El régimen de Nicaragua, encabezado por los esposos Daniel Ortega y Rosario Murillo, delegó formalmente en uno de sus hijos, Laureano Facundo Ortega Murillo, la responsabilidad de firmar dos acuerdos de cooperación económica con la República Popular China, una medida que refuerza el papel central de la familia presidencial en la política exterior del país centroamericano.
La decisión fue oficializada mediante un acuerdo presidencial publicado este martes en La Gaceta, el diario oficial del Estado. En el documento, conceden a Laureano Ortega plenos poderes para suscribir en nombre del régimen de Nicaragua dos convenios bilaterales: uno referido a asistencia económica no reembolsable y otro a un préstamo sin intereses, ambos firmados con autoridades de Beijing. Ninguno de los dos instrumentos especifica los montos comprometidos.
Laureano Ortega Murillo ostenta el título de asesor presidencial para las Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional y además actúa como representante especial del dictador para los asuntos vinculados a China. Esta figura ha sido central en la reconfiguración de las relaciones exteriores del país desde que, en diciembre de 2021, Managua cortó relaciones con Taiwán para establecer vínculos diplomáticos plenos con la República Popular China, en consonancia con el principio de “una sola China” que promueve Beijing.
Sanciones internacionales y rol político
El nombramiento de Laureano como principal interlocutor con China ha sido objeto de cuestionamientos dentro y fuera de Nicaragua. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han sancionado al hijo de la pareja presidencial por su presunta implicación en violaciones graves a los derechos humanos y por su respaldo al proceso electoral de noviembre de 2021, considerado por organismos internacionales como fraudulento. En esos comicios, Ortega y Murillo lograron su reelección tras encarcelar o exiliar a los principales líderes de la oposición.
Sectores de la oposición lo consideran el “delfín” del régimen, en referencia a la posibilidad de que sea preparado para suceder a sus padres. Su creciente protagonismo diplomático y económico ha desplazado incluso a figuras del gabinete, como el canciller Valdrack Jaentschke y el ministro de Hacienda, Bruno Gallardo, en las negociaciones estratégicas con potencias aliadas como China, Rusia y Bielorrusia.
La cooperación con China ha sido uno de los pilares del gobierno de Ortega desde el restablecimiento de relaciones. En diciembre pasado, Ortega celebró como “el mejor regalo navideño” la elevación del vínculo bilateral al nivel de asociación estratégica, tras una conversación telefónica con el presidente Xi Jinping. Este giro geopolítico refleja un distanciamiento progresivo de Nicaragua respecto a Estados Unidos y otras democracias occidentales, al tiempo que consolida lazos con gobiernos autoritarios.
Las relaciones diplomáticas entre China y Nicaragua tienen un largo historial de altibajos. Se iniciaron en 1985, durante el primer gobierno sandinista, pero fueron interrumpidas en 1990 cuando la entonces presidenta Violeta Barrios de Chamorro decidió reconocer a Taiwán. Fue recién en 2021 cuando el régimen actual reanudó los vínculos con Beijing, rompiendo oficialmente con Taipei, cuya soberanía China no reconoce.
Desde entonces, el país ha firmado múltiples acuerdos de infraestructura, tecnología y cooperación militar, en un marco de creciente opacidad. La ausencia de detalles sobre los montos, condiciones y beneficiarios de los nuevos convenios firmados por Laureano ha generado críticas por parte de organizaciones civiles y observadores internacionales, que denuncian la falta de transparencia institucional.