El Banco Central de la República Argentina (BCRA) vendió USD 432 millones entre las dos primeras jornadas en las que estrenó la intervención para que el precio del dólar mayorista no superara el techo de la banda cambiaria

La reciente intervención del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para contener el precio del dólar mayorista provocó una fuerte inquietud entre analistas y operadores financieros. En las dos primeras jornadas tras la implementación del nuevo esquema, que impide superar el techo de la banda cambiaria (fijada desde abril luego del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)), el BCRA debió vender USD 432 millones. El mismo contexto se repitió en los últimos días: caída de activos argentinos, presión sobre el tipo de cambio y el riesgo país superando los 1.300 puntos básicos.

La reacción oficial encendió alertas entre bancos y consultoras privadas. El retroceso de los bonos nacionales y el aumento de la brecha cambiaria, aunque leve, reflejaron la creciente incertidumbre ante una crisis política y dudas sobre la respuesta del Gobierno. Según consultas realizadas por Infobae, varios analistas coincidieron en que el resultado electoral en la provincia de Buenos Aires incrementó la debilidad oficial y disparó interrogantes para los próximos meses, especialmente de cara a las elecciones de octubre.

El Banco Central intensificó la venta de dólares para mantener el tipo de cambio dentro de la banda, en un contexto de incertidumbre política y financiera

El economista Alfredo Romano señaló: “La reacción tras el golpe electoral en Buenos Aires fue insuficiente. Nadie anticipó un resultado tan negativo, pero el Gobierno no reaccionó ante el primer veredicto social”. Romano subrayó el efecto directo en la economía real: “Noticias negativas, la inestabilidad genera recesión en el corto plazo”. Además, advirtió sobre el uso de reservas: “Disponemos de muy pocos dólares y dudo que sea el camino adecuado para recuperar la confianza, en parte perdida”.

El análisis de Roberto Cachanosky apuntó al origen financiero del problema: “La causa principal fue la política de tasa-dólar. Crearon un carry trade que ahora se deshace justo antes de las elecciones, sumado a la debilidad política. Enfrentamos una corrida cambiaria, aunque no está claro si se transformará en una crisis financiera”. Cachanosky agregó: “La población no cambiará sus dólares tan fácilmente. El que quiere vender esperará. Preocupa que la economía se gestione como si fuese una mesa de dinero”.

Por su parte, Nicolás Capella, operador financiero en Grupo IEB, describió la jornada bursátil como una “rueda de pánico, sell off y capitulación en el mercado argentino” y remarcó: “Hubo una masacre en todos los activos”. Capella atribuyó la preocupación del mercado a la utilización de dólares del BCRA para sostener el tipo de cambio en un momento en que el acceso al financiamiento internacional luce improbable. También mencionó que la crisis se profundizó tras la pérdida de poder del Gobierno en el Congreso, especialmente luego del rechazo al veto presidencial sobre la ley de emergencia pediátrica, el financiamiento educativo y los fondos asignados a provincias. Esta aceleración de la crisis política precipitó ventas generalizadas y una mayor dolarización.

El mercado de bonos en dólares sufrió caídas cercanas al 10%, con paridades rondando el 50%, niveles inéditos en seis meses. Capella sostuvo que el mercado ya anticipa que el actual esquema cambiario es insostenible: “Resultará clave observar el nivel de ventas del BCRA hasta las elecciones y si hay anuncios que reduzcan la incertidumbre”. Destacó, además, movimientos inusuales al cierre de la rueda, con compras importantes que sorprendieron a los operadores.

Los analistas advirtieron sobre el impacto del resultado electoral en la confianza del mercado y en la dinámica de reservas (REUTERS)

Un informe de la consultora EcoGo indicó que, al 17 de septiembre, el stock disponible del BCRA para intervenir en el mercado era de USD 17.978 millones, cifra resultante de deducir los Derechos Especiales de Giro, el oro y el swap con China de las reservas brutas. Aunque supone una mejora respecto a meses previos, el nivel de reservas se mantiene por debajo de la meta acordada con el FMI para fin de año. El organismo exige reservas netas negativas de USD 2.097 millones, pero el último registro muestra un saldo negativo de USD 7.510 millones, lo que implica una diferencia de USD 5.413 millones. Pese a que el FMI flexibilizó la meta en USD 5.000 millones en julio, el desafío persiste.

La consultora 1816 analizó las consecuencias de los comicios y el estado de los mercados: “El objetivo del Gobierno de recuperar el acceso al mercado quedó herido tras la elección en Buenos Aires. En estos dos años el Ministerio de Economía había diseñado mecanismos transitorios, pero todo debe converger en un EMBI de 400 o 500 puntos básicos para renovar vencimientos”. El reporte advirtió: “Los bonos argentinos ya se encontraban operando con mayor debilidad que los de países comparables y el resultado electoral dificulta prever una recuperación”.

De acuerdo con 1816, entre el presente y diciembre de 2027, los vencimientos en dólares del Tesoro y el BCRA acumulan USD 34.200 millones, sin contemplar pagos a organismos distintos al FMI, que se presumen renovables. El informe remarcó: “Si no hay rollover ni compras de dólares, las reservas netas, que hoy ascienden a USD 6.400 millones, se volverían negativas en febrero de 2026. Tras las elecciones, podrían esperarse cambios en la política cambiaria”. Para sostener el modelo actual hasta el final del mandato, sería necesario adquirir unos USD 1.000 millones mensuales, suponiendo nulo rollover y reservas netas en cero en diciembre de 2027, un número que puede empeorar según el ritmo de ventas hasta las elecciones.

Christian Buteler atribuyó la escalada reciente a errores en la política económica y monetaria: “Si bien es habitual que las elecciones generen volatilidad, una legislativa común no justifica un aumento del tipo de cambio del veinte o treinta por ciento en dos meses”. El especialista identificó problemas en programas como el “crawling peg” y el desarme de las Lefi, los cuales generaron inestabilidad en el mercado de pesos y obligaron a subas de tasas, afectando la actividad: “La rapidez del deterioro es alarmante. La caída de la actividad en julio y agosto fue especialmente significativa”.

Las consultoras privadas señalaron que la acumulación de vencimientos y la falta de acceso al crédito internacional condicionan la estrategia económica del Gobierno

Frente a estos riesgos, EcoGo y 1816 subrayaron la necesidad de acumular reservas como herramienta esencial para estabilizar la situación. Romano reforzó este enfoque: “La Argentina, sin acceso al mercado de crédito, deberá apuntar a un tipo de cambio real más alto para acumular reservas de manera sistemática. Los fundamentos están, la decisión depende del equipo económico”.

Un informe de Empiria, dirigida por el ex ministro de Economía Hernán Lacunza, detalló las crecientes dificultades para acceder a financiamiento externo y las tensiones en el mercado de divisas local. El análisis remarcó que la presentación del proyecto de Presupuesto 2026 no despeja dudas sobre las futuras fuentes de crédito y subrayó que la prioridad oficial pasa por modificar la estructura de la deuda.

Solo en 2026, los compromisos en dólares ascienden a USD 18.000 millones, con un vencimiento clave en enero, momento en el que el sector privado deberá afrontar USD 4.500 millones con bonistas privados. En cuanto a la deuda en pesos, Empiria registra 128 billones, equivalentes al 11,2% del PBI. Estas cifras reflejan la magnitud del desafío para el equipo económico, sobre todo porque el plan financiero oficial sigue sustentándose principalmente en organismos internacionales y financiamiento en moneda local.

El consenso entre los analistas es claro: el margen para sostener el esquema actual es muy limitado y las señales políticas que emita el Gobierno serán determinantes para la evolución económica en los próximos meses.

En línea con esta visión, bancos internacionales advirtieron sobre el agotamiento del modelo de contención. Para Barclay’s, la estrategia de “aguantar sin cambios” perdió viabilidad y el Gobierno enfrenta dificultades crecientes para sostener la dinámica actual sin acceso a financiamiento y con reservas en descenso. Desde JP Morgan señalaron que, incluso con un panorama político favorable, la persistente prima de riesgo y la caída de reservas volverán inevitable la necesidad de un tipo de cambio real más competitivo y un esfuerzo renovado por recomponer las reservas del país.