En tiempos en que causa tanto rechazo que el arte pueda llevar consigo (también) un mensaje político, el Quilmes Rock es un festival en el que, aunque tímidamente, se pueden colar algunas ideas. El sábado, con un pequeño cambio en una letra que hizo Dillom. Este domingo, durante el homenaje a Serú Girán que hicieron dos de sus integrantes, David Lebón y Pedro Aznar, con un golpe de realidad, a partir de una vieja canción. Apenas comenzado el recital, cuando interpretaron “Canción de Alicia en el país”, que mencionaba a “su señoría, el rey de espadas”, esta vez sonó como: “Los inocentes son los culpables dice su señoría… la policía”.
“Para Carlitos y para Moro”, dijo Lebón, antes de comenzar con el tema. Es decir, para Charly García que, por sus problemas de salud no puede dar recitales, y para Oscar Moro, baterista histórico del rock y de Serú Girán, que murió en 2006.
Y si desde ahí en adelante la escucha fue caprichosa también se pudieron forzar otros mensajes. “Si en la música que escuchás ya no hay vida”, dice “Frecuencia modulada”. Pero son versos que también pueden ser tomados, como ese tramo de recital en el que Pedro y David, simplemente, quisieron rescatar de los arcones las gemas menos difundidas del repertorio de Serú.
También hubo temas como “Nos veremos otra vez”, que fue parte de aquel regreso fugaz que Serú hizo apenas comenzada la década del noventa, con históricos recitales y un disco. Además, de esa camada sonó “Si me das tu amor”.
Un rato después llegó “Noche de perros”, con una densidad absoluta y ese solo exquisito de Pedro Aznar, que siempre suena igual, que siempre suena vivo, y luego el solo de Lebón, tan desgarrador (sí, como siempre). “Muy bien chicos”, dijo Lebón, quizá para tomar aire y seguir. “Sí, porque son chicos”, agregó, quizá mirando, hacia sus adentros, sus 72 años.
Y su socio enseguida volvió a meterse en el concierto: “En un mundo que se hunde en el individualismo, el autoritarismo, la guerra y la intolerancia seguimos apostando, seguimos luchando, seguimos trabajando por un mundo mejor”, dijo Aznar, como preludio de “A cada hombre, a cada mujer”. Fue el momento para la primera invitada de la noche: Sandra Mihanovich.
Ese bloque de medio tempo continuó con “Esperando nacer” y “Mundo agradable”, con Dante Spinetta, hasta entrar en las sensibilidades propias de una banda añosa. Porque Lebón, capaz de hacer todas las acotaciones posibles, dijo que a Dante (hijo mayor de Luis Alberto Spinetta) lo tenía en brazos cunado era chico, y se sorprendía de lo bien que toca la guitarra. Un rato después llegó el hijo de Oscar Moro, Juanito Moro, que recibió una ovación del público, para su padre, antes de tocar “Cuanto tiempo más llevará”, exactamente igual como lo hacía su padre.
Juanito se quedó sentado frente a los parches para el cambio de velocidad que Pedro y David le pusieron al concierto, cuando fue el turno de “No llores por mí Argentina”. Y como el recital iba creciendo en invitados, Trueno apareció en esta canción para improvisar unos versos: “Ustedes son los padres de nuestra generación”, dijo. Después aprovechó un puente musical de la banda para colar las estrofas de su tema “Argentina”.
Por supuesto que no podía faltar “Seminare”. Y no faltó. La guardaron para los bises de un show que no fue un show sino un hecho artístico en sí mismo (con los adjetivos que cada uno haya querido ponerle.