Nicolás Cabré está feliz. Como nunca. Y no es una frase hecha. Feliz porque dirige Yepeto en el teatro Picadilly (miércoles y domingos, con Roly Serrano, Alan Madanes y Luisina Arito), la obra que protagonizó a los 17 años, en el formato de película, junto a Ulises Dumont. Feliz porque su relación con la bailarina, actriz y directora Rocío Pardo va camino al casamiento a fin de año. Y feliz porque en el medio del maremágnum mediático en el que podría verse sumergido, su relación con la China Suárez encontró un norte y entre ambos mantienen con firmeza el rumbo: el bienestar de la hija que tienen en común, Rufina. De todo eso habló con Infobae, en una charla a fondo donde se mostró despojado de armaduras como nunca.
— Es un año con mucho trabajo, por suerte.
— La verdad que sí. Con muchos proyectos. Una vez que terminamos de hacer Los Mosqueteros empezamos a diagramar todo esto. Yo trato de diagramar más los momentos de vida y ver cómo le metemos trabajo. Siempre el punto está ahí.
— La prioridad es tu familia, tu disfrute, tu running y acomodar el trabajo en función a eso.
— Si. Tengo la suerte y el privilegio de poder vivir de lo que me gusta. No soy mega ultra millonario, tampoco lo necesito, ni perseguir el nuevo modelo de auto. Tengo bien claro lo que quiero. Lo que me hace bien es estar y compartir con las personas que me acompañan. Con la familia. Y es cien por ciento mi prioridad hoy. Si vos me ofreces un trabajo, el proyecto puede estar buenísimo, pero si necesita que yo le ponga un año y medio encima te digo que me encantaría hacerlo, pero no quiero ponerle la espalda a esto.
— Vamos a hablar de distintos proyectos, pero arranquemos por Yepeto. ¿Cómo es volver pero como director?
— Es un gran desafío. Cuando tuve la oportunidad de hacerla tenía 17 años. Era un gran desafío estar cara a cara con Ulises (Dumont), con un texto importante. Y cuando empezó esta idea de volver a hacerla en teatro, nos juntamos los tres que ya veníamos con una historia. Dirigir esto a lo mejor no se esperaba, porque yo vengo de hacer una comedia y era lógico que me ofrecieran otra comedia. Para mí primero es una gran oportunidad y una gran alegría.
— Me contás de Roly, que es un hermoso. ¿Cómo se marca un tipo como Roly?
— Él es muy bondadoso. Para mí es un honor que él aceptase este proyecto conmigo como director. Y después, hablando con él, marcándolo, hinchando las bolas. Él siempre está ahí escuchándote y para mí es muy halagador que siendo el actor que es, pruebe y lo haga. Es maravilloso verlo bien, feliz. Pudiendo demostrar quién es arriba y abajo del escenario. A mi me emociona verlo. Es un tipo que tuvo una vida muy dura. Su experiencia enseña mucho.
— Hay un gran trabajo en traer a aquel Yepeto que hiciste a este tiempo…
— Está hecho desde un convencimiento mío. No la hago políticamente correcta para el día de hoy. Una de las cosas más importantes que me dio la producción es la libertad de hacer lo que a mí me pareciera. Y creo que ponerle mucho más poder al personaje de la mujer. Hoy tengo más edad que a mis 17 años cuando la leí por primera vez, puedo llevarla para otro lado.
— Tenés más edad, más recorrido profesional y sos papá de una hija.
— Si bien la obra sigue teniendo ese peso poético, creí que modificando algunas cosas que antes hacía el profesor y hoy las hace la chica, se gana hasta en intensidad.
— Yo no quiero spoilear, pero hay un recurso que tiene que ver con la imaginación…
— Ella aparece mucho como producto de la imaginación del profesor. Y es un lindo recurso para ver cuando ella aparece de verdad. Cómo van cambiando las cosas y cómo hay un jueguito entre el profesor y esa chica que termina explicado un poquito al final. Es otra de las decisiones que para mí eran necesarias.
— Está buenísimo porque habla de lo que construimos nosotros, cómo podemos pensar el deseo. ¿Qué te pasa a vos con el deseo?
— En este caso el deseo no tiene una índole sexual. Se habla de admiración, de amor por las letras.
— El deseo va cambiando a lo largo de la vida. Tal vez se puede disfrutar muchísimo de la profesión y el deseo es llegar a casa, estar con tu compañera, estar con tu hija.
— Si eso se va modificando. Hoy estoy viviendo algo que a lo mejor nunca me animé a desear. Lo más hermoso de esta vida. No fue un objetivo que dije ‘voy a tratar de llegar ahí’. De repente llegué, me anoté en un gimnasio y era un club de corredores. Y hoy corro y arranqué una relación que me sorprende.
— ¿Cuándo empezaste a correr?
— Hará 7 u 8 años.
— ¿Qué pensás cuando corres?
— Todo, todo. Y no me lo propongo. A veces no pienso en nada. A veces simplemente termino y me doy cuenta que estoy en un momento de mi vida donde soy muy feliz. Y de repente, cuando corro, proceso un montón de cosas. Y a veces las resuelvo ahí. Es genial tener ese ratito.No es que me preguntás algo y te digo ‘pará que voy a correr y vengo’. Pero sí, a veces, tengo ese momento para darme cuenta de cosas que no había pensado nunca.
— Podés planificar el cumple de Rufina, el casamiento, lo que sea. Antes de empezar te contaba que envidio mucho a la gente a la que el cuerpo le pide hacer actividad física. A mí el cuerpo me pide un cuarto kilo de helado, siempre.
— Yo creo que hago todo para comerme ese cuarto kilo de helado. Pero no siempre voy feliz. A veces ,de la habitación hasta la cocina encuentro ciento cincuenta excusas para decir ‘no, lo hago después, me duele, freno, el frío, lo hago a las nueve que a lo mejor hace menos frío. Y me agarro a piñas conmigo mismo.
— Es disciplina.
— Y, lo tenés que hacer.
— ¿Hay algo que heredaste de esa disciplina de tu papá en el taxi, cuando te llevaba con él a trabajar?
— Creo que hay algo. Nada es gratis. Yo podría evitar algún entrenamiento. El objetivo está en hacer lo que sea para hacer un triatlón ahora en octubre, o para la maratón. Yo tengo que correr. No es que falto y no sé. Después lo sufro allá. Entonces siempre terminas en lo mismo. Nadie dijo que iba a ser fácil. Hay que hacerlo.
— Igual, hay cosas que se te fueron haciendo más fáciles con los años. En la profesión sos muy elegido. Trabajas un montón para eso. A tus viejos les costó más.
— A mis viejos les costó.
— ¿Te da algo de culpa eso?
— Creo que lo tuvimos que entender de los dos lados. Ellos vivieron a través mío cosas que nunca pudieron lograr. Y por eso se esforzaron para inculcarme determinado tipo de cosas, para que eso suceda. Ellos también veían que yo me levantaba a las seis de la mañana. Cuando grababa eran 14 horas y después tenía que ir al colegio. A veces me iban a buscar y a veces terminaba de grabar en Canal 13 y venía en colectivo. Ellos vieron también mi esfuerzo. No eran de los que creían ‘ustedes van, se ríen dos segundos y ganan plata’. Pero vivieron con alegría. Por eso, a los 15 años, cuando ellos me manejaban la plata, tuve la suerte de tener estos padres, que me dijeron vení, vamos a elegir un departamento. Porque ellos juntaron la plata, nunca la tocaron: así como la agarraban, la dejaban. Y jamás habían tenido su casa propia.
— Qué fuerte.
— Y no era para que viva, era ‘alquilalo’, no para ellos. Tengo la suerte y el privilegio de hacer lo que me gusta. Y eso me lo enseñaron ellos. Y me enseñaron: ‘Mira que puede durar toda la vida o a lo mejor se termina’. Siempre me demostraron que nuestras vidas eran diferentes. Pero el concepto, para ellos y para mí, era el mismo. Ellos sabían lo que yo hacía y hasta creo que lo disfrutaban muchísimo más que yo. Estoy seguro.
— ¿Va a pasar con Rufina?
— Ni hablar. Por eso hoy mi prioridad es estar rodeado de mi familia, no cambiar el auto.
— ¿Lo sentís a tu papá en el teatro?
— Siempre. Doy dos pasos y lo encuentro, porque no hay un solo día en el que no me de cuenta de cosas que me han dejado. Hoy me pasa con mi mamá. También me encuentro con muchas cosas que me suceden como padre. Y sigo entendiendo lo que significa ser un papá: cuando creo que encuentro la respuesta, veo que la tuve desde hace mucho tiempo y digo ‘claro, ahí estaba’.
— Para quienes no sepan, tu mamá murió hace muy poquito. ¿Qué te pasó con eso?
— La vida es un poco entender esas cosas. Y en el caso de mi familia, somos muy pocos los que quedamos. Me quedan mis tíos y mis primos.
— ¿Les diste muchos dolores de cabeza a tus padres en la adolescencia?
— Si, seguramente.
— ¿Llegabas roto? ¿Te fueron a buscar alguna vez a una comisaría?
— Bueno, tengo una anécdota. Lo llamé a mi viejo porque había pasado no sé qué cosa. Y me dijo ¿qué hiciste? ¡Pregúntame cómo estoy primero!. ‘ ¿Qué hiciste?’…
— ¿Lo llamaste de una comisaría o desde un hospital?
— De una comisaría…
— ¿Te fue a buscar?
— Sí, me tuvo que ir a buscar.
— No te dejo escarmentando un ratito.
— No, no…
— Necesito saber qué había pasado.
— Un choque, que tenía que te tenían retenido. Cuando hablo de disgustos, creo que a lo mejor no entendían las decisiones o caminos que uno tomaba en un momento. Cuando la prensa y yo nos peleábamos más que ahora. Ellos no siempre lo disfrutaban, no lo entendían y sabían quién era yo.
— Pero bancaron siempre.
— Siempre estuvieron ahí. Seguramente infinitamente en desacuerdo con lo que yo decidía, Pero ellos estaban.
—¿Y te sale eso con Rufina?
— Aprendo.
— ¿Y te ha tocado estar en desacuerdo con decisiones de ella?
— Sí, o no. No tengo que estar de acuerdo o en desacuerdo. Soy parte de las decisiones, pero no soy el protagonista. Nunca se habla de mí. Nunca tiene que decidir entre una cosa o mi persona.
— Pero, por ejemplo, vos empezaste a los diez años en La Ola; ¿si viene Rufi y te dice que se quiere sumar a Margarita?
— Ah, bueno, no siempre va a tener la decisión. Nosotros siempre, dentro de lo que ella quiere, vemos cual es el mejor camino y cuales son las opciones. Después, cuando ella elige, elige. Y es eso. Yo nunca jamás voy a ser el que le mete un palo en la rueda.
— Que nosotros estemos hoy charlando así, y desde hace algunos años también, tuvo que ver con la paternidad.
— Y con los años. La paternidad tiene mucho que ver. Debe ser un poco esto que te estoy diciendo. No soy el protagonista de mi vida. No soy lo más importante. Dejé de serlo hace 12 años. Entonces las decisiones que yo tomaba sin pensar en no sé qué, esas ya no existen.
— Hay que tener la cabeza super acomodada para decir esto que estás diciendo.
— No sé si la tengo acomodada (ríe), no sé si soy mentalmente muy acomodado.
— No todo el mundo puede priorizar a sus hijos por sobre sí mismo.
— Yo entiendo hoy que mi felicidad sí depende de mí, pero no cien por ciento de mí. Mis logros, mis objetivos hoy son compartidos. Solo no tendrían sentido. De hecho, creo que los objetivos que puedo llegar a tener hoy, los aprendí porque me lo mostraron, sin señalarme, los demás.
— Cada vez que nosotros charlamos en estos años me dijiste que con Eugenia eran un súper buen equipo de cara a la paternidad y maternidad de Rufi. ¿Hoy siguen siendo ese equipo?
— Si. La prioridad es Rufina. No hablamos de otra cosa que no sea de Rufina. Todo lo que pensamos, todo lo que tratamos de hacer es por y para ella. Y hoy Rufi ya tiene edad para tener su espacio, su voz y su voto. No sé si llamarlo un súper equipo, la verdad es que somos dos personas que siempre tuvimos claro que la prioridad era Rufi. Por eso digo nunca, en ningún momento, es mamá o papá, es Rufina.
— Se dijo que vos le habías bloqueado el permiso para salir del país. ¿Eso fue cierto?
— Pueden decir lo que quieran. Yo nunca tuve la intención de aclarar cosas que decían.
— Me podés putear tranquilo cuando quieras.
— No. Yo nunca voy a salir a aclarar cosas que inventen. Porque nunca lo hice. En su momento, cuando pasaban estas cosas, más que ahora, que se decía absolutamente cualquier cosa de mí, yo siempre decía ‘mi papá y mi mamá saben quién soy’. Entonces no tengo la necesidad de salir a decir no, yo no soy esto, yo no hice.
— Rufina respondió a eso, ¿no?: “sé quién es mi papá”
— Claro. Y me lo contó porque había salido justo en un momento. Yo no lo descargaba así, para mí era una anécdota que yo conté de mis papás, que es real. Sabían lo bueno y lo malo. Por eso cuando yo llamaba y decía ‘estoy en la comisaría’ y ‘¿qué hiciste?’. Tampoco era lo que dicen, lo dije siempre, desde mis primeras notas: ‘no soy ni el diablo que dicen, ni no soy un santo tampoco. Ni los que dicen este pibe es un fenómeno o este pibe es el demonio de Tasmania. No es que me quedo solo con que si vos decís que soy bueno sos un capo. Si no me conocés no me interesa ni ser ni bueno ni malo. Muchos de los que dicen que yo soy malo me salvan la vida.
—¿Hay gente que dice que sos malo?
— Si, sigue habiendo, pero no importa. A mí me llena de orgullo que determinados personajes digan que yo estaba en la vereda de enfrente. Sí, gracias. En ese momento, cuando mi familia no me preguntaba nada, porque sabía lo que era, cuando se hablaba de cualquier cosa, de droga, hoy, sin darme cuenta, mi hija me dijo ‘yo sé quién sos’. Y ni siquiera tuvo que venir a preguntarme nada sobre algo que estaban diciendo. Porque también tengo que aprender que hoy a Rufi, con 12 años, ya le llegan cosas que antes a lo mejor nosotros bloqueamos. Entonces, imagínate.
— La situación extremadamente mediática.
— Imagínate que si ella contestó eso cuando ellos decían ‘no, porque tu papá’: ‘¿qué me vas a decir a mí quién es mi papá? Yo sé quién es y sé que no me haría nunca algo así’. Entonces, ¿imaginate si tengo que salir a contestarle a alguien que habla porque es gratis?
— ¿Cuando está en Turquía hablas todos los días con ella?
— Todos los días.
— ¿Por videollamada? ¿Cómo se manejan?
— Sí, mucho más fácil. Obviamente se extraña, pero siempre estamos en contacto. Nosotros tenemos esta relación que no varía. Y esta decisión que es de ella, porque nosotros le ponemos las opciones. Y la decisión es libre de toda culpa. Yo le tengo que sacar el peso. Por eso digo, no es una decisión que vas a ver un poquito más a mamá ahora que a papá. No, papá está feliz y mi trabajo es quitarle todo el peso de encima a esa decisión, que no es fácil para una nena de 12 años. Si bien va y viene. Yo admiro que tenga las bolas de encarar esta aventura, irse del país, conocer gente nueva, todo esto una aventura.
—¿Va a hacer el colegio allá?
— Sí. Y ella se tiene que dar vuelta y ver lo quesoy hoy, que es un hombre. Uno puede decidir 150 millones de cosas y para mi hija, quiero que tenga que decidir más cosas que yo. Y me da alegría. Triste me pondría que no tenga opciones. Y yo también puedo decidir un montón de cosas. Ahora, estando acá, tengo que correr diez veces más de lo que corría. Y ella tiene que ver lo que soy, que es un papá feliz. Ella tiene que estar tranquila de que acá estoy y estamos todos los días hablando y cuando viene es todo lo mismo. Después puedo estar más o menos…
— Darle esa libertad y esa seguridad para que lo viva sin culpa es alucinante.
— Pero es eso, Rufi es el amor de mi vida.
— ¿La ves contenta?
— Sí. No estaría así de tranquilo, sino.
— ¿La sentís cuidada?
— Siempre. De eso no hay dudas. Yo estoy muy tranquilo. Hay armonía. Si la sintiera descuidada no pasaría nada de lo que pasa.
— ¿Hay un acuerdo de cada cuanto viene, de vos yendo para allá, o van viendo sobre la marcha?
— No es sobre la marcha. Hay cosas que tiene que cumplir. Está todo organizado. Hay colegios internacionales. Está todo en paz.
— ¿Vas a ir para allá vos en algún momento?
— Estoy muy ocupado. Ella va a estar yendo y viniendo. Esos menesteres son nuestros.
— ¿Qué te pasa a vos cuando le pegan a la mamá de tu hija? Hoy, con ella viendo las redes, ¿la sentís fuerte a Rufi? ¿Lo charlas con ella, la cuidás?
— Es mi hija, ¿cómo no la voy a cuidar? Aparte no estoy al tanto, de verdad. Entiendo que se genera un mundo de un millón de cosas, pero yo no tengo idea.
— ¿Qué rol va a ocupar Rufina en tu casamiento?
— Y, va a ser muy protagonista, claramente.
— ¿Entrará con los anillos?
— Seguramente.
— El compromiso fue con ella presente. ¿Lo sabía o la tomó por sorpresa?
— La verdad es que somos un equipo hermoso y estoy viviendo un momento muy feliz. Todos sabíamos y todos lo vivimos con mucha naturalidad y con mucha felicidad. Estamos en paz. Estoy en paz. Estoy viviendo un momento sinceramente hermoso, con mucha, mucha, mucha tranquilidad. Creo que esa es la base y la prioridad, y eso no lo modifica nada casarse, porque vamos a estar ahí, porque decidimos juntos, porque decidimos que sea en un lugar hermoso, muy chiquito, íntimo, familiar.
— A mí me parece que yo debería ir al casamiento.
— Podés venir.
— No te puedo imaginar entrando al casamiento con lo tímido que sos en algunas situaciones.
— Estoy en un momento muy hermoso. Todo lo vivimos de una manera muy natural con Ro, con la familia de Ro, con los hermanos, con los padres. La verdad es que todos encajamos de una manera muy hermosa, muy armónica y sobre todo con Ro tenemos un compañerismo, una complicidad. Soy un hombre feliz. Tenemos una familia feliz.
— ¿Tenés ganas de volver a ser papá?
— No lo sé, ninguno de los dos. Hoy no tenemos esa necesidad. A lo mejor dentro de 20 días cambiamos de opinión. Pero hoy no es algo que tengamos en mente.
— ¿Tenés la paternidad súper cubierta con Rufi?
— No por eso, sino que no es un deseo. Somos compatibles hasta en eso, en decir no es algo que tengamos como objetivo hoy.
— ¿Y la idea de trabajar juntos?
— Hacemos todos juntos y nos dimos cuenta que hasta somos compatibles en eso. A lo mejor en lo que ella es más obsesiva es en la parte que a mí menos me gusta. Entonces descubrimos que hacemos un equipo. Es una experiencia que estamos viviendo que es hermosa. Creo que es una conjunción perfecta.
— Ahora van a codirigir. ¿Cómo se llama la obra?
— “Ni media palabra”.
—¿Puedo saber quién más está?
— No. Todavía no. Será en Córdoba, en la temporada de verano. Después vamos a venir un poquitito acá.
— ¡Los mensajes que te escribió Rocío el día del estreno de Yepeto! Me morí de amor por ella.
— Es el amor en mi vida. Soy un hombre feliz. Descubrí a una compañera. Y si digo hermosa, me quedo muy corto. Descubrimos una paz. Una libertad. Nos reímos. En un principio decíamos ‘Bueno, en algún momento vamos a discutir’. Nunca, nunca, jamás discutimos. Y es lo que les cuento siempre a mis amigos hace, no sé, más de un año y medio. Me voy a dormir todas las noches riéndome y me despierto todas las mañanas, de la noche, a las cinco, claro. Pero me despierto riéndome.
— ¿Cómo se conocieron ustedes?
— Nos vimos en los Premios Carlos. Y después vino al teatro. Yo no sabía que era la hija de Miguel (Pardo, productor teatral). Y nos pusimos a hablar. Ella estaba viviendo en España. Y de repente no nos separamos nunca más.
— Las imágenes cuando se van de viaje con Rufi, todos juntos, son divinas. Parece que hay un vínculo muy lindo entre ellas.
— Estamos en paz. Hay armonía en mi vida.
— ¿Les decís a las dos que las amas?
— No hay un solo día que no se los diga.
— A veces cuesta
— Sí, pero no en este caso. Todos los días, setenta veces por día.
— ¿No te dicen ‘no seas intenso’? ‘¡Papá, basta!’…
— No, no… Pero el otro día me echó del cumple. Fue como decirnos ‘mantengan distancia’. Sí, me voló.
— ¿Qué tipo de cumple?
— En un boliche, una matiné. Después nos metimos. .
— ¿Con los del colegio?
— Un cumpleaños organizado con todos: el colegio, hockey. Los años pasan….
— ¿Qué vas a hacer cuando te presente un novio?
— Lo aplaudo. Soy el fan número uno de Rufi.
— ¿No vas a ser un papá celoso? ¿Me lo firmás ahora, acá?
— Te lo firmo ahora. Bueno, no sé, ¡para! Si la veo sonreír, ya está. Es lo único que importa.
— Lo que te ha cambiado esta criatura.
— Es así. No hay nada que valga más que la sonrisa de Rufi.
— Ella juega al hockey. ¿Va a seguir jugando allá?
— Sí, en todos lados. Ella sigue con su vida y nosotros apostamos a que todo se mejore. La prioridad siempre es la misma. Acá, allá, donde sea. Puede no gustarle y decir ‘bueno, me vengo para acá’, y es experiencia de vida. Yo siempre dije que mi tarea como padre, lo que traté de aprender de mis papás, era que yo quería darle alas para que ella vuele. Y es esto, como abrir las alas. Volá alto. Volá lo que quieras.
—La mamá está de acuerdo, si es que cambia…
— La prioridad es Rufina. Eso no varía nada. Con la China a veces estaremos de acuerdo o no, con maneras, conformes, lo que sea, Pero la prioridad es Rufina. Nosotros trabajamos para eso. Después vemos. Podemos agradecer tener opciones, pero no es allá con mamá o acá con papá..
— Nico, ¿que tenés ganas que pase, que venga?
— Estoy feliz. Lo que venga, vendrá. Estoy viviendo un momento muy hermoso en mi vida que a lo mejor ni siquiera me animé a soñar. Tenemos muchos proyectos, un camino por recorrer.
Fotos: Diego Barbatto
Producción de texto: Hugo Martin