El canciller alemán y líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, asiste a una declaración tras las conversaciones del comité de coalición en Berlín, Alemania, el 3 de septiembre de 2025 (REUTERS/Fabrizio Bensch)

El canciller alemán Friedrich Merz intentó este miércoles recomponer la relación con sus socios socialdemócratas tras semanas de choques públicos sobre el presupuesto y el futuro del Estado de bienestar. En una conferencia de prensa en Berlín, acompañado por el vicecanciller Lars Klingbeil y la ministra de Trabajo Baerbel Bas, el líder democristiano buscó transmitir unidad en un gobierno bajo presión por un déficit creciente.

Merz insistió en que su objetivo no es eliminar el sistema social, sino garantizar su sostenibilidad. “No queremos borrar el Estado de bienestar, ni abolirlo. Pero queremos preservar lo esencial, y eso obliga a reformarlo”, declaró el canciller en Berlín. El mensaje buscaba calmar las tensiones con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), que ha cuestionado los planes de ajuste y advierte que cualquier cambio debe proteger a los hogares más vulnerables y no recaer únicamente en la clase media.

Las diferencias se hicieron visibles en torno a los ingresos fiscales. Klingbeil planteó la posibilidad de aumentar los impuestos a los tramos más altos, una medida que Merz rechazó de inmediato. El debate refleja la tensión sobre cómo cubrir un déficit que, según las proyecciones oficiales, alcanzará los 30.000 millones de euros en 2027.

Pero la historia no comienza aquí: en marzo, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), su aliada bávara la Unión Social Cristiana (CSU) y el SPD aprobaron una reforma histórica. Modificaron la “Schuldenbremse” —el límite constitucional de endeudamiento— para permitir un fondo especial de 500 mil millones de euros destinado a infraestructura y defensa, además de excluir del tope los gastos militares que superen el 1 % del PIB. Fue un giro llamativo para Merz, que en campaña había prometido mantener la disciplina fiscal sin excepciones.

Foto de archivo del canciller alemán Friedrich Merz en un evento en Bonn August 30, 2025 (REUTERS/Thilo Schmuelgen)

El voto parlamentario fue contundente: 512 a favor, 206 en contra. El detalle: lo hicieron en el Bundestag saliente para evitar el boicot de la AfD y Die Linke, que desde el próximo ciclo tendrían poder de bloqueo. Todo esto mientras el reloj corría—el nuevo Bundestag asumía en marzo y el margen se cerraba rápido.

La coalición que Merz formó con el SPD en abril incluyó el paquete fiscal aprobado en el Parlamento y una serie de compromisos adicionales: medidas de estímulo económico, programas de eficiencia energética, la creación de un ministerio digital, un incremento del salario mínimo y una reducción de la burocracia estatal. La dificultad ahora es convertir esas promesas en políticas concretas en un contexto de tensiones internas y de creciente presión sobre las cuentas públicas.

El contexto político añade presión. La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) gana terreno en las encuestas y se consolida como un factor de inestabilidad. El propio canciller asumió el cargo con una mayoría muy ajustada en el Bundestag —325 votos, apenas nueve por encima del mínimo requerido de 316, según The Guardian. Esa estrecha base parlamentaria vuelve más vulnerables a la coalición los desacuerdos internos y limita su margen de maniobra.

En ese marco, el choque sobre el presupuesto pasó de ser discusión técnica a batalla simbólica: Merz necesita mostrar que no destruye el Estado de bienestar, y el SPD exige garantías para la clase media y baja. Klingbeil y Bas abrazan esa narrativa moderada, aunque cada uno la empaqueta a su gusto.

El giro también es significativo en términos de política fiscal. Un gobierno que llegó al poder con la promesa de respetar la disciplina presupuestaria ha terminado aceptando excepciones de gran escala para financiar infraestructura y fortalecer la defensa.

En la conferencia, Merz aseguró que espera un “rápido acuerdo” dentro de la coalición para nominar a un nuevo juez del Tribunal Constitucional y que la votación pueda realizarse “pronto”. La declaración buscó transmitir que, al menos en este punto, el gobierno mantiene capacidad de entendimiento tras semanas de tensiones.

Alemania avanza con un gobierno que camina sobre terreno inestable, donde cada compromiso se vuelve provisional y cada promesa fiscal depende de equilibrios frágiles. Merz asegura que habrá un acuerdo “dentro del año”. El tiempo dirá si la coalición logra transformar esa expectativa en una ruta clara antes de que el déficit se imponga como única verdad.