Cada 27 de agosto, el “Día por qué sí” promueve la espontaneidad en las personas. - (Imagen ilustrativa Infobae)

Cada 27 de agosto se celebra en Estados Unidos el “Día por qué sí” (National Just Because Day), una fecha peculiar que, desde hace décadas, invita a las personas a romper la rutina y actuar por simple impulso, sin necesidad de lógica ni justificación.

Para comprender la existencia de este día, es fundamental remontarse a su historia y desentrañar el mensaje detrás de este festejo singular, cuyo mayor atractivo consiste en liberarse de las reglas cotidianas y dejarse llevar por la espontaneidad.

Un origen familiar y espontáneo

El “Día por qué sí” tiene raíces modestas en la década de 1950 o 1960. Según detalla National Day, su creador fue Joseph J. Goodwin, de Los Gatos, California, quien, tras regalarle una radio a su esposa sin razón alguna, decidió instituir una efeméride familiar. Lo importante no era tanto el aparato, sino el gesto espontáneo y el disfrute sin necesidad de motivo.

Con el tiempo, este hábito se transformó en una costumbre anual, denominada inicialmente “Because Day”, que servía para celebrar la vida, los momentos libres y el valor de la familia.

De aquel núcleo íntimo, la idea fue expandiéndose y, eventualmente, se popularizó bajo la denominación “National Just Because Day”. El espíritu original sigue intacto: se trata de hacer algo (grande o pequeño) simplemente porque sí, sin buscar excusas o razones justificadas. La fecha se fijó definitivamente el 27 de agosto, sin un fundamento numérico, pero respetando el carácter sobradamente aleatorio de la jornada. El cuándo importa menos que el ‘por qué’… o, mejor dicho, la ausencia del porqué.

La celebración alienta a romper con las reglas establecidas por un día (Imagen Ilustrativa Infobae)

¿Por qué se celebra?

El concepto central del “Día por qué sí” es desafiar las convenciones sociales y el deseo constante de encontrarle un sentido a cada cosa. En una época dominada por la justificación y la eficiencia, la propuesta es liberar por un día las agendas, las listas de tareas y los propósitos utilitarios. Cambiar de camino al volver a casa, desayunar pasta disfrazado, llamar a un ser querido sin motivo ni previo aviso, o regalar flores solo por gusto: todas esas acciones se agrupan bajo el paraguas de este día en el que cualquier locura amable está permitida.

En palabras de los organizadores y promotores de la fecha, este día es la excusa perfecta para saltarse las reglas no escritas. Lo relevante no es la actividad elegida, sino la libertad de ejecutarla solo porque apetece. Los mensajes más repetidos en esta jornada son “hazlo porque sí” o “¿por qué lo hiciste? Solo porque quise”. Es un recordatorio de que la vida no siempre necesita una causa ni una justificación lógica para ser disfrutada.

Acciones y rituales típicos: qué significa su celebración

La celebración, lejos de limitarse a extravagancias o excentricidades, ha derivado en una oportunidad para los “actos de bondad espontáneos”. Muchas personas aprovechan la fecha para sorprender a familiares, amigos o incluso desconocidos con gestos desinteresados: enviar una tarjeta, invitar a tomar un café, ayudar a un vecino, escribir una nota de aliento o dejar pagado el café que tomará el cliente siguiente en una cafetería.

También hay quienes llevan la filosofía a terrenos más “absurdos” en el mejor sentido de la palabra: salir a caminar hacia atrás, organizar una comida fuera de horario, ponerse el disfraz de Halloween para desayunar, visitar a alguien inesperadamente, o comprar y disfrutar ese postre que siempre se rechaza por la dieta.

El objetivo común de todas esas ocurrencias es quebrar la rutina, sorprender y sorprenderse, y regalar un poco de alegría inesperada. Incluso existen retos y hashtags como #justbecauseday, que invitan a publicar en redes sociales las ocurrencias o acciones realizadas sin motivo.

El valor del “Día por qué sí” radica en la libertad de actuar por simple impulso (foto: 20th Century FOX/Captura)

El valor psicológico y social de lo inesperado

Más allá del juego o el aparente sinsentido, el “Día por qué sí” tiene efectos positivos en la salud emocional. Numerosos psicólogos coinciden en que la espontaneidad contribuye a romper ciclos de monotonía, fortalecer el sentido de identidad y alimentar la creatividad. Hacer algo porque sí puede significar un acto de autoafirmación o rebelión frente a la costumbre.

En un mundo donde la mayoría de las acciones diarias está regida por la lógica, la agenda y las expectativas externas, crear un espacio para la espontaneidad resulta revitalizador. De hecho, el “Día por qué sí” invita a recuperar la curiosidad y ese impulso infantil que, con el paso del tiempo, vamos perdiendo frente a las exigencias del deber y el rendimiento. La fecha estimula, además, la conexión interpersonal —por ejemplo, al escribir un mensaje amable sin motivo— y los pequeños gestos que generan una cadena de positivismo.

Una invitación permanente a lo espontáneo

Aunque el 27 de agosto se oficializó como la cita de referencia, el “Día por qué sí” trasciende a esa jornada y se transforma en una filosofía de vida. Ejemplos de personajes ilustres que llevaron este principio a su extremo no faltan: Salvador Dalí paseando con un oso hormiguero por París, Mike Tyson comprando una bañera de oro o Benjamin Franklin escribiendo ensayos desnudo en habitaciones frías —todas decisiones tomadas, literalmente, porque sí.

No se trata solo de celebrar una vez al año, sino de incorporar pequeños gestos espontáneos a la vida diaria. De hacerse la pregunta “¿y qué pasa si…?” Y atreverse a actuar, aunque sea de forma sencilla. Al final, las mejores historias y recuerdos suelen nacer de lo inesperado, de esa cuota de libertad que permite elegir sin otra razón que la de disfrutar el momento.