Apenas horas después de la captura del excomandante Bayardo Arce, una nueva figura emblemática del sandinismo ha entrado en el radar de la represión interna: Lenin Cerna, el exjefe de la Seguridad del Estado y uno de los operadores más temidos del aparato represivo del Frente Sandinista.
Según reveló el medio Divergentes, Cerna abandonó su casa el lunes 28 de julio junto a su esposa, Marisol Castillo, al enterarse de que la Policía lo buscaba. Desde entonces, se encuentra escondido en casas de seguridad.
“Cuando llegaron a buscarlo, ya no lo encontraron. Se fugó al ver la intervención contra Bayardo. Él sabe que Rosario lo ha tenido siempre en la mira”, aseguró a Infobae una fuente cercana al ex funcionario.
Su residencia fue ocupada por la Policía, que además expulsó a su equipo de seguridad personal. El operativo refleja que la purga desatada por Rosario Murillo ha cruzado un umbral definitivo. Ya no se reprime solo a opositores o exiliados: también caen figuras históricas del sandinismo, fundadores del régimen, arquitectos de la represión, leales hasta hace poco a Daniel Ortega.
El régimen nicaragüense mantenía desde este lunes bajo arresto domiciliario “de hecho” al histórico comandante sandinista Bayardo Arce Castaño, quien durante muchos años fue asesor económico de Daniel Ortega y figura clave en la interlocución entre el gobierno y el gran empresariado del país.
Asimismo, el general en retiro Álvaro Baltodano Cantarero, ex funcionario de alto rango del régimen de Daniel Ortega, se encuentra detenido en el complejo penitenciario “Jorge Navarro”, conocido como “La Modelo”, desde el 14 de mayo de 2025 y el 9 de junio de 2025 fue condenado a 20 años de prisión en un juicio sumario realizado por videoconferencia desde la cárcel, bajo la acusación de “traición a la patria”.
Cerna, Arce y Álvaro Baltodano fueron, en los años setenta, parte de la guerrilla que condujo al Frente Sandinista al poder. Todos ellos sirvieron como figuras clave del gobierno sandinista en los años 80.
Arce, economista y estratega político, fue uno de los nueve comandantes de la Dirección Nacional del FSLN que dirigió Nicaragua en los años ochenta.
En los noventa, tras la derrota electoral del sandinismo, Arce se transformó en empresario y puente con el sector privado, hasta convertirse en asesor económico de Ortega en su regreso al poder.
Bayardo Arce fue capturado la medianoche del 30 de julio por agentes de la Dirección de Operaciones Especiales (DOEP), tras ser citado por la Procuraduría por presuntas “transacciones al margen del Estado”.
Su asistente, Ricardo Bonilla, ya había sido arrestado días antes. Oficinas y propiedades vinculadas a Arce fueron allanadas, clausuradas o confiscadas. El comunicado de la Procuraduría acusó a Arce de no respetar las órdenes del Estado y de negarse a colaborar con una investigación patrimonial. Era el último comandante de la vieja guardia que aún ocupaba un cargo en el régimen. Ahora ha caído.
Álvaro Baltodano Cantarero es un viejo compañero de armas de Ortega y figura clave en la estructura militar y económica del régimen. Participó en la lucha guerrillera en los años 70, fue jefe del Estado Mayor en los 80, y en las décadas siguientes se convirtió en operador económico, controlador de zonas francas y negociador clave con inversionistas extranjeros.
Cerna, por su parte, es el símbolo más oscuro del aparato represivo sandinista. Dirigió la Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE), el temido órgano de inteligencia durante la guerra civil y los años del poder revolucionario.
Ya en los años 2000, fue apartado del poder por Murillo en un gesto de fuerza interna. En 2011, fue expulsado del complejo presidencial de El Carmen, y más tarde salpicado por una investigación por corrupción en la Dirección General de Ingresos (DGI). Rosario Murillo aprovechó esa coyuntura para fortalecer a su operador de confianza, Néstor Moncada Lau, y marginar a Cerna del poder visible. Aunque fue reincorporado a labores de inteligencia tras la crisis de 2018, su influencia ya estaba cercenada.
Cerna fue sancionado por el Departamento del Tesoro de EEUU por su participación en el negocio del oro controlado por el régimen, otro elemento que lo puso en la mira de Murillo. Su caída es también simbólica: representa la eliminación de los históricos que alguna vez decidieron el rumbo del país. Rosario Murillo, ahora con el control absoluto del poder, no quiere testigos incómodos ni viejos aliados con cuentas pendientes.
“Rosario Murillo necesita tener la mesa limpia de obstáculos para gobernar sin resistencia una vez que muera Daniel Ortega”, afirma un veterano de la vieja guardia sandinista, que pide mantenerse en el anonimato. “Con Bayardo (Arce) y Lenin (Cerna) ella siempre se ha llevado mal”.
Lenin Cerna fue, además, parte del círculo de amigos más cercano de Daniel Ortega, conformado por ocho personas, incluyendo a Ortega, que fueron compañeros de prisión en los años 60 y 70, y que históricamente se les conoce como “Grupo de los Ocho”.
Daniel Ortega, el dictador nicaragüense, cumplirá 80 años en noviembre próximo. En los últimos meses, han aumentado las especulaciones sobre el deterioro acelerado de su salud, alimentadas por sus constantes ausencias en actos oficiales y la visible descomposición física que exhibe en sus escasas apariciones públicas.
En redes sociales nicaragüenses se han abierto quinielas sobre quién será la próxima cabeza en caer ante la purga que ejecuta Rosario Murillo. “El miedo ha cambiado de bando. Ya no es el opositor, el exiliado o el periodista quien teme la furia del régimen, sino los propios sandinistas, los que ayudaron a construir una dictadura que ahora los devora”, explicó la fuente a Infobae.