En un episodio cargado de emoción y recuerdos de infancia, Bobby Larios se convirtió en el quinto eliminado de MasterChef Celebrity Generaciones, dejando tras de sí un delantal negro, pero también un rastro de afecto y aprendizaje que lo marcará más allá de las hornillas.
La competencia, que rindió homenaje al Día del Niño, colocó a las celebridades frente al paladar más exigente hasta ahora: el de los pequeños jueces de la Generación Alfa.
Ellos, nativos digitales nacidos después de 2010, exigieron autenticidad, sabor y creatividad en cada bocado. No hubo indulgencia, sólo expectativas altas. En ese contexto, Larios supo conectar con el espíritu del reto, pero no logró conquistar del todo a los chefs.
¿Qué platillo entregó Bobby Larios?
El platillo que presentó Bobby, titulado Volver a empezar, pretendía ser un homenaje a su historia personal, sin embargo, una cocción fallida de los hongos desató su despedida. Pero fue una duda mínima la que selló su destino.
“Tenía unas aceitunas… no sabía si ponérselas o no”, confesó después. Esa pequeña vacilación, reconocida por el chef Herrera, afectó el equilibrio del platillo. “Eso le subió la sal y el ácido”, explicó a su salida del programa.
Larios no se fue con las manos vacías. Al contrario, dijo que se llevó consigo una experiencia que, en sus propias palabras, “vale más que cualquier victoria”.
“Me voy súper contento, hice muchas amistades preciosas, eso es lo más hermoso de todo”, confesó con genuina gratitud, evocando con ternura su rutina de compartir dulces y galletas con el equipo de maquillaje y vestuario. “Siempre llegaba con regalitos para ellas”.
A Bobby Larios le falló la cocina gourmet
Aunque el resultado no fue el esperado, su paso por la cocina dejó entrever una faceta poco conocida del actor: la de un apasionado cocinero casero.
“A veces no sabes tanto del mundo gourmet, pero me gusta cocinar y en mi casa lo hago seguido”, reveló. Su entusiasmo no pasó desapercibido.
“Se veía que te gustaba”, le comentó alguien del equipo. “Yo me acercaba y platicabas de muchos ingredientes”, añadieron con sorpresa.
Larios, lejos de sentirse derrotado, agradeció cada reto como una oportunidad para descubrir lo mucho que aún hay por aprender.
“Con este tipo de realities te das cuenta que estás en pañales”, admitió sin vergüenza, pero con el brillo de quien sabe que cada error enseña.
El platillo que le recuerda a su familia
El momento más personal de la noche llegó cuando compartió el recuerdo de los peneques que preparaba su madre. “Éramos ocho hermanos. Cuando mis padres se separaron, mi mamá nos hacía peneques. Es una comida que me remonta a los doce años”, dijo, con la voz temblando entre la nostalgia y la ternura. “Me hubiera encantado prepararlos aquí”.
Durante su último reto, la duda con unas simples aceitunas se convirtió en una metáfora del mayor consejo recibido: confiar en el instinto. “Intuye. Arriésgate”, le dijo el chef Herrera, en lo que pareció ser una lección más profunda que la cocina.