A diferencia del primer año de mandato, el Gobierno atravesó un período de tormenta en el verano de 2025. La administración de Javier Milei acumuló una serie de traspiés y errores no forzados además de un escándalo mayúsculo con el caso $LIBRA que espesó el clima en las filas libertarias: por primera vez, la Casa Rosada se mostró sin el control de la agenda y estuvo en una actitud más reactiva que agresiva. Dos semanas después del fallido tuit del Presidente promocionando el activo digital, el “Triángulo de Hierro” intentó en los últimos días recuperar el timón, confiado en que la imagen presidencial no se alteró por el affaire cripto.

Milei primero dio un golpe de efecto con un tema que toca muy de cerca a la ciudadanía, la inseguridad. En el Congreso, el Presidente hizo pie en esa agenda: pidió la baja de la edad de imputabilidad, anunció una reforma migratoria y el agravamiento de todas las penas del Código Penal. El segundo eje de la Asamblea Legislativa fue la ratificación del acuerdo con el Fondo Monetario, que sería inminente. La conversación posterior a la apertura de sesiones hubiera versado sobre esos temas de no ser por el papelón que protagonizaron Santiago Caputo y el diputado radical Facundo Manes, que denunció que fue intimidado por el asesor presidencial.

Más allá del episodio fuera de libreto, lo más importante para la gestión libertaria es confirmar el acuerdo con el FMI para tranquilizar a los mercados en los meses que quedan hasta las elecciones legislativas. En la Casa Rosada aseguran que, en términos de fondos frescos, “el préstamo del Fondo va a ser más grande de lo que se piensa”. Los actores económicos aún esperan ansiosos que el Gobierno le ponga “el moño” al acuerdo, como anticipó el jefe de Estado.

El ministro de Economía, Luis Caputo, gesticula en dirección al presidente Javier Milei durante la Asamblea Legislativa

En lo político, Milei optó por ir a fondo contra Axel Kicillof, la figura que los libertarios decidieron subir al ring para encarar el año electoral. El Presidente provocó al gobernador con una embestida fiel a su estilo: le pidió que renuncie a la gobernación bonaerense y que deje que la Nación pueda “intervenir” la provincia, algo que el Poder Ejecutivo no puede hacer por cuenta propia. Después, desde el Gobierno le bajaron un tono al mensaje y aclararon que no se trataba de una intervención institucional. “Milei habló de una intervención en sentido operativo. De hacernos cargo”, dijo un ministro a LA NACION.

La arremetida contra Kicillof en medio de la conmoción social por el brutal crimen de Kim Gómez en La Plata logró que la Casa Rosada volviera a mover los hilos de la conversación pública en medios de comunicación y redes sociales. El desvío de la agenda se logró y rápidamente la tropa digital libertaria se reagrupó contra el nuevo enemigo de turno siguiendo la línea del jefe de Estado. En lo político, no obstante, la provocación de Milei al gobernador logró que, después de mucho tiempo, el peronismo volviera a aglutinarse. Hasta Máximo Kirchner salió en defensa del mandatario bonaerense, pese a su manifiesta enemistad con Kicillof.

Dar vuelta la página

En la Casa Rosada hacen esfuerzos para dar por cerrado el capítulo cripto, aún cuando un diario prestigioso y de proyección internacional como The New York Times hizo una investigación propia del tema en las últimas horas y lo llevó a su tapa. Cerca de Milei reconocen que el criptogate fue un “cisne negro” para un Gobierno acostumbrado a dominar la agenda. Pero creen que el impacto del affaire quedó atrás, sobre todo en la consideración de la ciudadanía. “Lo único que estuvo fuera de agenda fue Libra y el tema ya murió”, dijeron muy cerca del Presidente.

Hayden Davis, promotor de la criptomoneda Libra que tuvo acceso al despacho presidencial

En la Casa Rosada leyeron encuestas para medir el impacto del caso $LIBRA. Cerca de Milei aseguran que la imagen positiva del Presidente no se lastimó y que el único efecto que generó el escándalo fue que empeoró la ponderación de los indecisos: una parte de aquellos que calificaban al Presidente de forma “regular” migraron a “malo” o “muy malo”, según admitió un funcionario a LA NACION.

La consultora Aresco midió el impacto del caso $LIBRA cuatro días después del tuit del Presidente publicado el pasado 14 de febrero. La conclusión fue que la gente valoró negativamente el episodio, pero que eso no alcanzó para alterar sustancialmente la imagen positiva de Milei, que tocó un pico del 57% a fin de año (según esta encuestadora) y se ubicó en 54% en la semana posterior al criptogate. El impacto fue distinto según el nivel de acompañamiento al Presidente. Los que no lo acompañan presumen que hubo corrupción de parte del jefe de Estado. Los que sí, tuvieron distintas reacciones según el nivel de compromiso.

Los convencidos (el núcleo duro) consideró que lo de $LIBRA fue un “error” de Milei pero que no hubo delito. Los “esperanzados” (los que lo respaldan por su enojo con la dirigencia anterior y valoran la estabilidad aunque aún esperan ver mejoras en su economía personal) respondieron que no tienen suficiente conocimiento del escándalo cripto como para evaluar el hecho. Como si prefirieran evadir la pregunta ante un asunto que no los afecta directamente. Aresco es una encuestadora especialmente consultada y respetada por Milei, además de por otros espacios políticos.

Los cortesanos Manuel García-Mansilla, Ricardo Lorenzetti, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, ayer en la Asamblea Legislativa

Más allá del criptogate, durante el verano hubo otros asuntos que no resultaron como el Gobierno esperaba. El pliego de Ariel Lijo para la Corte Suprema, que Caputo -principal espada judicial de Milei- pretendía que se votara a como dé lugar en la última semana de las sesiones extraordinarias, finalmente quedó en el camino y no pudo tratarse.

Para no exhibir debilidad, Milei optó por nombrar a los dos candidatos que había propuesto vía decreto, en comisión por un año, despertando el repudio de una parte del arco opositor, que faltó a la Asamblea Legislativa en señal de protesta. El Poder Ejecutivo luego quiso que Lijo y su compañero, Manuel García-Mansilla, prestaran juramento antes del inicio de las sesiones ordinarias para que ambos estuvieran sentados en el Congreso el 1° de marzo. Pero Lijo no juró a tiempo y prefirió no asistir a la ceremonia. Fue una foto que se quedó a medio camino. “Mansilla está adentro y Lijo esperando, no pasa nada”, aseguran en Balcarce 50.

El Gobierno también tuvo un traspié con el contrato para manejar la Hidrovía, la licitación pública más trascendental de la gestión. Se presentó un solo oferente, la firma belga Dredging, Environmental and Marine Engineering NV (DEME), que fue la que en todo momento denunció que el procedimiento estaba amañado. En el Gobierno dicen que esa empresa hizo “lobby” para perjudicar a su principal competidora, la también belga Jan de Nul, que es la actual concesionaria del dragado de la vía navegable argentina.

En el Gobierno reaccionaron duramente, dieron de baja la licitación y anunciaron que van a “salir a perseguir con todo el peso de la ley” a “los involucrados en el intento de sabotaje del proceso licitatorio”. Jan de Nul seguirá operando hasta que haya una nueva licitación.

Toda esta trama desató un nuevo conflicto abierto con Mauricio Macri, que ve la mano de Santiago Caputo detrás de las teorías conspirativas de lobby que salieron del seno del Gobierno y que veladamente buscaron involucrar al líder de Pro. El expresidente prometió -visiblemente enojado- contestar públicamente al asesor presidencial estrella, pero finalmente no lo hizo.