A sus trece años, durante un viaje en avión, Marina Wil escuchó dos canciones que marcarían su vida para siempre. Una, “The Great Gig in the Sky” de Pink Floyd. La otra, “Cinema Verité” de Serú Girán. “Cuando las escuché lo primero que pensé fue: ‘Voy a ver si puedo dedicar lo que dure mi vida a intentar componer algo como eso y a poder cantar así. Me obsesioné”, revela, como si recordar ese momento le activara de nuevo un brillo de emoción y fanatismo en su voz. Aquellas fueron las responsables de lanzar el flechazo que la terminaría de enamorar de la música. Un lazo inquebrantable que había empezado dos años atrás con “Honrar la vida”, cuando, a pesar de estar recuperándose de una apendicitis, le rogó a su madre que la llevara al colegio para poder presentarse por primera vez en vivo en el cierre del ciclo lectivo, y se dio cuenta de lo importante que le resultaba cantar.

Aquel episodio la empujó a formarse como cantante, pianista y compositora, y signó el camino hacia el tipo de música que ella deseaba crear, una música capaz de sacudir y emocionar profundamente: “Algo de eso quedó porque sigue pasando que el hilo conductor de mis conciertos y mis canciones es que la gente siempre me dice ‘Me hiciste llorar’”.

Lleva en su ADN el rock nacional y tuvo el privilegio no sólo de conocer, si no de grabar con algunos de quienes considera sus grandes maestros: compartió momentos con Charly García, grabó una versión propia de “Un osito de peluche de Taiwán” de Los Auténticos Decadentes con Jorge Serrano, y lanzó una power ballad de su autoría junto a Fito Paéz. La herencia de todas esas influencias se perciben, además, en los acordes, las melodías, la lírica y la forma de sus canciones, aunque también se asome en todo aquello su esencia y su sensible personalidad.

-¿Cómo definís tu música?

-Vengo diciendo “una mezcla de Fito Páez con Julieta Venegas”. Con esto me refiero a canciones de piano con muchos acordes, emotivas. Algo más pop rock, pero que los “bordes”, digamos, se estiran a algo como quizás más latino, que no es sólo Argentina, y eso me permite hacer un poco de bolero indie. Pero mi corazón es del rock nacional y mi inspiración también son cantantes como Céline Dion, Mariah Carey, Barbra Streisand, que me dejaron el encanto de la balada, que tengo muchas y me gustan mucho. Quizás diría que es como una combinación de esto de cantantes pop de los ‘90 o 2000 con el rock nacional.

Marina Wil se presenta este jueves, a las 20, en La Tangente (Honduras 5317, CABA)

-¿Qué sentís que necesitás expresar o que te gusta comunicar a través de tus canciones?

-Le doy mucha importancia a la emoción y de profundizar en eso, de nunca ahogar esa sensación del nudo que viene antes de tener que sacar algo que no se puede evitar. Voy al piano en situaciones en donde siento que me está pasando algo y la verdad es que le doy curso o concibo a las canciones que cuando las voy haciendo se me ponen los ojos vidriosos. Quizás últimamente me estoy permitiendo más otro tipo de música más alegre, pero originalmente, o cuando estaba haciendo mi primer EP, todo en realidad tiene esto de lo potente de la emoción y de catarsis. Y eso está bueno porque al final lo que es catarsis para uno lo es para el resto, porque uno escucha algo que quizás genera identificación y proyección. Es lo más genuino en mí y tiene mucha potencia también. Porque muchas veces me lo cuestioné, ¿No? Me pasó de compararme con los grandes maestros que pueden ver constantes sociales o con Charly pensar: “Qué lectura tiene él de todo lo contemporáneo, de las problemáticas de distintos ejes y yo acá con mis problemas amorosos”. Pero creo que le pegué la vuelta ya y de verdad que le veo esto de la potencia a lo genuino de cada uno, cuando uno es así en su forma de expresarse y de hacer, pasa algo.

-Además, si no fueras genuina sería más difícil, ¿no? Ponerte en un lugar de sobre pensar y crear desde un lugar que no te es propio…

-Exacto. En lo genuino también está la singularidad. Obviamente que también me cuestioné el tema del género musical. Fui viendo que lo que yo hago no era tan mainstream o que las modas iban pasando por otro lado y que había colegas que sí intentaban componer algo que fuera de un género que estuviera en auge o creciendo. La verdad es que yo no podía soltar hacer música desde mi particularidad. No sé a dónde me va a llevar, pero siento que llegado el momento si alguien escucha mis pocas o muchas canciones hay algo que sólo lo pude haber hecho yo.

-¿Cómo te llevás con el ritmo y la forma en la que se mueve la industria musical hoy?

-Justo ahora estoy en un momento en donde sé que necesito empezar a tomarme mi propia vida y mi carrera de una manera más tranquila porque la verdad es que este trabajo me toma las 24 horas. Sin ser yo una pop star que vive de gira, igual me despierto a las 4:30 de la mañana con alarmas mentales y preocupaciones de cosas que podría estar haciendo para que me vaya mejor en la música, entonces no es que no me preocupe por eso, pero estoy tratando de dejar de estar tan intranquila por las cosas que no puedo controlar. Pienso que lo que hago es de calidad y no es que haga música experimental ni nada raro, es fácil, es escuchable, solo que quizás no está de moda, pero no voy a dejar de hacer canciones por eso y siempre las hago lo mejor posible. Uno nunca sabe con qué canción va a poder llegar a esa gente a la que le gusta la misma música que a uno o que le pasó algo parecido. Esos fenómenos son ahora cada vez más impredecibles.

-Para vos, ¿qué significa tener éxito en la música?

-Para mí, es conectar con la mayor cantidad de gente posible a la que le gusten mis canciones. Sería un sueño poder algún día llenar un estadio con mi música. Pero al mismo tiempo, pienso que no se puede estar en un estado de frustración constante o no poder nunca relajar un objetivo tan ambicioso con lo que eso implica, porque la vida es mucho más que perseguir un objetivo gigante, que siento que no depende sólo de uno. La música es muy así, no depende sólo de uno el éxito, le tiene que gustar mucho al público, se tienen que dar muchos factores. Hay también ahí un elemento muy fortuito y del azar.

La cantante Marina Wil en los estudios Moebio.

Del cielo, lanzado en 2015, es el EP debut a través del cual comenzó a darle vida a sus primeros temas, un disco de corazón roto que creó en el primer piano que tuvo, mientras procesaba una de las separaciones que más dolor y bronca le generaban. Luego de estar unos años trabajando como sesionista y terminando una licenciatura en Humanidades y Ciencias Sociales, en 2018 resurgió con una versión propia de “Un osito de peluche de Taiwán”, de los Auténticos Decadentes, una canción que solía tocar en sus shows y que había transformado a su manera, a modo de balada-bolero indie, con otra armonía en los estribillos, la introducción de “Beautiful Boy” de John Lennon y el solo con la melodía de “Chipi Chipi” de Charly García.

Con el deseo de que Jorge Serrano la escuchara algún día, tiempo después pudo contactarse con Gastón Bernardou, el percusionista de la banda, quien la invitó a un ensayo para el MTV Unplugged que iban a grabar. “Cuando Jorge llegó a la sala yo estaba en el piano tocando mi versión. Cantamos juntos y cuando nos abrazamos le pregunté si quería grabar el tema conmigo, y me dijo que sí”, relata, emocionada.

La versión del tema fue un éxito en plataformas y la banda la invitó a cantarla con ellos en sus shows del MTV Unplugged en México y en el Gran Rex. Luego de aquel episodio, en 2022 llegaría A pesar del Amor, su segundo álbum de estudio, donde comparte un tema de su autoría junto a Fito Páez.

-¿Cómo fue la experiencia de grabar un tema de tu disco con Fito?

-Varias veces había querido acercarme a Fito para que me tuviera en cuenta como cantante. En 2018 gracias a unos amigos pude verlo en un estudio de grabación y le conté que había hecho una tesis sobre Clics modernos que tenía la intención de convertir en libro, para lo cual lo quería entrevistar. Aceptó la propuesta, me pasó su mail y a los días le mandé todo, con un mensaje que decía: “Posdata, la tesis no me importa tanto como que escuches estas dos canciones que tienen todo lo que aprendí de vos”. Le adjunté dos canciones, “El amor y la actuación”, de mi primer EP, y “En tu habitación”, que todavía no había lanzado. Al otro día me llamó por teléfono para felicitarme, y después de un año de intercambiar mails y mostrarnos temas inéditos de cada uno, me animé a preguntarle si él grabaría “En tu habitación” conmigo. Vino al estudio un montón de horas, mejoró la letra, le puso una melodía especial a su parte, grabó solos de piano. No sé como explicar lo que significó para mí, porque de verdad él es uno de mis grandes maestros y estaba ahí, con una canción mía.

-¿Qué relación o conexión hacés entre tus dos discos?

-Los une sin dudas la necesidad de una reparación y al mismo tiempo la belleza de ese momento que no es fácil evocar si no estás ahí. Creo que en el primero quedaron mucho más expuestas las influencias y en el segundo está más Marina desde la vulnerabilidad, la emoción, lo que me conmueve. Siento que, más allá de tener a mis ídolos, yo voy construyendo mi propio estilo y fui pudiendo depurar y dejar de compararme con mis maestros. Entonces siento como que el segundo disco tiene mucha más personalidad y singularidad, y empiezo a aparecer más yo.

“Faldera” es su canción más reciente, la primera de una nueva etapa musical que está gestando, para poder sumar a su colección de lanzamientos otro álbum más el próximo año. Sin embargo, cuenta que publicarla no estaba inicialmente en sus planes: “Es un tema de verdad muy frágil que hice con el corazón roto y que nunca pensé en mostrar ni grabar. Cuando me animé a tocarla en algunos de mis conciertos, era la que a la gente más le gustaba y emocionaba. Se la mostré a unos productores y también me insistieron en que tenía que grabarla”. A pesar de las idas y vueltas, finalmente se convenció de darle vida y poder mostrarla al mundo. “Pensé ‘bueno, está bien, voy a contarle a todos que estaba tirada en el piso llorando’, porque esa sí la escribí como arrodillada, apenas llegando al piano para poder decir lo que tenía para decir. Es la que más me gusta y la más genuina, y en comparación con mis otras canciones es la más simple, la más sintética”, expresa con convicción.

Aquella es una de las tantas que van a poder disfrutarse en vivo este jueves 14 de noviembre en La Tangente, donde Marina va a desplegar su repertorio y toda su magia en un show de gran producción, con full band, canciones nuevas y viejas, invitados como Lito Vitale- con quien comparte el tema “Fuera de mi lugar (a la medianoche)”-, y un micro set de “las canciones más lindas de Charly García”, un ciclo que ella misma realiza todos los meses en Club Lirondo para divulgar los temas menos conocidos del legendario músico.