Facundo Manes quedó en estado de shock. Habían pasado pocos segundos desde que Santiago Caputo lo había increpado en un pasillo del Congreso por haber fastidiado a Javier Milei durante la Asamblea Legislativa. “¿Por qué me amenazás?”, atinó a decirle al “monje negro” de Milei. Caputo perdió los estribos y lo increpó a la vista de todos. Apenas se armó el tumulto -contó el diputado-, sintió que alguien le daba dos golpes en la espalda, aunque no pudo identificar al agresor. Estaba desorientado tras el cara a cara con uno de los habitantes más poderosos de la Casa Rosada.
En su entorno no lograban entender bien qué había sucedido. Pero en cuanto Manes les relató la frase que le había dicho Caputo (“Para hacer lo que hiciste, tenés que estar limpio, ya me vas a conocer a mí”), lo instaron a improvisar una conferencia de prensa en los pasillos del primer piso del Palacio para denunciar el episodio. Le sugirieron que alertara que el influyente asesor había buscado amedrentarlo y disciplinarlo por ser una voz crítica del Presidente en la sesión. “Yo escuché cuando te gritó desde el palco: ‘te voy a hacer mierda’”, le advirtió Pablo Juliano, su mano derecha.
Si bien quiere moverse con extrema cautela para evitar un paso falso, Manes sabe que el cruce con el Presidente en el recinto y el violento altercado con Caputo le permitieron volver a formar parte de la conversación pública. En otras palabras: la revuelta del sábado último lo sumergió súbitamente en el barro electoral. El hechicero de Milei lo subió al ring.
Desde que declinó su candidatura presidencial en 2023, el cierre de una primera etapa en la política en la que pasó de ser la gran esperanza de la UCR a ser marginado por los altos mandos del centenario partido -incluso Ernesto Sanz, su primer gran patrocinador-, Manes inició un repliegue táctico y cultivó el segundo plano. Con la llegada de Milei a las altas esferas, asumió que debía pararse en la vereda de enfrente del gobierno libertario. Por caso, votó en contra de los intereses de la Casa Rosada en las batallas legislativas cruciales para Milei en su primer año de gestión, como la defensa de los vetos a la reforma jubilatoria o la ley de financiamiento universitario. En cambio, tuvo un accionar zigzagueante frente a la ley bases: pasó de rechazar o abstenerse a respaldar la versión reformada en el Senado.
Antes de que se produjera el escándalo del sábado, el médico ya evaluaba ser protagonista de la contienda en la provincia de Buenos Aires. Su mandato como diputado termina en diciembre de este año y sus colaboradores aspiran a que se ubique en la grilla de candidatos bonaerenses para intentar la renovación.
Los ingenieros electorales del médico admiten que se alistan para una cruzada incierta en Buenos Aires. Detectan una crisis de representación en los partidos y, por lo tanto, confían en armar un vehículo disruptivo que reclute emergentes de diversos sectores para hacer una elección discreta en la provincia, que le permita quedarse con tres bancas. Por eso, ya exploran con sigilo opciones para conseguir un sello.
Su plan electoral
Manes camina con pies de plomo en un tablero incierto. Prefiere ni hablar de tácticas electorales ni apresurar el movimiento de fichas, aunque está claro que no contempla la idea de un retiro o suspender la excursión en política que inició en 2021. “Puedo ser candidato o no, pero no estoy para irme a mi casa. Voy a seguir en política, quiero ir hasta el final”, le avisó a su círculo íntimo tras el choque con Caputo. En rigor, su mayor anhelo es recuperar atracción política para construir una propuesta competitiva con vistas a las presidenciales de 2027.
El médico desea tener un diagnóstico claro sobre cuál será panorama político antes de jugar sus cartas. Quiere auscultar las demandas de la sociedad, algo que aprendió de sus charlas en el pasado con Rodrigo Lugones, socio de Caputo en la consultora Move. “Hay que entender qué pasa ahora. Lugones entendió muy bien el alma del argentino entre 2022 y 2023. Por eso, necesitamos un diagnóstico profundo”, repiten en las oficinas de Manes. Hasta el 19 de agosto tiene tiempo para definir una candidatura.
Sin embargo, Manes ya comenzó a bosquejar una hoja de ruta para resurgir. Por ejemplo, sabe que no formará parte de un frente integrado por referentes de la vieja guardia que tejen una oferta de centro, alejada de los extremos, como Miguel Pichetto, Emilio Monzó o Florencio Randazzo. Tampoco desea repetir la fórmula de 2021 que le permitió cosechar más de un millón de votos en Buenos Aires. Es decir, no quiere volver a confluir con el Pro de Mauricio Macri. Y descarta un pacto con el kirchnerismo. Por el contrario, apuesta exprimir el aura de “outsider” y armar un esquema nuevo para sobrevivir frente al cisma del sistema político. Sus allegados deslizan que proyectan el armado de un espacio “civilizatorio” o “demócrata”, que se nutra de actores de la sociedad civil. Rastrean personajes dispuestos a ejercer un perfil opositor a Milei, “sin medias tintas”. También quieren reclutar peronistas que discrepen con el modelo de Cristina Kirchner. Por caso, Manes mantiene un vínculo cordial con Juan Schiaretti. Y Alejandro “Topo” Rodríguez, cercano a Roberto Lavagna, es uno de sus socios en la provincia.
Desde hace semanas, el neurólogo luce satisfecho con los números de las encuestas que le acercan desde Eduardo Fidanza hasta la consultora Escenarios, de Pablo Touzon y Federico Zapata.
Quienes charlaron con el médico en las últimas horas notaron que logró su cometido después de la Asamblea Legislativa: ganar cierta centralidad en el mapa político. Nota que la oposición luce desorientada, sobre todo, por el apoyo popular que retiene Milei por el éxito de su plan para domar la inflación. A su vez, cree que logró exhibir ante la opinión pública que el Presidente se aferró a los métodos de la política tradicional. “La sociedad le dijo basta a la ‘casta’ y Milei se convirtió en la ‘casta”, repitió Manes en la intimidad. En momentos en que macristas y radicales buscan abrir tiendas en el campamento de LLA para conservar capital político, el neurólogo confía en su receta: resaltar su figura de outsider.
A Manes, dicen en su entorno, siempre afectos a las comparaciones médicas, le preocupa que el sistema político no dé “signos vitales de recuperación” ni tenga anticuerpos para frenar el avance autoritario de Milei. “Ni el Ejecutivo ni el Congreso ni el Poder Judicial están a la altura. E irrumpió una persona [por Milei] a la cual la democracia no le interesa. Ni conoce bien de qué se trata. Tenemos que luchar para no caer en otro abismo”, grafica Manes ante quienes lo visitan en su búnker de Uruguay y Mitre para sondear sus planes.
En el círculo de confianza del diputado perciben que gran parte de la ciudadanía repite el patrón de comportamiento de otros momentos históricos. Entienden que el electorado antikirchnerista tiene una mirada complaciente con Milei porque el Gobierno logró bajar la inflación y dar estabilidad económica. Por eso, sospechan, Milei no paga costos por el escándalo de la promoción de la criptomoneda $LIBRA o no halló grandes obstáculos para designar por decreto a Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla en la Corte ni es señalado por embestida contra los periodistas y el Poder Legislativo. “Si se estabiliza la economía, la sociedad perdona todo o no quiere saber. Esto ya pasó con la corrupción de Carlos Menem o los Kirchner”, conjeturan.
A Manes le inquieta, sobre todo, que la ausencia de resistencia al Gobierno de Milei pueda derivar en un proceso autoritario. Por eso, despotrica contra la oposición “colaboracionista” de la UCR y Pro. Incluso sospecha de un presunto pacto entre Milei y kirchnerismo para garantizar la gobernabilidad. A eso vincula, por caso, el faltazo de los diputados y senadores de UxP a la asamblea legislativa mientras se negocia por Lijo o Mansilla y otros puestos clave en la Justicia.
Dado que la ruptura con el sector de Maximiliano Abad, el ahijado político de Ernesto Sanz y controller de la UCR en Buenos Aires, es definitiva, los asesores de Manes descuentan que mantendrán la sociedad política con Martín Lousteau. No solo comparten el bloque de diputados en el Congreso -tras el quiebre con Rodrigo De Loredo y los radicales “peluca”-, sino que aunaron fuerzas en la legislatura bonaerense.
La tensión con Abad, quien prepara un encuentro de intendentes junto con Cristian Ritondo, sigue latente. De hecho, los asistentes de Manes festejaron que Miguel Fernández, titular del radicalismo en Buenos Aires y aliado de Abad, y el foro de jefes municipales de la UCR se hayan solidarizado con Manes cuando se corrió la voz del incidente con Caputo. Abad, en cambio, se mantuvo en silencio.
En la mesa chica del médico se sientan Juliano, jefe de bloque de Democracia para Siempre; su hermano, Gastón Manes, y el legislador porteño, Guillermo “Cuca” Suárez. Varios de ellos se reunieron con el diputado el sábado a la madrugada en su departamento de Santa Fe y Cerrito. De inmediato, los Manes definieron la estrategia judicial. De hecho, esa misma noche decidieron que constitucionalista Andrés Gil Domínguez y al exjuez Mariano Bergés serían los encargados de radicar la denuncia contra Caputo por amenazas coactivas. En el seno familiar había preocupación por las consecuencias de la pelea. ¿Teme sufrir represalias de los centinelas de Caputo en el Gobierno? Según Manes, Caputo le dijo: “Te voy a tirar todo el peso del Estado encima”.
Cuando llegó Juliano a la vivienda de Manes -se había demorado para intentar notificar el hecho en la comisaría de la Cámara baja-, delinearon los próximos pasos y, sobre todo, la narrativa discursiva. “Hay que romper el manual. No nos guardemos: andá a la televisión y contá lo que pasó”, insistieron. En el plano político, consensuaron no mover demasiado las fichas y preservar la estrategia en el Congreso. “Nosotros seguimos en el mismo lugar: hoy quedó claro que somos la única oposición a Milei”, se envalentonaron. De hecho, el bloque de Manes y Juliano apuró ayer el pedido de sesión para tratar los proyectos ligados a la creación de una comisión investigadora sobre el criptogate.
La trastienda
Manes seguía conmocionado cuando se retiró del Congreso. De hecho, la diputada radical Marcela Coli se ofreció para manejar su auto y llevarlo hasta su casa. Si bien Martín Menem, titular de la Cámara de Diputados, había intentado contenerlo -se comprometió a buscar el material grabado de las cámaras de seguridad-, los asesores de Manes detectaron que las milicias digitales que responden a Caputo pretendían minimizar la repercusión del incidente. Asumieron que serían blancos de una ofensiva para desgastar la figura del neurólogo. Por caso, se mostraron indignados por la versión que dejó trascender el macrismo de que el cruce con Caputo había estado guionado. “Nos están pegando de todos lados”, decían.
El sábado, antes de ingresar al Palacio, Manes ya había decidido que no se sentaría en la banca que utiliza habitualmente en el recinto. A sabiendas de que los bloques de Unión por la Patria habían definido que no concurrirían a la sesión en señal de protesta, el médico tejió una estrategia para ganar visibilidad durante la apertura de sesiones ordinarias del Congreso: moverse al sector que suele ocupar el kirchnerismo para reflejar que la comitiva de diputados de Democracia para Siempre eran los únicos representantes de la oposición acérrima a Milei. Un día antes, Manes había preparado un celular para transmitir en vivo la proclama del Presidente, una decisión que tomó para resistir las restricciones que dispuso el oficialismo a la prensa. En ese momento, también definió que llevaría el ejemplar de la Constitución Nacional, el mismo que había utilizado a principios de 2024 cuando se votó la media sanción de la ley ómnibus. “Esto es las fuerzas del cielo versus las fuerzas de la Constitución”, bromearon los asesores del médico.
El sábado, Milei lo cruzó a Manes cuando agitaba la carta magna para recriminarle las designaciones por decreto en la Corte. “Léela bien. Supuestamente vos entendés cómo funciona el cerebro y parece que no entendiste nada”, le espetó el Presidente. Los tiempos cambian: hace apenas cinco años, un economista citaba en el libro Pandenomics a Manes como uno de los “neurocientíficos más importantes del país”. Y relataba las charlas que mantuvo con el médico sobre el miedo para entender cómo los políticos someten a la sociedad. El autor era Milei.