“Con lo que gané en YouTube los primeros 3 años pude comprarle la casa a mi mamá”. La frase de Pablito Castillo resume el impacto de su éxito en redes y el giro que dio a su vida y la de su familia. Hoy, que se convirtió en uno de los influencers con más visualizaciones en plataformas digitales, Castillo es un referente tanto para chicos como para adultos. Pero su recorrido comenzó en la adversidad.
La historia de Pablito Castillo se remonta a una infancia en Florencio Varela marcada por las dificultades. Su madre, que no tuvo la oportunidad de estudiar, trabajó en tareas de limpieza y como empleada doméstica con cama adentro. Además, participó activamente en piquetes para garantizar que a su hijo no le faltara lo esencial. Durante esos años, el niño asistía al comedor de una organización social antes de ir al colegio, una rutina que reflejaba la situación económica de su hogar.
El inicio de su carrera en redes sociales fue casi accidental. Hace cerca de una década, Pablito Castillo grabó a su madre en un momento de enojo y compartió el video en Facebook. Lo que comenzó como un simple juego pronto se transformó en una actividad constante, a medida que sus publicaciones ganaban cada vez más repercusión. El crecimiento fue sostenido y, con el tiempo, la creación de contenido se convirtió en su ocupación principal.
Actualmente, cuenta con más de 6 millones de seguidores en Instagram, casi 4 millones en Facebook y casi 9 millones en TikTok. Cada uno de sus videos alcanza millones de visualizaciones, consolidando su posición como uno de los comediantes más populares en redes sociales. Su influencia ha trascendido el ámbito digital: futbolistas de la Selección nacional, conductores de televisión y actores buscan participar en sus producciones, atraídos por el alcance y la creatividad de sus contenidos.
Acá, los momentos más destacados de la entrevista:
Una auditoría del alma
Mariano: —¡Hola, Pablito Castillo! ¿Te llegó el sobre?
Pablito: —Fui a buscarlo, pensé que era el de la luz. Lo saqué y me encontré con esto. Y aparecí acá…
Mariano: —Esto es más que nada un viaje espiritual. Tranquilidad. Estamos en una auditoría del alma.
Pablito: —¡Qué sensación rara que tengo!
Mariano: —No pasa nada, tranquilo. Esto sería como la sala de espera celestial, una antesala al infinito. Escucha: usaste 876 pelucas diferentes en tu vida. Observaste 345 horas a tu mamá enojada para poder imitarla a la perfección. Tus videos fueron vistos 143 mil millones de veces alrededor del mundo.
Pablito: —No lo sabía. Qué buen dato.
Mariano: —Como en los cumpleaños de 15 o los casamientos, ¿con qué tema entrarías al cielo?
Pablito: —¿Sabés cuál? Pondría una de Pappo, “Le he pedido tanto a Dios”.
Infancia, familia y recuerdos que perduran
Mariano: —Si pudieras revivir un momento de tu vida con todos los sentidos, ¿cuál elegirías?
Pablito: —Iría directamente a mi niñez, a momentos con mi familia. Se me vienen olores a tierra mojada, el olor a pan casero que mi abuela hacía en casa. El mate cocido, ¡hace mucho que no recordaba esos momentos que le quedan a uno para toda la vida! Mi abuela viendo la tele. Mis amigos vecinitos que me llamaban: “Pablito, salimos a jugar un rato”. Y mi abuela: “Dale, andá, andá”. Mi mamá llegando a última hora porque trabajaba todo el día. Y cuando llegaba, era sentarnos todos a comer, a charlar y hablar de lo que pasó en el día. Iría a ese lugar, a ese momento.
Mariano: —¿Qué significado tenía para vos ese reencuentro familiar diario?
Pablito: —La vida trata de eso, de volver a compartir los momentos, que hoy en día se perdió mucho. Antes las cosas eran más unidas, y se extraña. Pasan los años y uno a veces quiere retomar de nuevo eso, pero cuesta. Uno no puede juntar a todos. La vida va desarmando cosas también.
Mariano: —¿Un recuerdo inolvidable con tu mamá?
Pablito: —El momento en que mamá llegaba de trabajar a las ocho, ocho y media de la noche, y siempre me traía un presente chiquitito, un caramelito, un chocolate. Para mí era y va a ser siempre lo más. Yo sabía que tenía que devolverle un poco de todo lo que me dio mi vieja y se me puso muy difícil. Cuando era adolescente no sabía para dónde correr y se presentó esto de crear contenido. Sabía que lo estaba haciendo por una persona y era ella, porque se lo merecía completamente.
Ausencia paterna y la figura del tío
Mariano: —¿Cómo viviste la ausencia de tu padre en tu infancia?
Pablito: —Me dolió mucho la ausencia de mi viejo. Una cosa es lo que pase entre ellos como pareja, pero otra cosa soy yo. Me pasó eso de no tener ese lado paterno.
Mariano: —¿Hubo alguien que haya ocupado ese lugar?
Pablito: —Mi tío, el hermano de mi vieja. Fue la persona que estuvo ahí enseñándome todo. Cuando levantaba la cabeza en los actos del colegio el que estaba ahí era él. Cuando iba a jugar al fútbol, miraba para atrás y él estaba alentándome. Me enseñó a ponerme un preservativo, a ese nivel. No era mi papá, pero sí lo fue de todas maneras.
Mariano: —¿Qué sentís por esa figura en tu vida?
Pablito: —Creo que por eso me dolió tanto la ausencia de mi viejo, pero nunca lo juzgué. Se tenía que dar así y así fue. No estoy para juzgar a nadie.
Amor, pareja y momentos compartidos
Mariano: —¿Cómo vivís el amor?
Pablito: —Al cien por cien.
Mariano: —Si pudieras sanar un dolor profundo ajeno, ¿a quién elegirías?
Pablito: —Si hablamos de sacar un dolor fuerte, se lo haría a mi pareja. Si es un dolor que ella tiene y lo va a tener para toda la vida, se lo daría a ella para que calme su corazón. Que pueda sanarlo, pero que no lo olvide. Ella lo sabe muy bien, porque la amo mucho y se lo merece.
Mariano: —Hace de cuenta que en el cielo tenés on demand, ¿qué momento con tu pareja revivirías?
Pablito: —Cuando tomamos la decisión de irnos a vivir juntos, el sentarnos a comer en una mesa cuando ni siquiera había sillas, comiendo en un platito de plástico de una rotisería porque no teníamos nada. En ese momento, decir: “Vamos, miremos esto juntos y dónde estamos hoy en día”. Lo volvería a repetir mil veces.
Mariano: —¿Qué lazo sentís que los une?
Pablito: —Que pese a que venimos de distintos lugares, ella de General Villegas, yo de Florencio Varela, arrancamos solos, con miedo, pero haciendo las cosas bien. Después de seis años, mirar atrás y decir: “¡Qué lindo, fue hermoso!”.
Florencio Varela y los comienzos
Mariano: —Hablemos de tus comienzos como creador de contenido…
Pablito: —Yo no lo busqué y apareció. De repente lo agarré tan fuerte, me aferré a eso que nada, se hizo lo que se tuvo que hacer y sucedió.
Mariano: —¿Qué significó Florencio Varela en tu vida y tu carrera?
Pablito: —Siempre remarco Florencio Varela porque es el lugar que me vio crecer, el que estuvo ahí. “Pablo Castillo, un pibe de Florencio Varela que la peleó, corrió atrás de lo que le gustó siempre, corrió atrás de sus sueños y que hizo todo para ser feliz”: eso pondría en mi entrada al cielo.
Mariano: —¿Tu identidad de barrio influye en tu humor y tus personajes?
Pablito: —Siento que los personajes y las cosas que hago tienen un poco de esa viveza de barrio. Por eso la gente que me sigue dice: “Tiene esa chispita de real, de esa mamá, de ese primo”. Lo actúo así y sale tan fresco porque es real, después viene el humor alrededor de eso.
Mariano: —¿Estás muy pendiente del impacto de tus videos en la gente?
Pablito: —Cuando lo ves ahí, “lo vieron un 1.500.000″ puede ser un número que ves ahí; pero ponés 1.500.000 personas riéndose toda junta en una calle y entonces es ¡wow! Me saco el sombrero ante toda esa gente que hace del humor un bálsamo. Ese camino ya lo tengo medio como pago.
Mariano: —¿A quién elegirías si pudieras “bajar” a una persona querida desde el cielo por dos horas?
Pablito: —Ya te lo nombré, bajaría a mi tío.
Mariano: —¿Qué harías si lo tuvieras de nuevo cerca?
Pablito: —Me sentaría, le mostraría todas las cosas que logré y le traería a sus hijos, que no pudieron estar con él. Que los abrace y les diga lo mucho que los ama.
Mariano: —¿Sos consciente de lo que le aportás a otros con tus videos?
Pablito: —A mucha gente le calmé tristezas, soledades, ansiedad y todo eso viendo mis videos. Mucha gente ni lo dimensiona, pero yo sí. Ese trabajo para mí es muy importante. Me saco el sombrero ante esa gente a la que llego con personajes y humor.
Fotos: Diego Barbatto
Producción texto: César Litvak