuidar el trabajo de los obreros, estar atento a ellos. Sabía cuando a un obrero se le enfermaba un hijo, le preguntaba cómo estaba, fue un impulsor de condiciones dignas para los trabajadores sin descuidar el rédito empresarial”, describió Sergio Rubin en su diálogo con las autoras.
En la audiencia escuchaban, entre otros, Marcos Bulgheroni, CEO del Grupo Pan American Energy y marido de Locatelli; Sara Shaw de Critto; Lilia Eugenia Rossbach Suárez, embajadora de México en la Argentina; Miguel Ángel Schiavone, rector de la UCA; Carmelo Barbera, cónsul de Italia en Buenos Aires; Santiago Olivera, obispo castrense; y autoridades de la Armada, a la que Shaw perteneció, como Marcelo Ricardo Flamini y Enrique Balbi.
Todos escucharon cómo la postulación de Shaw para convertirse en santo se demoraba porque en la diócesis de Buenos Aires surgían nuevas preguntas: “¿Pero un santo en el mundo empresario?” era la más frecuente. “Pero traían documentación que mostraba el espíritu de Enrique y muchos vieron que la postulación valía la pena”, describió Rubin. “Nuestro querido Francisco fue un impulsor de esta posible canonización”, sumó Suárez.
Según describió la autora, “ya está en vías de comprobación un milagro atribuido a Enrique Shaw, lo que allana el camino a la beatificación; tiene que ver con la sanación de un hombre que había sido diagnosticado con un cáncer terminal”.
“El punto de partida de esto fue un artículo publicado por Sergio Rubín en Clarín hace muchos años contando los motivos por los cuales Shaw podía considerarse candidato a ser canonizado. Una vecina le acercó el recorte de diario a la esposa del hombre que había recibido el grave diagnóstico y ella empezó a pedir que su marido viviera para ver a sus hijas crecer. Finalmente eso ocurrió, que era lo que le había pedido con toda su fe a Enrique”, aseguró Suárez. El hombre finalmente murió, pero tiempo después del previsto en un primer momento.
“Enrique decidió dejar la Armada. No quería participar de una guerra y, además, quería ser obrero. Pero era de una familia de empresarios, de banqueros, y a través de conversaciones con un obispo entendió que se podía ayudar a los obreros desde una posición de dirigente empresarial”, describió Locatelli. Y sumó: “En sus libretas, Enrique escribía que quería ser querido por los obreros que trabajaban para él. La fila para donarle sangre prueba que lo logró. Estuvo siempre muy atento a que esos obreros trabajaran en buenas condiciones, y también estuvo siempre muy atento a sus nueve hijos y a Cecilia, su esposa. Era un hombre de familia y de empresa”.
Para la autora, la mayor actualidad posible de Enrique Shaw es el mensaje que puede dejar: “Estaba atento a conocer a quienes trabajaban para él, a saber cómo se sentían, a sonreírles y otorgarles buenas condiciones. Creo que eso puede retomarse hoy: saber quiénes trabajan para vos, en tu casa, en tu empresa, ser amoroso con ellos, cuidarlos, tratarlos dignamente”, sostuvo en la presentación.
Enrique Shaw. El apóstol de los empresarios cuenta una vida corta e intensísima. La de un hombre que nació en uno de los rincones más lujosos de la Tierra y murió orgulloso y agradecido de que le corriera sangre obrera en las venas. Podría convertirse en el primer empresario del mundo en ser canonizado. El tiempo definirá si la Argentina ostenta un nuevo santo.