Vanina Colagiovanni confía en la literatura argentina, como artefacto artístico y como producto comercial. Pidió vacaciones en su trabajo y se fue a la Feria del Libro de Frankfurt, el evento literario más importante del mundo. Se ganó la beca del Frankfurt Global Network, el programa que hace la Feria para editoriales extranjeras: quedó seleccionada junto a otros trece editores. Viajó para mostrar el catálogo de su sello, Gog y Magog, y discutir sobre los devenires del libro. “Es muy intenso”, dice.
“Estuvimos en Zúrich, Suiza, viendo editoriales, y ahora estamos en la Feria, donde tenemos un stand. Ya tuvimos un montón de reuniones. La idea es comprar y vender derechos. También vender los libros. Frankfurt es superprofesional, es la mejor feria del mundo, donde están todos. Por ahora está siendo una experiencia increíble y de mucho aprendizaje”, cuenta del otro lado del teléfono. La Feria se inauguró el miércoles 15 y se desarrolla hasta el domingo: cinco días de “agendas explotadas”.
El miércoles, también, se hizo una presentación de la edición número 50 de su par argentina. La Feria del Libro de Buenos Aires prepara algunas novedades para el año que viene. “Vamos a tirar la casa por la ventana”, dijo Christian Rainone, presidente de la Fundación El Libro en el pequeño acto. Dos días antes, en Argentina, Ezequiel Martínez, director de la Feria, que también viajó a Frankfurt, aseguró que “cinco décadas hablan de una tradición, pero obligan también a un camino hacia la innovación“.
El stand argentino
Hay varios libros argentinos dando vueltas en Frankfurt. Entre la Cámara Argentina del Libro y la Fundación El Libro armaron un stand nacional para mostrar la literatura que se hace en este rincón del mundo. Aníbal Ilguisonis, que coordina la Comisión de Comercio Exterior en la CAL, cuenta que ese stand, respecto del año pasado “mejoró significativamente”, aunque está lejos de la predominancia que tuvo en el 2010, cuando Argentina fue País Invitado y participaron alrededor de 100 editoriales.
Ramiro Villalba es director de AZ Editora y miembro del Consejo Directivo de la CAL. “Estamos teniendo una muy buena feria”, asegura. En el stand argentino están desplegados los catálogos de cuatros sellos centrales: AZ Editora, Bonum, Colisión Libros y Dunken. “Además, la Cámara Argentina del Libro contrató módulos para que participen una gran variedad de editoriales pequeñas, medianas y grandes, socias de la Cámara”, como Corregidor, Siglo XXI y la Editorial Universidad Adventista del Plata.
Para entender el lugar de Argentina, dice Ilguisonis, hay que comparar con un país de la región. “El contraste es aún mayor si lo comparamos con el recorrido de Chile. En aquella ocasión, Chile tenía un stand mínimo, y ahora tiene uno tres veces mayor que el argentino, en una ubicación más destacada, y con una política de desarrollo creciente año a año del sector. Chile será País Invitado en 2027, y viene llevando a cabo una política de crecimiento sectorial independiente de los gobiernos de turno”, explica.
“No se trata de idealizar lo que hacen otros países —insiste Ilguisonis—, sino de pensar una política público-privada sostenida en el tiempo para el desarrollo y posicionamiento del sector editorial, parte de las industrias creativas. La presencia de Chile como País Invitado abre una gran oportunidad para fomentar la presencia argentina. Latinoamérica será nuevamente una región destacada en Frankfurt 2027. Hay que empezar a trabajar a partir del año que viene para mostrar nuestra gran producción editorial».
Los interesados en Argentina
Varios visitantes de la Feria se acercaron a Villalba para preguntarle por libros de tango y “autores referentes como Borges”, pero “en líneas generales buscan novelas”. “No solo hay muchas reuniones preprogramadas, sino muchos contactos nuevos que surgen de manera espontánea”, dice y destaca “el impacto que tienen nuestros libros ilustrados”: “cuando digo ‘nuestros’ no me refiero solo a AZ, sino a la literatura infantil y juvenil argentina con su diseño y sus ilustraciones que son el primer llamado de atención”.
De todos los ojos que se posaron por la literatura, “hubo un interés particular y muy pronunciado de distintos países de Europa del Este”, cuenta Villalba, y enumera: Bielorrusia, Ucrania, Rusia. “Estamos en conversaciones. Si bien en alguno de esos países ya vendíamos derechos, vamos a profundizar en nuevas colecciones y libros. Y también estamos comercializando derechos de libros para chicos de doce, trece, catorce años y jóvenes adultos, lo que habitualmente en la jerga se llama middle grade“.
Colagiovanni sostiene que “en Argentina hay un gusto por los libros bien escritos e inclasificables, no tan de género per se“. Se lo subrayó estos días una editora de Francia. ”En cambio acá, en Europa Central -Alemania, Austria, Suiza y algunos otros países-, hay un gusto muy marcado por el género. Por ejemplo el crime fiction, que es muy popular y vende un montón“, explica. “Hay un montón de autoras latinoamericanas traducidas a distintas lenguas. Eso fue muy emocionante de ver”.
Llegó el apoyo estatal
Si bien la industria editorial argentina cuenta con herramientas importantes, como el Argentina Key Titles y el Programa Sur de traducción, hoy desfinanciadas, hubo este año un apoyo estatal a partir de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, que pertenece a Cancillería. A diferencia del año pasado, que no hubo ningún tipo de apoyo —sin embargo, las editoriales nucleadas en la CAL viajaron a montar su stand—, esta vez sí hubo un acompañamiento.
Frankfurt no es una feria clásica de venta de libros físicos a particulares, sino un enclave de negocios: derechos para la traducción y adaptaciones audiovisuales, entre otros asuntos. Es la cumbre de la industria editorial porque su importancia está ligada a conectar mercados dispersos. Es, además, como dice Villalba, la oportunidad para mostrar “la marca Argentina”. Pese a no tener un Nobel, nuestra literatura tiene su peso: el mercado interno es muy intenso y la internacionalización está en auge.
La reducción de Frankfurt
“Todo ha cambiado significativamente en los últimos años”, dice Ilguisonis. “Ahora hay menos stands, son más pequeños, y hay menos expositores. Si hace diez años el gigantesco predio ferial se ocupaba en su totalidad, ahora se ocupa aproximadamente en un 50%. Desconozco si esto implica un menor volumen de negocios, o una transformación del modelo. Es probable que sea esto último”, cuenta quien además es el presidente de Ediciones Journal, especializada en libros para profesionales de la salud.
“Los stands nacionales mantienen su presencia. Los países se esfuerzan en mostrar su producción, en algunos casos con subsidios, fomentando los programas de traducción. Este año, aproximadamente la tercera parte de la Feria está ocupada por stands colectivos de países que agrupan a sus editores, o por editores internacionales”, explica Ilguisonis y concluye: “Es un universo maravilloso donde el libro enlaza al mundo entero: lo diverso se unifica en el objeto, y a su vez el libro se presenta en infinitas formas”.
Al pasear por los pasillos de la gran Feria del Libro de Frankfurt, fundada en el año 1949, llena de tradición y modernidad, Villalba ve menos movimiento. “Se percibe tal vez un poco menos de gente que lo habitual”, reconoce, “pero, como siempre, con un encuentro muy fructífero entre colegas, no solo para la venta de derechos, sino también como una vista a lo que está sucediendo en las tendencias mundiales literarias: diseño, tapas, ilustraciones y enfoques de temáticas en general”. Siempre un ojo puesto ahí.
Lo mismo Vanina Colagiovanni que, de reunión en reunión, observa en detalle cómo funcionan los mercados extranjeros: “Por ejemplo, somos pocos los que tenemos la Ley del Precio Fijo. En Alemania existe, también en Argentina, y la defendimos cuando la querían derogar apenas asumió Milei. Pero en Inglaterra no la tienen, entonces es muy difícil para las librerías independientes. De hecho, luchan para existir. En la mayoría de los países que no está la Ley del Precio Fijo solo hay cadenas o son la amplia mayoría”.