El obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo recibió a Infobae en Roma para analizar en detalle el primer mes del pontificado de León XIV. Figura clave en los debates intelectuales y sociales que atravesaron la Iglesia en las últimas décadas, fue uno de los articuladores de la agenda ambiental y social del Vaticano y conoce las zonas grises de la maquinaria eclesiástica. Durante la entrevista, su diagnóstico se muestra directo y apunta tanto a la proyección internacional del Vaticano como a los puntos débiles que persisten en su estructura. “Muchos en Argentina no entendieron quién era Francisco. Tampoco están entendiendo quién es este nuevo Papa. No hay ruptura. Hay otra personalidad. Hay otro modo. Pero no hay una discontinuidad en lo esencial”, afirma el obispo argentino, que durante más de dos décadas intervino en los debates centrales que definieron la agenda contemporánea de la Iglesia.
Desmiente la idea de una restauración conservadora y sitúa el legado de Francisco en el desarrollo de nuevos temas. “Francisco nunca rompió con la tradición. Nunca dijo que iba a hacerlo. Él decía: ‘Soy hijo de la Iglesia’. Lo que hizo fue abrir campos nuevos. Nuevas urgencias. Algunos de esos temas los planteó por primera vez pero eso no es ruptura, es desarrollo”, dice Sánchez Sorondo.
Uno de esos ejes claves es la defensa del ambiente. La encíclica Laudato Si’, publicada en 2015, se apoyó en el trabajo científico y en el debate interdisciplinar sostenido por la Academia. Sánchez Sorondo insiste en que la preocupación ecológica no surgió por motivos políticos o presiones externas, sino como un reclamo concreto al interior de la Iglesia. “Nosotros veníamos trabajando el tema desde 1998. Francisco lo tomó y lo transformó en un documento histórico. Laudato Si’ fue la primera encíclica dedicada íntegramente al ambiente. No por razones políticas, sino porque destruir el planeta es destruir la creación, es ir contra Dios. No es una opción: es una responsabilidad teológica”, señala.
Consciente de los intentos de reducir la ecología a una consigna ideológica, Sánchez Sorondo rechaza esas lecturas y afirma: “Hay gente que quiere discutir si esto es izquierda o derecha. Esto no es ideología. Es magisterio. La defensa del planeta no es un invento progresista, es una obligación religiosa.” Y enfatiza: “Si destruimos este mundo, no queda Iglesia.” Ve en el compromiso ambiental una necesidad impostergable que la Iglesia debe sostener como parte de su misión primordial, no como un gesto de época. “Laudato Si’ fue posible porque la Iglesia se abrió a escuchar a los científicos. No siguió una agenda partidaria, sino la obligación de defender la creación.”
Sánchez Sorondo muestra frustración con la falta de continuidad sobre estos temas. “Desde que me fui de la Academia, el tema desapareció. Nadie lo retomó. Ni en la Academia, ni en los dicasterios, ni entre los cardenales. Nadie. Lo que dejó instalado Francisco no fue continuado. Y eso el Papa lo sabe”, sostiene, subrayando una de las principales deudas del Vaticano actual en la gestión ambiental.
A esa preocupación se suma la lucha contra la esclavitud moderna. Para Sánchez Sorondo, Francisco colocó el combate a la trata, el trabajo forzado y la prostitución en el centro de su agenda social, confiándole ese desafío de forma personal al inicio de su pontificado. “Me escribió de puño y letra, en un sobre, la semana en que asumió: ‘Quiero que te ocupes de las nuevas formas de esclavitud: trabajo forzado, prostitución y tráfico’. Eso no lo había hecho ningún otro Papa.” De ese compromiso nació Metanoia, un refugio en Baton Rouge, Luisiana, destinado a adolescentes víctimas de explotación sexual, en su mayoría sobrevivientes de abusos familiares. “Es un crimen silencioso y nadie está haciendo nada. Espero que León XIV retome este tema”.
Para el nuevo papado, Sánchez Sorondo prevé una continuidad formal, sin dramatismo ni promesas de apertura. Percibe diferencias de estilo y gestos institucionales, como el uso de la estola de San Pedro y San Pablo por parte de León XIV, pero insiste en que el marco general se mantiene. La gestión administrativa quizá incremente la presencia de mujeres en cargos de gestión, pero no habrá cambios fundamentales en temas como el ministerio femenino. “Francisco hizo estudiar tres veces el tema del diaconado femenino. Y siempre salió que no. Este Papa no va a modificar eso. Puede haber nombramientos administrativos, en áreas de gestión, pero no va a haber ministerios ni sacramentos. Eso está cerrado”.
El método electivo que llevó a León XIV al trono de Pedro también despierta comentarios entre quienes conocen de cerca las internas eclesiásticas. Sánchez Sorondo destaca la eficiencia y el consenso de la elección: “Donde 133 cardenales lograron acuerdo sin grietas ni bloqueos, eso no pasa seguido. No hubo aparato, no era el favorito de nadie, pero la elección se resolvió rápido. Eso le da fuerza para gobernar.”
Para Sánchez Sorondo, el futuro de la Iglesia depende de sostener su compromiso ambiental y social como ejes centrales, no como banderas coyunturales. “La defensa del planeta y el combate a la trata de personas no se entienden como causas ajenas al credo. Son, al contrario, la base de una teología que pone a la creación, la dignidad humana y el bien común en el centro”, concluye, convencido de que la continuidad de esos principios es la clave para el horizonte actual y próximo del catolicismo.