El cardenal Luis Pascual Dri, conocido por ser el confesor de Jorge Bergoglio antes de ser proclamado como Papa Francisco, murió ayer a los 98 años, luego de una vida dedicada a la labor religiosa. Lo confirmó este martes el arzobispado de Buenos Aires, con un comunicado oficial.
Los restos del fraile capuchino serán velados en el centenario Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, en avenida Sáenz al 1000, donde Dri dedicaba su tarea pastoral como cura confesor. A las 18, se celebrará el sacramento de la Eucaristía.
La despedida del cardenal concluirá mañana miércoles 2 de julio con la Eucaristía, a las 9, que será presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva.
“Con la certeza de tanto bien realizado por el padre Dri en nuestra Arquidiócesis de Buenos Aires, acompañamos a su familia religiosa y a todos sus seres queridos en este momento de profundo dolor, pero al mismo tiempo de esperanza en el Señor. Rezamos por su eterno descanso”, señala el mensaje oficial.
Un “maestro del perdón” y una vida dedicada a la fe
Dri era un fraile de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, fundada hace más de 800 años por San Francisco de Asís, y hasta su avanzada edad continuó como cura confesor en el Santuario Nuestra Señora de Pompeya en Buenos Aires, situada a tres cuadras del puente Alsina.
Nació en una familia muy religiosa, en la ciudad entrerriana de Federación. Siete de sus nueve hermanos se consagraron a la fe. Tras quedar huérfano a muy temprana edad, a los 4 años, ingresó a los 11 en el Seminario Capuchino, donde completó su formación primaria y secundaria.
Luis Dri fue el confesor de Jorge Bergoglio en el barrio de Pompeya, hasta fue ungido como obispo de Roma. En alguna oportunidad, le dio también ese sacramento en la residencia papal de Santa Marta, cuando lo mandó a llamar y lo hospedó durante diez días.
En octubre 2023, el cura capuchino fue nombrado cardenal por el Papa Francisco y recibió el birrete, el anillo y el título cardenalicios de parte del nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk, durante una celebración eucarística presidida por el arzobispo Jorge García Cuerva en la Catedral metropolitana.
En sus últimos años de vida, Dri circulaba en silla de ruedas, por su avanzada edad y tras padecer varias fracturas, sobrevivir a un cáncer de colon. Pero nunca dejó de confesar en la imponente “catedral de los pobres” de Pompeya.
En una nota publicada por Infobae, el cura capuchino contó que se enteró de la noticia de su nombramiento como cardenal al día siguiente del anuncio papal. Reaccionó con una carcajada, porque creyó que la persona que se lo contaba se estaba burlando de él. Luego se echó a llorar, y exclamó entre sollozos que él era el primero que debía ser perdonado.
La designación de cardenal es uno de los máximos reconocimientos de la jeraquía eclesiástica. El Colegio de Cardenales es un órgano que está integrado por “todos” los cardenales del mundo, y son los que nombran al Papa en el Vaticano. En el caso de Dri, a raíz de su avanzada edad, no pudo participar de ese escrutinio.
El primer libro de Dri, titulado “No tengan miedo de perdonar”, se editó por pedido del mismo papa Francisco, quien lo prologó. Aquel texto comienza con una duda que Dri expresa sobre sí mismo, la de ser excesivamente indulgente, y un episodio que le impresionó y que ha contado en varias oportunidades. “Le pregunté qué hacía cuando, al salir del confesionario donde había pasado muchas horas del día, sentía el escrúpulo de haber perdonado demasiado. Me dijo que iba delante del Sagrario, delante del Santísimo, y le pedía perdón por haber perdonado demasiado, y que terminaba diciéndole a Jesús: “¡Pero fuiste vos el que me dio mal ejemplo!”.
En una entrevista, ante la pregunta de por qué es considerado un confesor especial del Papa Francisco, el cardenal respondió: «Ay, no sé. Yo procuro ser amable, besar la mano siempre del penitente. Ahora que pasó la pandemia, besar la mano es cercanía, es confianza. ‘No tengas miedo, acá estoy yo, estoy para escucharte, para comprenderte’. Yo procuro ser amable, y lo digo con mucha reserva; hay gente que me dice: ‘Me gusta venir acá porque usted me escucha y me recibe con cariño, con amor’, y además les doy un caramelo, siempre les doy un caramelo.”
El papa Francisco definía al padre Dri como “un maestro del perdón y de la reconciliación, del acompañamiento y del discernimiento que ayuda a abrir caminos”. Como alguien que “distribuía misericordia a baldazos”.