“Ella no lo sabe todavía, pero el destino dentro de poco dará un giro hermoso y estarán a salvo. Saldrán adelante y serán felices”. Con esas palabras, Mónica Ayos evocó el momento en el que logró escapar junto a su hijo de una relación marcada por el abuso. Violencia de género, supervivencia y maternidad se entrelazan en el testimonio de la actriz, quien a los 19 años enfrentó una de las etapas más difíciles de su vida.

En diálogo con Teleshow, la actriz radicada en México con su pareja Diego Olivera, contó cómo la visita reciente de sus hijos removió de alguna manera aquel pasado: “Me topé con mi video entre algunas cosas de la compu vieja y como justo volvimos a estar los cuatro con Fede y Victoria me puse más sensible y agradecida a la vida”, explicó. Ayos destacó que sus hijos de 33 y 21 años viven solos y a cierta distancia, por eso el reencuentro activó alguna fibra especial.

Los hechos se remontan a la Mónica todavía adolescente, que se mudó a Chile tras conocer a Mario, un coreógrafo que la deslumbró por su talento en la danza. “Cuando estaba sobrio, era una persona maravillosa, pero era muy depresivo y las drogas lo llevaron a ponerse agresivo”, relató en más de una oportunidad. La relación, atravesada por el amor y la esperanza de formar una familia, pronto se tornó insostenible. “Era una situación muy enferma porque había amor y teníamos un hijo juntos. Yo soñaba con esa familia y él hacía un esfuerzo muy grande por ser mejor, pero no pudo. Yo creí que podía salvarlo y que iba a cambiar, pero no pude”, expresó la actriz, quien intervino en tres intentos de suicidio de su pareja durante los años que compartieron.

“Recibí muchas golpizas durante el embarazo, pensé que podía perderlo, no tenía cobertura médica, fue un parto difícil y estuve internada mucho tiempo», contó sobre el momento en el que esperaba a su primer hijo, en el año 92. Dijo que no tenía a quién recurrir, porque sus padres estaban de gira, además de que no quería preocuparlos, ya que por esos meses había muerto su medio hermano.

Mónica Ayos junto con su hijo Federico (@monicaayos)

La violencia física se volvió cotidiana. “Me daba patadas en la cabeza, en la nuca, me agarraba como si fuera una pelota de fútbol”, describió. Estos episodios ocurrían cuando Mario consumía drogas y alcohol, agravando la situación de vulnerabilidad de Ayos y su hijo recién nacido, Federico.

El relato alcanzó su punto más doloroso cuando la actriz narró la agresión sexual sufrida tras una cesárea complicada: “Fue a dos días de estar en casa. El médico me había dicho que tuviera cuidado porque mi útero estaba mal, él me violó, no se cuidó. Sabíamos que no podía quedar embarazada, que mi útero podía estallar, que era algo muy peligroso, que si quedaba había que hacer un raspaje por protocolo».

A pesar de realizar denuncias policiales, el miedo la llevó a desistir y dejar sin efecto las acusaciones. La situación cambió cuando, tras una golpiza mientras amamantaba a Federico, un zapato arrojado impactó primero en su nariz y luego en la cabeza del bebé, que tenía apenas unos meses. “Su nacimiento fue lo que me dio fuerzas para salir de esa situación de miedo que tenía permanentemente”, explicó. El episodio ocurrió en Buenos Aires, adonde se habían trasladado porque Ayos quería que su hijo naciera en la Argentina.

Federico junto con su madre, Mónica Ayos

Ese día, la actriz decidió pedir ayuda a su mejor amiga para que se llevara a Federico. “Una cosa es que uno se exponga y era mi problema, mi miedo, el círculo del que no salís, pero de repente dije ‘Acá hay una persona que yo traje al mundo y que depende de mí, de mi seguridad’”, reflexionó.

“Mi amiga se fue en pantuflas con Fede, lo dejó con su mamá, y volvió a mi casa con la policía. En ese ínterin, él ya había amenazado con un cuchillo a un vecino, que había tocado timbre para ver qué pasaba». El hombre la amenazó a ella también, por lo que cuando los efectivos indagaron en el asunto, ella les dijo que no pasaba nada.

Pero aquella noche, sabía que todo debía tener un final. Ayos acudió a la casa de su abuela y le solicitó dinero para comprar un pasaje de ida. “Mi abuela no me preguntó nada y me dio la plata. Volví a mi casa e hice una actuación digna de un premio Oscar”, relató sobre la estrategia que ideó para alejar a Mario: le hizo creer que le regalaba un viaje a Chile para visitar a sus padres, argumentando que estaba estresado.

Mónica Ayos junto con Diego Olivera y sus hijos, Federico y Victoria

En el aeropuerto de Ezeiza, la actriz le reveló la verdad: “Quiero que sepas que toda mi familia sabe lo que me hiciste, que no podés volver y que no tenés pasaje de vuelta”. Ambos se despidieron entre lágrimas, conscientes de que no volverían a verse.

La experiencia dejó una huella profunda en la intérprete, quien atribuye su fortaleza actual a lo vivido. “Se lo debo a la fuerza que adquirís cuando la injusticia te toca la puerta todos los días y vos decís ‘¿Qué mier… está pasando? ¿Por qué este karma?’ Y no es este karma, es que tenés la autoestima baja y hay una persona que se cree más fuerte. Más allá de que él me llevaba 20 centímetros”, analizó.

La actriz subrayó el papel de Federico como motor de su decisión: “Yo siempre creí que había una luz en esa oscuridad total y eso fue Federico en mi vida. Porque cuando te lleva puesto a vos, o a tu hijo, empezás a darte cuenta de que hay que parar. ‘Lamento mucho tener que criar sola a mi hijo, pero lo voy a alejar del peligro y vos sos un peligro’. Él lo sabía, hacía un mea culpa, pero fue más fuerte que él. No hay que justificar ese tipo de cosas, hay que alejarse. Hay que denunciar”.

Tras la separación, Mario dejó cartas dirigidas a Ayos y a su hijo, pidiendo perdón. Poco después, se suicidó.