Isaac Newton no fue CEO ni político, aunque sus ideas siguen moviendo el mundo. Literalmente. Lo que quizás no imaginó es que, siglos después, sus leyes físicas serían una brújula poderosa para entender cómo actúan los grandes líderes de la historia y del presente. Y no sólo hablamos de su famosa manzana.
Sus leyes del movimiento no solo explican por qué caen los objetos o cómo se desplaza un planeta: también revelan cómo operan los líderes que crean transformación. A través de su lente científica, es posible descifrar con claridad por qué algunos líderes avanzan, otros se estancan, y otros desaparecen en su propia inercia.
¿Quién fue Newton y qué aportó?
Isaac Newton (Reino Unido, 1643–1727) fue físico, matemático, astrónomo, filósofo y uno de los padres fundadores de la ciencia moderna. Su obra más influyente se tituló en español Principios matemáticos de la filosofía natural, y en ella formuló las leyes del movimiento y la ley de la gravitación universal.
Estas leyes explican cómo y por qué los cuerpos se mueven, y qué fuerzas influyen en ellos. Hoy, revisando cinco de ellas, las reinterpretamos como principios de liderazgo aplicables a la vida profesional, ejecutiva y organizacional.
Primera ley: La famosa manzana
Acaso uno de los íconos de la obra de Newton es el símbolo de la Ley de la Gravitación Universal, inspirada, según la leyenda, por la caída de una manzana. Es una forma coloquial de explicar cómo el científico formuló la Ley al observar que una manzana caía de un árbol. Este hecho le llevó a preguntarse si la fuerza que atraía la manzana hacia la Tierra era la misma que mantenía a la Luna en órbita.
Técnicamente, dijo que “Todos los cuerpos en el universo se atraen entre sí con una fuerza que es directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa”. Esta ley permite explicar el movimiento de los planetas, las mareas, los satélites, y es base de muchas leyes físicas y mecánicas hasta la llegada de Einstein con la Teoría de la Relatividad.
En el liderazgo, la famosa ley de la manzana (en la que se dice que se inspiró Steve Jobs al crear el logo de Apple), puede verse como un símbolo de curiosidad, observación consciente y conexión entre fenómenos simples, diferentes y universales. Puede inspirarte a trabajar con tus clientes en cómo pequeños detalles pueden revelar grandes verdades sobre su vida o liderazgo.
Para trabajarla: ¿qué reacción de un movimiento de nuestra empresa tiene impacto positivo en el mercado, o negativo? ¿Qué factores atraen oportunidades o las alejan?
Segunda Ley: La inercia y el caso Microsoft
En la ley de inercia de Newton, nos explica que un objeto en reposo permanece en reposo. Un objeto en movimiento permanece en movimiento, a menos que una fuerza externa actúe sobre él.
En el liderazgo, la inercia puede ser una constante en distintos momentos. Hasta que alguien se atreve a romper la quietud. En los equipos, lo natural es la rutina: si nadie interviene, nada cambia. Los grandes líderes son esa fuerza externa que inicia el movimiento y sostiene la dirección.
Algo así pasó con Satya Nadella, CEO de Microsoft. Asumió el mando cuando la empresa había perdido dinamismo. Su visión renovadora, centrada en la colaboración y la nube, impulsó un cambio de cultura que reactivó el crecimiento.
Si deseas aplicar la ley de inercia para salir adelante, no esperes a tener ganas o que las cosas queden en una quietud empresarial que atente contra los resultados. Manteniendo el flujo de movimiento constante, crearás el impulso virtuoso para avanzar.
Tercera Ley: La fuerza es igual a masa por aceleración, como en Alemania
Dice Newton: “La fuerza aplicada es el resultado de multiplicar la masa por la aceleración.”
Al observarlo en el marco de nuestras empresas y organizaciones, tener muchos recursos (masa) no es suficiente. Lo que define el resultado es cómo se los moviliza (aceleración). El liderazgo efectivo combina dirección clara con velocidad de implementación. Por eso es que los grandes estrategas empresariales son personas enfocadas en la acción, no sólo en acumular recursos si no se los sabe conducir.
Algo así sucedió con Angela Merkel, que lideró Alemania durante momentos de gran presión internacional. Con pocos gestos, parca y tomando decisiones clave, aplicó fuerza en el momento justo. Su estilo sobrio fue sinónimo de eficiencia y respeto.
No temas detener la marcha, alejarte un poco de las situaciones de conflicto, para poder tener una perspectiva mayor. Luego, tendrás la fuerza necesaria para acelerar el resultado que buscas, más allá de contar o no, con todos los recursos ideales. Muchas batallas de la humanidad de han ganado en total desventaja.
Cuarta Ley: Acción y reacción, el ejemplo de Nueva Zelanda
Esta ley de Newton indica que toda acción genera una reacción de igual intensidad y en sentido opuesto.
Cada palabra, decisión o silencio de un líder provoca una reacción en su entorno. Quien lidera debe prever el impacto emocional y social de sus acciones. El liderazgo consciente gestiona estas reacciones con inteligencia emocional.
Hace años, en Nueva Zelanda, tras un atentado masivo, la primera ministra Jacinda Ardern actuó rápido: cambió la legislación sobre armas y abrazó a las víctimas. Su acción generó una respuesta emocional profunda en la sociedad neozelandesa: unidad, paz y respeto.
En el liderazgo es fundamental medir siempre el impacto, el timing adecuado para cada instrumentación, y la medición posterior, incluyendo períodos anuales durante una década. Lo que debes buscar es una trazabilidad en las decisiones que tomaste, y cómo estas impactan realmente en las personas. Por eso es que países sin previsibilidad ni planificación, quedan sumidos en el ruido de la improvisación constante, y eso tiene un impacto directo en la ciudadanía. Lo mismo pasa en las empresas con sus trabajadores.
Quinta Ley: La gravitación universal, y el legado de Mandela
Dos cuerpos se atraen con una fuerza proporcional a sus masas e inversamente proporcional a su distancia, estudió Newton.
Si lo llevamos al mundo de las organizaciones, los líderes con más claridad, valores y propósito -mayor masa simbólica- generan atracción. Aunque si se alejan demasiado de su gente, pierden influencia. El liderazgo real implica cercanía, escucha y coherencia.
Un ejemplo claro de esto fue Nelson Mandela, incluso desde la cárcel; se convirtió en una figura gravitacional. Su coherencia moral y su llamado a la reconciliación atrajeron millones de voluntades, sin discursos grandilocuentes ni imposiciones.
Sexta Ley: Conservación del impulso, como en Adobe
Newton dice que un sistema en movimiento conserva su impulso si no hay fuerzas externas que lo interrumpan.
De la misma forma, una cultura organizacional alineada avanza sola. El rol del líder es iniciar el movimiento y protegerlo del ruido externo, los egos internos o las distracciones estratégicas.
Shantanu Narayen, CEO de Adobe, transformó la empresa sin frenar su espíritu creativo. Redefinió el modelo de negocios al pasar de licencias a suscripciones, manteniendo el impulso de innovación sin generar caos interno.
¿Es Newton un referente del liderazgo moderno?
Sin quererlo, sí. Newton describió cómo se mueve el universo físico, y su mirada también nos ayuda a entender cómo se mueven las personas, los proyectos y las decisiones. Sus leyes son, en el fondo, estructuras naturales que gobiernan cualquier forma de acción con propósito.
El liderazgo no es una fórmula mágica. Es una interacción continua de fuerzas: internas, externas, visibles e invisibles. Aprender a gestionarlas es clave para transformar contextos, no solo dirigir equipos.
Para finalizar, aquí van tres ideas para aplicar las leyes de Newton a tu liderazgo cotidiano
1. Toma la iniciativa, aunque no sientas ganas. Esperar la motivación es una trampa. Lo que te hace avanzar es empezar. El movimiento genera impulso.
2. Aplica fuerza con dirección. No se trata de hacer más, sino de hacerlo mejor. Acelera donde importa, no donde cansa.
3. Prevé las reacciones que vas a generar. Toda acción tiene un efecto. Sé consciente del impacto que provocas en tu equipo. Porque una de las grandes misiones del liderazgo, es contener.