Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania

Para entenderlo adecuadamente, tenemos que dividirlo en dos, antes y después de la invasión rusa, ya que después, el actor y político se transformó en una celebridad mundial, no solo para los medios de comunicación, sino también para muchos políticos, para quienes la fotografía juntos era un importante activo. En el proceso, la persona se convirtió en personaje, incluyendo el vestuario para sus apariciones públicas, una especie de uniforme, solo para su uso. Fue un gran esfuerzo comunicacional, pero que no logró penetrar fuera de occidente, ya que el sur global no fue convencido.

Esa transformación de persona en personaje es clave para la imagen que nos hemos formado, pero que debe ser combinada con un segundo hecho de igual importancia, que en Ucrania nunca tuvo la simpatía unánime con la que fue recibido en otros países, sino que ha tenido en estos años todas las alzas y bajas que acompañan al oficio político, como también han influido las vicisitudes de la guerra, además que los ucranianos lo eligieron siendo actor, por lo que allí ha predominado la persona sobre el personaje.

De tal modo es así que, si las elecciones presidenciales fueran hoy, el favorito sería el mismo que hubiese ganado cuando el año pasado se decidió no convocar a elecciones, quizás por esa razón, el general Valery Zaluzhnyi, hoy embajador en el Reino Unido, cuya popularidad proviene de que como comandante en jefe a él se le atribuye la exitosa defensa del país, y a quien se llamó a retiro, cargándole la responsabilidad del fracaso de la ofensiva de 2023.

Zelensky siempre ha dicho que creció en una “familia judía soviética ordinaria”, “no muy religiosa”, tanto que “creció hablando ruso”, junto a sus padres, profesor de cibernética él e ingeniera, su madre. A la BBC le dijo que solo empezó a aprender ucraniano cuando al llegar a la educación formal, se encontró con su aprendizaje, lo que también da una idea de dos cosas, la rusificación que tenía el imperio soviético como también cuán estrecha era la vinculación entre los territorios que al final se convirtieron en países diferentes. Su candidatura fue anunciada el último día del 2018, opacando el mensaje de Petro Poroshenko, entonces mandatario. Actuó así, porque las encuestas mostraban que, si competía, era un candidato con posibilidades, tal era el éxito de su programa de TV, que a su partido le puso el mismo nombre de la serie, “Servidor del Pueblo”, donde el personaje era un hombre idealista que quería cambiar las cosas para bien.

Su campaña fue fundamentalmente virtual a través de las redes sociales, con el discurso populista de “pueblo” versus “élite” y la promesa de lucha contra la corrupción, tema que figuró tan prominentemente, que aún hoy explica que se haya visto obligado en este mes de julio a revertir una reforma, que según la mayoría de los ucranianos y la Unión Europea no era tal, porque debilitaba a las agencias anticorrupción, incluso con acusaciones de autoritarismo por acciones del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), el sucesor de la antigua KGB, en contra de fiscales investigadores, tanto que los europeos, a quienes hoy se les escucha más que antes, puntualizaron que todavía “quedaban reformas pendientes” para avanzar en el camino hacia Europa.

“Nunca debe olvidarse lo que no siempre se sigue recordando, que fue Rusia quien violó el derecho internacional con la invasión”, pero que en las estadísticas internacionales tanto de corrupción como de democracia, Ucrania entonces figuraba muy cercana a Rusia, en la parte baja, tanto que en economía, los “oligarcas” ucranianos no eran muy distintos a los rusos, no solo por su control monopólico sino por la forma irregular que habían adquirido su riqueza, con el agregado que los políticos tenían menos control sobre ellos, importante para saber lo que Zelensky podía y puede hacer, ya que nunca, ni remotamente, ha tenido un poder semejante al de Putin, ni siquiera en los momentos en que la guerra pareció favorable a Kiev.

 Zelenski llegó a la presidencia de Ucrania tras una carrera como actor cómico y sin experiencia política (Sergei GAPON / AFP)

Antes de ser político, Zelensky fue abogado, dueño de una productora audiovisual, actor, quien en su faceta de comediante tuvo un programa y un personaje que le permitió llegar a la presidencia en su primera tentativa. La campaña fue tan exitosa, que para entenderlo adecuadamente he visto un par de capítulos de su serie, subtitulada en inglés, en YouTube, y todo indica que el ambiente de campaña coincidió con lo mismo que se mostraba en la TV, desilusión con la democracia y rechazo a los políticos tradicionales, ganando con claridad en la segunda vuelta, cuando obtuvo el 21 de abril del 2019 nada menos que el 73,22 %, lo que le permitió anunciar en su ceremonia de inauguración la disolución de la Rada o parlamento, y la convocatoria a elecciones anticipadas, que le dieron al partido recién formado, por primera vez en la historia electoral de Ucrania, la mayoría absoluta.

Fue, por cierto, su mejor momento, ya que desde entonces debió luchar con el conocido tema de las expectativas no satisfechas, sobre todo, en su promesa central, de lucha contra la corrupción. Además, contribuyó el hecho que triunfó siendo un verdadero misterio la ejecución de su programa, toda vez que en campaña eludió entrevistas y participación en programas políticos, confiando, sobre todo, en el electorado joven.

Junto con la lucha contra la corrupción, otra promesa relevante de su campaña fue y aquí cito textual “poner fin a la Guerra en el Donbás y resolver el movimiento separatista patrocinado por Rusia”, además, por cierto, aunque con menos esperanzas, la recuperación de Crimea. Fue la oportunidad también para la reaparición de los viejos políticos tan criticados, ya que nombró el 3 de junio al expresidente Leonid Kuchma como representante en el Grupo de Contacto Tripartito para la solución del conflicto, y al mes siguiente, después de visitar a la Unión Europea y a la OTAN en Bruselas, el 11 de julio de 2019, sostiene su primera conversación telefónica con Vladimir Putin para invitarlo a reunirse y participar en conversaciones con Ucrania, EE. UU., Alemania, Francia y el Reino Unido, en Minsk. Hago este recuerdo para que se vea la continuidad de ciertos esquemas y participantes, a pesar del transcurso del tiempo, como también esa conversación, ya que es lo único que parece haber dado resultados concretos, entonces como ahora es el intercambio de prisioneros.

Respecto a su promesa de campaña, en octubre de 2019, anunció un acuerdo preliminar alcanzado con los separatistas, según el cual el gobierno respetaría las elecciones celebradas en la región a cambio de que Rusia retirara sus tropas, acuerdo que es recibido con protestas y críticas, a pesar de que Zelensky lo sigue defendiendo, argumentando que no habría elecciones antes del retiro ruso. En todo caso, no sirvió de mucho, ya que los separatistas siguieron atacando como también Rusia siguió entregándoles armas, aunque en el lado ucraniano, milicias nacionalistas con un nombre todavía vigente como el Batallón Azov, también se negaron a aceptar el acuerdo.

En diciembre de 2019, Rusia y Ucrania acordaron reanudar las reuniones, esta vez Francia y Alemania resucitaron al Cuarteto de Normandía, el que había sido abandonado el 2016, lo que permite que en París tenga lugar la primera reunión cara a cara con Putin, y en julio de 2020, se anunció un alto al fuego formal con los separatistas, nada menos el vigésimo intento de este tipo desde el 2014, y que da luces acerca de cómo Rusia está hoy respondiendo a peticiones similares de Donald Trump como también muestran que el deseo actual de Zelensky de reunirse con Putin, en ningún caso es una novedad. Entonces, eran también días donde en Kiev, nada menos que el romano Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.) era citado con aprobación “Una paz segura es mejor que una victoria esperada”.

Recordemos también que ya antes, ambas partes habían dejado de cumplir con los Acuerdos de Minsk, dos conjuntos firmados en 2014 y 2015, para poner fin a la guerra en la región del Donbás, donde Ucrania, Rusia, y por primera y única vez, fueron reconocidas las dos repúblicas separatistas, la Popular de Donetsk y la Popular de Lugansk, cuyo objetivo principal, en ese momento cumplido, fue un alto al fuego entre el ejército ucraniano y las fuerzas separatistas, y que no perduró entre otras razones, por el incumplimiento mutuo al objetivo de descentralización del poder en Ucrania, con reformas constitucionales que le otorgaran autonomía a esas regiones, algo todavía pendiente. Quizás lo detonó la ilegalización de partidos políticos prorrusos en la Rada.

Zelensky, durante una cumbre con la ex canciller alemana Merkel, el presidente francés Macron, y Vladimir Putin, en diciembre de 2019 (LUDOVIC MARIN / POOL / AFP)

En momentos que hay desazón por la negativa rusa a acordar ni siquiera un cese del fuego, es útil permitir la revisión de aquello que logró ser firmado, aunque no fue lo único donde hubo incumplimiento, ya que también ocurrió con el Memorándum de Budapest, que reunía las seguridades dadas a Ucrania, por parte de EEUU y el Reino Unido, cuando en 1994 renunció a las bombas atómicas que quedaron en su territorio al desaparecer la URSS, y donde Kiev con razón siente que no se le cumplió.

También, para tener una idea de cómo podría proceder Zelensky en el futuro, es importante recordar otras dos cosas, que en toda decisión que se tome en negociaciones con Rusia, mucha importancia va a tener la casi seguridad que si hay cese del fuego, el presidente ucraniano va a recibir presiones para llamar a elecciones, que no tuvieron lugar precisamente con el argumento que los combates lo imposibilitaban, sobre todo, por la influencia que un acuerdo, malo o bueno, podría tener en su resultado. La otra es que al retomarse recientemente en Estambul una reunión directa entre ambas delegaciones es oportuno revisar que, en esa ciudad, en febrero-abril de 2022, poco después del inicio de la invasión, Ucrania y Rusia mantuvieron cinco rondas de contactos que resultaron fallidas.

Hoy sabemos que todo se empantanó cuando Rusia presentó nuevas demandas al mismo tiempo que, según una biografía, Zelensky habría rechazado las peticiones después de visitar Bucha, donde se produjera una matanza de civiles a manos de soldados rusos. Por su parte, según el entonces jefe negociador ucraniano, David Arajamia, habría sido el primer ministro británico Boris Johnson quien habría llegado con un mensaje personal de Joe Biden, pidiendo no ceder y asegurando el apoyo aliado hasta la victoria. En todo caso, las nuevas demandas rusas equivalían a una rendición.

Interesante sigue siendo el rol de mediador que han seguido cumpliendo Erdogan y Turquía, unida a la gestión que en esa época le solicitó EEUU a Israel, dado el entendimiento al que llegaron con Putin en la guerra civil de Siria, donde nunca se enfrentaron a pesar de haber estado en bandos opuestos, gestiones que tampoco dieron resultado, y que fueron abandonadas después que el entonces primer ministro Neftalí Bennet entregara personalmente una oferta de Putin a Ucrania que evidentemente no gustó, además, que según informaciones periodísticas, Bennet habría sido considerado pro ruso.

Son interesantes de recordar, porque la guerra, y en ese sentido Trump tiene razón, está desde hace tiempo estancada, casi congelada, pero con iniciativa rusa, que en la práctica se traduce en un terrible castigo hacia zonas pobladas de Ucrania, con ataques casi diarios, de misiles y drones, para los cuales, Ucrania simplemente no tiene la defensa adecuada, produciéndose un castigo inclemente contra civiles.

Seguramente Ucrania no se engaña que a pesar de su voluntad de hacer cambios en su inversión en Defensa, Europa sigue careciendo, tanto de visión estratégica como de suficiente voluntad política, por lo que a pesar de lo recién acordado, sigue teniendo una débil relevancia mundial en geopolítica, y demasiada lentitud en la toma de decisiones, al requerir unanimidad, junto a una burocracia, ineficiente y costosa, sumados a los problemas de cohesión interna, también por la falta de un propósito común entre los distintos países al no tener una estructura federal, además de los problemas creados por una inmigración con sectores que no desean integrarse y que rechazan la cultura que los acogió.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, asisten a una reunión en la cumbre de la OTAN en La Haya, el pasado 25 de junio (Servicio de Prensa Presidencial de Ucrania/Handout via REUTERS)

¿Y Estados Unidos?

La verdad es que así como el presidente Trump ha cambiado de opinión varias veces, también puede volver a hacerlo, y así como Ucrania no puede confiar del todo en Europa, creo que ha aprendido que tampoco puede hacerlo del todo con EE. UU. quien siempre puede forzarlos a aceptar, aunque no guste, una negociación territorial, sin olvidar que el cese del fuego, en las condiciones actuales, con Rusia todavía ocupando el 20 % de la superficie de Ucrania, equivaldría a lo que fueron los ceses del fuego de las Coreas en 1953, y de Israel con los árabes en 1949, es decir, hasta hoy, fronteras de hecho.

En todo caso, y a pesar de ello, de todo lo que hoy está sobre la mesa, lo que mejor podría servir a Ucrania y a la vez, de disuasión contra Rusia, es el acuerdo de inversiones estadounidenses a cambio de la explotación de tierras raras, no solo por la necesidad que tiene EEUU de estos metales, sino que en esos lugares se aplicarían las leyes estadounidenses, lo que implicaría un entendimiento de largo plazo. Por lo demás, al no haber otro interés estratégico, es mejor que lo que está ocurriendo con demasiado silencio, que es la compra sistemática de terrenos agrícolas y deuda ucraniana por parte de fondos de inversión tan grandes como BlackRock.

Por lo demás, aunque la negativa y hasta desprecio ruso a las peticiones de Trump para un cese del fuego, han llevado a un discurso más fuerte en Washington, hay situaciones que podrían volver a motivar un cambio, si es que hay una negociación directa entre Moscú y Washington, donde el interés ruso es lo tantas veces proclamado por Putin, de que la disolución de la URSS fue tan rápida que hasta hoy no ha habido con el occidente un acuerdo sobre las fronteras de la ex URSS, ya que como todo imperio, de allí surgieron 15 países independientes, negociación que insiste debe hacerse con él y con Rusia como sucesora. Y por la parte de EEUU estaría el interés en hacer hacia Moscú el viaje a la inversa que Nixon hiciera hacia Beijing en 1972, algo equivalente a esa semana que cambió la historia, solo que ahora sería para tener un acuerdo que ponga fin a la alianza estrecha que hoy tienen Rusia con China, y donde el verdadero rival para EEUU más que Rusia es China, y si las sanciones han fallado ahora, con mayor razón lo harían con un rival más difícil, dado su poder económico.

Zelensky pide a sus socios occidentales mayor presión contra la Rusia de Putin

¿Y Zelensky?

Si hay cese del fuego, su futuro va a estar marcado por la convocatoria a elecciones, y si de algo sirve su trayectoria pasada, además de la evidente preocupación por un acercamiento entre Rusia y EEUU, hoy improbable, pero posible, en una reedición de la detente de Kissinger, importante sería para él seguir en detalle lo que hoy está pasando en la política interna de EEUU con el inicio de investigaciones que revisan a través del FBI y el Department of Justice a la administración Biden, ya que todo parece indicar que desde los impeachments a Trump en su primer gobierno, ha estado pendiente algo que también influyó en el distanciamiento, que es el hecho que se acusara, hasta ahora, solo por redes sociales y medios de comunicación afines, que habría existido presión para despedir a un fiscal que perseguía la responsabilidad de Hunter Biden y en cuyo despido habría participado el entonces vicepresidente Joe Biden, como encargado de Ucrania en el gobierno de Obama.

Es evidente que hoy no existe ninguna luna de miel, y que predominan solo intereses, lo que es más duradero para una relación entre países, aunque no es menos cierto, que hacia el final del gobierno de Biden había cierta irritación con las demostraciones de superioridad moral, más que de la persona, del personaje que se había construido alrededor de Volodímir Zelensky, y que está apareciendo en los libros que hoy denuncian lo que antes se ocultó, como por ejemplo, que Biden ya en el 2022 empezó a mostrar impaciencia al decirle por teléfono a Zelensky que debía mostrar mayor gratitud con su gobierno, algo que solo se había hecho público cuando poco antes de la Cumbre de la OTAN de julio 2023, el consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan le respondió a una activista que se quejó que Ucrania no estaba recibiendo toda la ayuda que necesitaba, que el pueblo norteamericano merecía agradecimientos en vez de críticas, y como quien lo interpeló era una ciudadana a pie, no había duda que quiso mandar un mensaje.

Y no pareció ser una coincidencia, ya que en esa misma Cumbre el propio presidente Biden dijo públicamente que no habría ningún trato especial para el ingreso de Ucrania a la OTAN, simplemente ahora no era posible. Fue un cambio al menos para mí, que me pregunté en columna de INFOBAE si había surgido una grieta en la luna de miel con Zelensky, ya que hasta aliados estrechos como Polonia criticaron a Ucrania y fuertemente, por el tema de las exportaciones agrícolas que pasaban por su territorio, y que al parecer se quedaban allí para su reventa.

Un cambio que parece haber llegado a medios de comunicación occidentales que ahora hablan de cuán difícil es la situación bélica para Ucrania y la necesidad de “realismo”, lo que también es un cambio después de tres años donde en general se pronosticaba la derrota rusa, aunque la conclusión es que difícilmente después de una guerra tan intensa, ni Ucrania ni Zelensky parecen preparados para una salida de neutralidad tipo Austria o Finlandia de la Guerra Fría.

@israelzipper

Máster y PhD en Ciencia Política (Essex U), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)