Rumbo a los comicios legislativos, el gobernador Axel Kicillof demora las definiciones en torno al calendario electoral de la provincia de Buenos Aires. Aunque la semana pasada su ministro de Gobierno y mano derecha, Carlos Bianco, deslizó la posibilidad de que haya un desdoblamiento, el mandatario provincial aún no se ha expresado al respecto. Suscribir al pedido de los intendentes de celebrar elecciones en dos fechas distintas implicaría tensar con Cristina Kirchner.
“Los intendentes creemos que es mejor ir separados [de los comicios nacionales]”, indicó a LA NACION un jefe comunal de la tercera sección electoral. No se trata solo de un cálculo de beneficio partidario. Con la implementación de la Boleta Única de Papel a nivel nacional, las autoridades locales temen por problemas logísticos y confusión entre los votantes. El planteo es sencillo: una votación simultánea de cargos nacionales y provinciales con dos sistemas distintos podría derivar en electores que omitan sufragar para alguna categoría o demoras insostenibles en los centros de votación, en especial en las zonas de mayor carga electoral como el conurbano.
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La experiencia de la ciudad de Buenos Aires en las últimas elecciones presidenciales pareciera darles la razón. La decisión del exjefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta de celebrar elecciones concurrentes -el mismo día se votaron los cargos locales bajo la modalidad de boleta única electrónica y las listas nacionales con la tradicional boleta de papel partidaria- redundó en largas filas para poder sufragar.
La cuestión logística, sin embargo, no es el único factor por el que los intendentes persiguen un desdoblamiento. Según explicaron jefes comunales a LA NACION, la celebración de elecciones en una fecha distinta a las nacionales es, en realidad, un pedido histórico de las autoridades locales: muchos consideran que, dada su densidad poblacional, la provincia debería generar espacios para debatir su propia agenda de manera autónoma. Se trata de una posibilidad de la que se ve privada actualmente porque, al acoplarse al calendario nacional, la discusión política queda subsumida a los asuntos del país.
A esto último apunta la expresidenta Cristina Kirchner, que busca proyectar el escenario de polarización de la contienda nacional al ámbito bonaerense. “Ellos plantean no provincializar tanto la elección, no meterse tanto con temas locales y, de alguna manera, enfocarse más en la división ‘Milei-antiMilei’”, indicaron a LA NACION fuentes de un municipio de la tercera sección. Por ello, se inclina por mantener la elección el mismo día y celebrar unos comicios concurrentes.
Ya lo había adelantado durante un acto en Moreno de fines del 2024 en el que señaló que desacoplar los calendarios electorales sería un error. Kicillof no la contradijo, pero tampoco avanzó con el desdoblamiento. De todos modos, por aquel entonces, todavía restaba saber qué sucedería con las PASO a nivel nacional ya que cualquier intento por separar los comicios depende de que el Gobierno consiga aprobar en el Congreso la eliminación de las primarias. Kicillof espera una definición allí antes de cualquier movimiento.
Se trata de un desafío que el Gobierno nacional aún no logra superar, pero las negociaciones entre el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y los legisladores de la oposición parecieran haber conducido el debate hacia un consenso mínimo: en lugar de eliminar las PASO, se procedería a su suspensión solo por este año. Eso bastaría para que Kicillof pudiera avanzar hacia un desdoblamiento.
Aunque en el entorno de Kicillof ya admiten que el desacople de los comicios “es una posibilidad”, el costo de hacerlo no es menor para el gobernador. Implicaría casi romper con Cristina Kirchner, a quien necesita para aprobar proyectos clave en la Legislatura bonaerense. “Hay un sector de La Cámpora que no muestra mucha predisposición a ayudar para que las cosas funcionen como tienen que funcionar”, indicó a LA NACION un intendente del Área Metropolitana de Buenos Aires. Es precisamente a esa tropa a la que puede ordenar la exmandataria.
El vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Alejandro Dichiara, reveló que Cristina Kirchner le habría pedido a los legisladores del Partido Justicialista que le aprueben el presupuesto a Kicillof. En diciembre, el gobernador debió prorrogar el del 2023 luego de que el proyecto naufragara, junto a la ley fiscal y el plan de endeudamiento, por la falta de consenso con la oposición y la interna del oficialismo a causa de la disputa entre el exministro de Economía y Máximo Kirchner.
“Cristina me pidió que le aprobemos el presupuesto al gobernador en febrero; dijo que [Kicillof] no podía estar sin presupuesto y que teníamos que aprobárselo”, explicó el exintendente de Monte Hermoso y, en relación a la interna del partido, agregó: “Todo el peronismo espera que vengan tiempos de unidad”.
El pedido de la exmandataria para auxiliar al gobernador, que declaró que la provincia de Buenos Aires se encuentra en “emergencia económica”, parecería apuntar en esta dirección. Así lo interpretó, al menos, un jefe comunal que participó de las negociaciones por el presupuesto a fines de 2024. “En la discusión por el presupuesto, el bloque [de legisladores peronistas] estuvo absolutamente monolítico”, explicó a LA NACION. “Operativamente [la solicitud de Cristina Kirchner] no tiene ningún valor porque a las personas que ella le puede decir ayuden con el presupuesto, ya venían ayudando”.
Así, el mensaje de la titular del Partido Justicialista sería, antes que una demostración de fuerzas, un llamado a terminar con las diferencias internas rumbo a unos comicios en los que el oficialismo local buscará ganar más bancas para tener quorum propio en el Senado bonaerense. El desdoblamiento que esperan los intendentes podría amenazar esa unidad. De eliminarse las PASO nacionales, entonces, la incógnita es si Kicillof está dispuesto a correr ese riesgo cuando todavía le quedan tres años de gestión.