La noticia del fallecimiento dejó un vacío en el mundo del espectáculo (Instagram)

Este domingo por la mañana, mientras Juan Palomino cumplía 64 años, la vida le devolvía un golpe inesperado y brutal: la muerte de su padre, José Palomino Cortez, actor, locutor y figura entrañable del mundo artístico latinoamericano. La noticia comenzó a circular con fuerza y tristeza a través de las redes de la Asociación Argentina de Actores, dejando un vacío en el ambiente cultural, que supo reconocer en José a un verdadero cultor de las raíces indoamericanas y a una voz emblemática de la radio y el teatro.

“Con profunda tristeza despedimos al actor, locutor y conductor José Palomino Cortez. Fue un ferviente cultor de la tradición indoamericana. Abrazamos con todo nuestro afecto a sus familiares, amistades y seres queridos en este momento de dolor, entre ellos su hijo, nuestro compañero Juan Palomino”, escribieron desde la entidad.

El mensaje resonó como un eco melancólico en la comunidad artística, especialmente en el círculo más íntimo de Palomino, actor de sólida trayectoria, que supo compartir con su padre no solo el oficio, sino la pasión y el escenario. Porque en la familia Palomino, el arte no fue herencia, sino destino.

La partida terrenal del actor coincidió con el cumpleaños de su hijo Juan (Instagram)

José nació en Cuzco, Perú, el 12 de marzo de 1937. Llegó a La Plata con apenas 18 años, buscando un porvenir en la medicina. Pero la vocación se impuso pronto por otros caminos: el teatro, la radio, la televisión. Su voz, grave y profunda, se convirtió en un sello distintivo de la radiodifusión argentina. Condujo y produjo recordados ciclos en Radio Provincia, Radio Nacional, LU6 Radio Atlántica, Radio La Voz de las Madres, y tantas otras emisoras donde dejó huella. Entre sus programas más emblemáticos figuran América, continente de amor, Palo y Palo, Illary, Y se llama Perú, Abya Yala y Nuestro Continente, donde su voz recorría geografías, memorias y paisajes sonoros de América Latina.

El teatro, sin embargo, fue su primer amor. Debutó en 1957 en el Coliseo Podestá de La Plata con la obra El tungsteno, y luego siguió con El mundo es ancho y ajeno. Años más tarde, en 1966, regresó a su tierra natal, donde presentó Cafetín de Buenos Aires junto a Antón Ponce de León. Décadas después, brilló en escenarios porteños como el del Teatro Nacional Cervantes, donde participó en Lo que mata es la humedad. También formó parte de obras como El desdichado deleite del asesino, Puertas a la memoria, y la emotiva América… tan violentamente dulce, que compartió con su hijo Juan.

El comunicado de la muerte fue dado a conocer por la Asociación Argentina de Actores (X)

En cine, su trayectoria abarcó títulos como El fondo del mar, Cara de queso, El juego de Arcibel, Tocar el cielo, Anoche, El descanso, El amor y la ciudad, entre otros. Y en televisión, dejó su marca en ficciones como Los Simuladores y Yago, pasión morena. Fue además el creador y conductor de la serie documental Caminos del Perú, emitida por Canal Gourmet, donde unió dos pasiones: la cultura de su país natal y la divulgación audiovisual.

La saga artística de los Palomino no comenzó ni terminó con él. Más tarde, Juan encontró su vocación entre las tablas, las cámaras y los guiones, y sus propios hijos comenzaron a transitar el mismo sendero. Sofía, de 31 años, decidió a los 16 que la actuación era su camino. Se formó, trabajó y creció entre sets y escenarios, alentada por su madre, la actriz Adriana Ferrer. Por su parte, su hijo Aarón, estuvo dando sus primeros pasos en televisión y cine, guiado también por su madre, Sabrina Kirzner, hermana de Adrián Suar, formadora de actores y exdirectora de casting de Pol-ka.

José y Juan se subieron a las tablas en reiteradas ocasiones (Instagram)

La familia Palomino es un entramado de pasiones, encuentros y despedidas. Como aquella vez, en diciembre de 2001, cuando José filmaba en Perú el documental Los caminos del Perú, y Juan vivía los tensos días del 19 y 20 de diciembre en Buenos Aires. De ese intercambio epistolar entre padre e hijo nació años después un espectáculo teatral que mezcló historia personal y memoria colectiva.

El vínculo entre José y Juan no solo fue biológico y emocional. Fue artístico, intelectual y espiritual. En 2011, los dos compartieron escena en el bar próximo al Teatro Nacional Cervantes, a metros de la sala Orestes Caviglia, donde estrenaron Lo que mata es la humedad, dirigida por Alberto Cattan. Y en 2020, en el teatro La Máscara con América… tan violentamente dulce selló sobre las tablas una historia de vida y arte: el padre y el hijo, el maestro y el discípulo, fundidos en un gesto simple y eterno.