El dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, saluda a miembros de las fuerzas armadas, la Milicia Bolivariana, la policía y civiles durante una manifestación contra una posible escalada de acciones estadounidenses hacia el país, en la base militar de Fuerte Tiuna en Caracas, Venezuela, el 25 de noviembre de 2025. REUTERS/Leonardo Fernández Viloria

¿Qué hacemos los que queremos paz para Venezuela? ¿Cómo lo tenemos que gritar al mundo cuando el mundo no ha podido hacer nada concreto? ¿De veras alguien cree que se puede seguir dialogando, negociando y conversando con un grupo de dictadores que violan derechos humanos mientras secuestran a su pueblo? ¿Dónde están los que levantan la doctrina de la “responsabilidad de proteger” ante una población sometida a vejámenes, robada por su cleptocracia y violentada en su convivencia cotidiana? ¿Todos los que se llenan la boca hablando de “paz” -en serio- consideran que los venezolanos no están entregando en demasía de sus propias existencias en manos criminales o creen que tienen que morir más personas inocentes? (Miren el promedio de muertos de Foro Penal y verán que los muertos tienen nombre y apellido por millares y desde hace años) ¿De qué paz hablan los que la proclaman si no es con sentido cínico? ¿Alguno viviría en un país así o solo lo dicen desde los despachos cómodos de la burocracia internacional y tomando un café de Starbucks?

Este es el punto de quiebre en el que estamos: el dilema de hierro para los demócratas. Y claro, todos tenemos presente que los Estados Unidos en política internacional suele ser extremo, pero más extremo y vejatorio es la esclavitud y sometimiento que padecen los venezolanos.

Acá no estamos viendo una invasión de Rusia ante Ucrania, no es comparable semejante situación, sostener eso es una temeridad y los que apuntan con el dedo acusador travestidos con el derecho internacional de la mano saben que Vladimir Putin es lo que es. Y yo estoy con mi país en la primera fila criticando a Rusia por semejante despropósito acometido hace tiempo. Eso sí que fue un atropello olímpico a la soberanía de una nación, no es lo mismo que una nación secuestrada por sus tiranos. No vale ese paralelismo.

En realidad, en Venezuela hay un pueblo oprimido por un cartel narcoterrorista que se asentó en el poder político, que violentó la voluntad popular de su pueblo al robarle la decisión del 28 de julio de hace dos años y al que los tienen sometidos como esclavos con violencia física y secuestros varios. Cualquiera que comulgue con dilatorias y ejercicios que a nada arriban para sostener que eso es respetar la paz y la vida en Venezuela es cómplice de los dictadores, quien así habla es mendaz. Y cualquiera que no reconozca a Edmundo González Urrutia y a María Corina Machado como los actores legitimados por Venezuela es antidemócrata. Simple, ya no hay espacio para nada más. Ya no importa que sepan todos que es una dictadura, eso ya lo gritaron los demócratas del mundo y los venezolanos ganaron esa batalla; ahora, por lo menos, que no molesten los obsecuentes ideológicos con análisis irrelevantes en una hora tremenda para los venezolanos. No es de tonteras que va la cosa. Venezuela en el presente se juega la vida o la muerte.

Quizás, lo mejor que nos podría pasar para ver el amanecer democrático de Venezuela es que aquellos que lo consideran como lo consideran a Nicolás Maduro y a sus acólitos, los reciban y les brinden su asilo. Yo compro ese ticket, aunque algún día el brazo largo de la justicia -ante violaciones con delitos varios de lesa humanidad- tocará la puerta de varios de ellos, pero esa será otra historia que no me quiero detener ahora. Si alguien se considera útil para semejante hazaña que lo haga ahora, ya no parece quedar mucho plazo. La verdad es que todo ha sido puro cuento y nadie ha logrado nada con el tirano y sus adláteres. No debe tener ya demasiados amigos.

Hay un dilema moral en todo esto, eso es lo real. No nos gusta la violencia a los americanos, somos pacifistas, pero para serlo tenemos que defender la paz de quienes más sufren y no hacernos los distraídos porque Estados Unidos advierte un camino entre ellos y los terroristas de estado. Solo pregunto, porque todos estamos movilizados por estas horas. ¿Se aplauden revoluciones insurgentes de izquierda, pero nos irritamos con liberaciones de dictaduras fascistas como la de Maduro? Algo no cierra en ese razonamiento.

Yo hubiera preferido no ver todo esto, pero espero que lo que hace Estados Unidos termine por presionar el régimen y lo haga colapsar. ¿Lo repito? Prefiero esta presión a la nada que ha existido hasta el presente. Y eso no me hace obsecuente, porque los que buscamos la libertad en Venezuela nos vamos quedando sin opciones a preferir. La realidad se va imponiendo y es tan sustantivo el enojo fundamentado que tenemos por Nicolás Maduro que se dónde tengo que estar en el contencioso actual.

Lo que vivimos, hoy, es un fracaso del multilateralismo en las recuperaciones democráticas. Y hacerse el zonzo ante eso es pegarse un tiro y seguir entregando a Venezuela a manos de estos delincuentes de por vida. No pienso quedarme esperando que acontezca un milagro. Los milagros no existen.

Lo que haga Estados Unidos -si le sirve a Venezuela democrática- pues lo veremos, veamos lo que pasa, total, nadie hizo nada hasta el presente y mucho peor de lo que están los venezolanos, no creo que sea la hipótesis del caso. Insisto nadie aplaude, solo miramos con expectativas de libertad (ese es el punto) ansío la libertad para los venezolanos y sueño con eso. ¿Estoy mal? ¿No tengo derecho a eso? ¿O tengo que seguir bajo la bota de estos bárbaros? Por supuesto que no quiero ver muertos venezolanos inocentes. Claro que quiero ese mundo ideal, ojalá se pueda, pero veremos como termina este drama. Veremos. Y si lo que pasa es lo que imaginamos, ojalá sea rápido y efectivo, porque los gobernantes legítimos están en las gateras esperando cumplir el mandato que el pueblo les ordenó.

En realidad, no alcanzó la narrativa, no alcanzaron las negociaciones que mintieron los dictadores de manera eterna porque nunca negociaron nada, no alcanzó nada y para algunos hay que seguir esperando el milagro como en Cuba que lleva sesenta y seis años sometida al poder de unos tiranos que la tienen secuestrada. Ya de Cuba nadie habla, han ganado los peores con la inercia de todos. Otra vergüenza.

¿De veras alguien cree que Venezuela debe ser Cuba? ¿En serio se trata de ignorar a un pueblo hermano y solo ver si le pueden meter cadenas hoteleras o compañías de teléfono multinacionales? No podemos ser tan cretinos los que analizamos lo contemporáneo. Y habría que tener un poco de dignidad en el estudio de estos menesteres, luego la verdad siempre sale a luz, por eso los que comulgaron con el dictador procurando negocios y concretando satrapías, deberían tener en cuenta que algún día cuando la democracia renazca se sabrá todo. Nadie olvida nada.

Pregunto: ¿Les serviría a los pacifistas de tertulia radial que hubiera una revolución y mataran a miles y miles de personas inocentes por parte de aquellos que tienen las armas? ¿Esa es la propuesta seria que habría que traccionar? Nada de eso va a suceder, nada.

Me dice el Youtuber Kilómetro, de manera coloquial en una conversación que “la dictadura venezolana normalizó el fascismo”. Y fue un golpe de realidad semejante expresión, porque aquellos que llevamos años en esta lucha por la reconquista de la democracia en Venezuela, a veces, perdemos frontalidad narrativa de tanta vuelta que le damos al terrorismo de estado.

Tiene razón Kilómetro: es fascismo puro duro. No habría que perder esa noción para entender lo que va a pasar. Lo que viene no es escribir con Sor Juana Inés de la Cruz es interpelar a estas bestias. No lo justifico, pero no me duele nada lo que les suceda a estos tiranos, no tengo tanta humanidad para ser indulgente con violadores de derechos humanos al por mayor. No estaré en esa biblioteca. Me voy a ubicar del lado correcto de la historia, del lado donde la inmensa mayoría de los venezolanos están. Hace rato que todos deberían estar allí. Demasiado rato. Lo humano, ante todo. Venezuela clama por su libertad y recuperar su democracia. Esto es lo central. En eso no debería haber miseria de nadie.