Para Pier Francesco Maestrini, director de escena con más de treinta años realizando montajes en diversos teatros alrededor del mundo, esta producción marca su primera experiencia en el Teatro Colón. Tiene a su cargo la puesta de la célebre trilogía de óperas que Giacomo Puccini compuso en 1918 y que está integrada por Il Tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi. Después de 14 años, estas óperas concebidas por su autor para ser representadas juntas, regresan al coliseo porteño a partir del viernes 2 de mayo. En las siete funciones programadas, Beatrice Venezi y Carlos Vieu se alternarán en la dirección musical al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón.
Sin embargo, no será esta la primera vez que el apellido Maestrini figure dentro de los programas del Teatro Colón. El director escénico a cargo de esta producción es hijo de Carlo Maestrini, uno de los grandes regisseurs italianos, de gran fama durante las últimas décadas del siglo pasado y que llegó a dirigir unas seis producciones para el Colón, siendo la última una Aída en 1983. “Mi padre siempre me habló mucho del Colón; el hacía mucho énfasis en que era uno de los teatros más bellos del mundo y que contaba con una acústica sensacional. Por lo cual trabajar aquí era una deuda que tenía para conmigo, sobre todo luego de haberlo hecho en tantos teatros alrededor del mundo, pero sin nunca haber encontrado la oportunidad de hacerlo en Argentina. Y que sea con esta producción que significa tanto para mí, lo hace doblemente especial,” dice.
La vida de Maestrini ha girado siempre alrededor de la ópera. Cuando nació, su padre ya era un reconocido director de escena. Hay fotografías suyas como figurante en Ana Bolena con apenas dos años, aunque su primer recuerdo es precisamente con Il Tabarro, a los cuatro años cuando su padre lo volvió a colocar en escena. “La primera vez que hice Il Trittico no tuve necesidad de estudiarla, la conocía de memoria de tanto haberla escuchado desde niño. Mi padre cantaba profesionalmente desde los 15 años y luego de regresar de la guerra, donde tuvo que ir a Rusia a pelear, continuó su vida en el teatro. Se convirtió en un regista muy famoso, sobre todo en lo que se conoce como la época dorada del teatro. Trabajó con Maria Callas y las grandes figuras, en la Scala y todas las demás casas de ópera del mundo. Yo siempre lo acompañé en su trabajo, sobre todo cuando enfermó y necesitó de mucho soporte y ayuda. Fue natural ir haciendo de a poco lo que el hacía. Hasta que llegó un día en que para un Barbero de Sevilla que tenía a su cargo en Japón no pudo asistir y me invitaron a tomar su puesto. La producción era con un gran elenco y esta fue la razón por la que yo tuve el privilegio de comenzar desde arriba”.
De memoria
Músico de formación, afirma que hay cosas aprendidas de su padre que lo acompañan hasta el día de hoy. “Se conocía las óperas de memoria y esa es una característica que tengo en común con él. No necesito la partitura para los grandes títulos del repertorio. También me identifico con él en lo que se refiere a la relación con el coro. Hay muchos directores que vienen del teatro de prosa que son geniales, pero que se espantan frente a los coros porque no saben cómo tratarlos. Mi padre, quizás por haber sido militar, tenía facilidad para armar óperas con grandes números de personas. En la Arena de Verona todavía se lo recuerda por su capacidad de montar producciones inmensas en pocos días.”
Maestrini ha sido convocado para trabajar en teatros de Japón, China, Corea, Rusia, Estados Unidos, México, Brasil, Uruguay, entre muchos otros. “A medida que pasan los años y mi nombre está más consolidado, puedo decir que más que agradar a los otros me interesa agradarme a mí mismo. De igual manera, hay que estar atento a las consideraciones propias del país ante el cual se presenta la obra y cuidarse para no ofender. De todo el proceso creativo, lo que más me interesa es el storytelling; que el resultado sea una historia bien contada: la historia que el compositor quería,” afirma.
-¿Hay algún límite entre la libertad de un director de escena y la obra del compositor?
-Todo depende. Hay directores que son muy distintos a mí en la manera de hacer las cosas y que logran resultados importantes, así se alejen de lo que el compositor quería mostrar. Eso sí, tiene que estar muy bien hecho y dejar al público con la boca abierta. Porque si lo único que quieres es generar controversia, te vas a encontrar que el público es inteligente y no lo deja pasar. Pero si la controversia tiene una base fuerte y logra que a la gente le agrade o desagrade de una manera ingeniosa y que salgan con algo importante, entonces allí si es aceptable. La coherencia tiene que ser fundamental.
El director afirma no tener ninguna restricción en cuanto a las técnicas que utiliza en sus producciones. “He utilizado antiguas como la de los telones pintados y también he llegado a presentar óperas con dibujos animados. Todo depende si hago algo trágico o es comedia. Los dibujos animados me interesaban sobre todo para el repertorio de comedia; los utilicé para Il Barbieri, Il Viaggio a Reims y para la ópera sobre El libro de la selva de la que escribí el libreto. Pero, sobre todo, lo que me parece más interesante es la interacción entre lo virtual y lo real. Esto lo hago mucho cuando se trata de algo dramático”.
Adaptada para el Colón
Esta producción de Il Trittico ya Maestrini la presentó en el Teatro Comunale di Bologna y luego en Trieste. Lo acompaña el mismo equipo de artistas con los que trabajó originalmente: Nicolás Boni (escenografía), Stefania Scaraggia (vestuario) y Daniele Naldi (iluminación). “Este tríptico lo estrené en Bologna para un teatro totalmente distinto. Lo hice en un teatro moderno (en ese momento el original estaba en remodelación) que tiene una estructura rectangular, un poco al estilo cinemascope. La que estamos por presentar aquí es la misma, pero hubo que adaptar todo a los espacios del Colón que son mucho más grandes. Todo lo que se va a ver fue fabricado en los talleres del Colón, desde la escenografía hasta el vestuario. Un trabajo impresionante,” explica el director.
Aunque también lo convocan mucho para Rossini y Donizetti, es Puccini el compositor del que más títulos ha presentado. “Sus óperas las he hecho todas, al menos una vez. De todos los que he trabajado que son muchos, es quien más cosas me dice. La única que me falta es Edgar, que casi no se hace. A Manon Lescaut la he hecho 15 veces, Tosca 10 veces y así con otras; todas en producciones diferentes.”
Esta producción afirma haberla pensado durante muchos años, esperando la oportunidad para presentarla tal cual lo está haciendo ahora. “Es mi ópera preferida. La considero una ópera perfecta. Sobre todo, Gianni Schicchi porque tiene lugar en Florencia y me siento muy ligado a ella. Siempre me emociona. Puccini se propuso crear una trilogía de óperas para ser representadas en conjunto, tal cual La divina comedia, en donde cada una estaría dedicada a un canto en particular. Yo quise hacer una analogía explícita de esto. En Íl Tabarro están todas las almas perdidas, destruidas y sin esperanza, como los condenados al infierno. En Suor Angelica encontramos que la palabra principal es expiación y eso es el sujeto del purgatorio. Y Gianni Schicci, tiene a su personaje extraído directamente de La divina comedia y está llena de humor negro. Son tres estados de ánimo, tres emociones distintas y hay que mostrarlas juntas y en sucesión para entenderlas en su profundidad.”
La cantidad de personajes involucrados y su duración puede que sea, en palabras del director, una de las causas por las que muchas veces no se presenta en su totalidad. “Resulta muy complicado reunir todos los artistas que exige una producción como esta. Además, si sumamos el tiempo entre cada ópera sabemos que tenemos una noche larga. Eso sí, la atención no decae nunca puesto que son tres verdaderas capolavoro, cada una con su propio lenguaje”.
Maestrini dice estar de acuerdo con uno de los grandes comentadores de La divina comedia cuando afirma: el purgatorio es el mejor de los cantos, al igual que los demás. “Yo me la conozco de memoria, y así no la supiera, hay una conexión especial entre los que hemos nacido en la Toscana y la obra de Dante. Puccini la conocía también, al igual que Forzano, su libretista. Y nada mejor que las imágenes de Gustav Doré, principal ilustrador de La divina comedia en el siglo XIX, como inspiración para lo que se verá en el escenario. Hacer esta producción en la que se mezcla mi ópera favorita y la obra literaria que más amo es una especie de realización. Tengo otros objetivos en mi vida, pero definitivamente este era uno de los que quería alcanzar”.
Para agendar
Il Trittico, de Giacomo Puccini. Funciones: este viernes, miércoles 7, jueves 8, viernes 9 y martes 13 de mayo, a las 20 y domingos 4 y 11 de mayo, a las 17. Teatro Colón (Libertad 621).