
Un gesto para unir dos continentes, dos mundos, que alguna vez fueron uno. Un gesto, a través del cual la artista argentina Marcela Cabutti se erige como un puente entre la ciencia y el arte, utilizando la memoria geológica y la creatividad, para reflexionar sobre la separación y la posibilidad de reencuentro entre territorios y culturas que alguna vez compartieron un mismo suelo.
Como parte de una extensa investigación material y geológica, cuya primera parte se presentó en La piedra que predice en el Centro Cultural Borges, Cabutti (La Plata, 1967) se lanzó más allá del mar hasta llegar al Origins Centre de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, donde presenta la muestra Nuestros Continentes Errantes, como parte de Bienalsur, para proponer una exploración sobre la antigua conexión entre Sudamérica y África.
El proyecto, curado por Clarisa Appendino y Tammy Hodgsfiiss, se inspira en la hipótesis de la deriva continental, una teoría que sostiene que los continentes actuales estuvieron alguna vez unidos en un solo supercontinente.
La investigación artística se apoya en los trabajos del geólogo sudafricano Alexander du Toit de 1937 y en las revisiones realizadas por el argentino Dalla Salda en los años 80, quienes desarrollaron parte de sus investigaciones en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata, institución con la que la artista mantiene un vínculo desde hace más de dos décadas.

“Siguiendo los pasos de los geólogos que dataron las piedras y que confirmaron toda esta unión ígnea entre América del Sur y África, me asesoré con la gente de la Universidad de Uruguay y armé un recorrido geológico por Namibia, particularmente”, dijo Cabutti a Infobae Cultura, en una conversación más allá del mar.
Dalla Salda realizó dataciones de rocas en las Sierras de Balcarce (provincia de Buenos Aires) y en los ríos Orange y Fish en Namibia, con el objetivo de demostrar el origen común entre el cratón del Río de La Plata —una antigua formación geológica que abarca Buenos Aires, Entre Ríos, la isla Martín García, parte de Uruguay y Brasil— y el cratón africano. Estas estructuras formaron parte de los cimientos de Pangea y Gondwana, supercontinentes que existieron hace millones de años y que constituyen algunos de los fragmentos más antiguos de la corteza terrestre.
“En la década del 80, todo un grupo de geólogos argentinos estuvo trabajando y viviendo en Namibia durante muchísimos años. Porque realmente en ese momento es que se confirma qué sitios en Argentina fueron los que originaron todo este proceso tectónico de Pangea, de Gondwana”, dijo.

El viaje, lejos de ser solo un desplazamiento físico, se transformó en una búsqueda de conexiones profundas entre continentes. “Me paro en una costa y saludo haciendo como una triangulación de saludos, como si mi cuerpo pudiera unir los territorios”, relató, sobre esta acción performática que entiende como un gesto de unión simbólica, reforzado por la elección de vestimenta y objetos que remiten a la historia compartida de ambos continentes.
Esto puede observarse en la serie De los Saludos. (El mismo Horizonte) (2025), que consiste en fotografías tomadas desde las costas de Argentina, Uruguay y Namibia, lugares donde el horizonte coincide entre los dos continentes.
La propuesta de Cabutti no se limita a la geología, sino que utiliza la noción de “deriva” para reflexionar sobre las separaciones territoriales y humanas. La artista busca, a través de su obra, imaginar gestos que permitan “unir y reencontrarse antes de que sea demasiado tarde”. En sus palabras, la idea de las derivas “también aborda las crisis de la naturaleza, la geología y la educación a través del arte”.

Cabutti recorrió Namibia junto a un guía, “cuyo nombre significaba el que traía los dioses”, a partir del cual no sólo recorrió formaciones, sino que pudo adentrarse en una historia que fue reconfigurando su trabajo: “Namibia fue hasta hace cuarenta años colonia de Sudáfrica y se independizaron con movimientos revolucionarios, que tuvo el apoyo de China, Rusia, estuvo Fidel, el Che, cuando anduvo por Angola, y se armaban como esa formación de grupos revolucionarios”.
La artista también destacó la figura de Mandela como símbolo de reconciliación, quien “política e históricamente logra unir no solamente Sudáfrica, sino al continente, al poner en su declaración de independencia que hay que olvidar las diferencias, que hay que lograr la paz”.
Entre las piezas presentadas destaca Sombras de agua (2025), una instalación de siluetas en madera recortadas digitalmente que representan la dorsal del océano Atlántico y la plataforma continental argentina, cubiertas con tierras de Sudamérica y África y realzadas por la luz de seis linternas.

En Ejercicios de acercamiento (Pangea/Gondwana: América del Sur/África) (2024-2025), une piedras cortadas del Cratón del Río de La Plata y del Cratón de Kalahari mediante elásticos de colores, simbolizando la antigua unión y la actual distancia entre ambos continentes.
En Latido de Piedras III SONOCARDIOGRAMAS (2025) utiliza tecnología desarrollada por el grupo de Sistemas Complejos bajo la dirección de la doctora Isabel Irurzun del Centro de Simulaciones Computacionales para Aplicaciones Tecnológicas del Conicet, a partir de una grabación realizada en una cantera de Balcarce, en la que se obtuvieron imágenes digitales que reflejan el “latido” de la tierra.
La secuencia sonora inicia con el canto de pájaros, interrumpido abruptamente por la explosión de dinamita y el derrumbe de 15.000 toneladas de granito, para luego retornar al sonido de las aves. La grabación, sin edición, dura menos de dos minutos, tiempo suficiente para registrar el colapso de una estructura geológica de 2.200 millones de años.

Por otro lado, un homenaje a Joaquín Torres García se materializa en Nuestro Norte es nuestro Sur (2025), una serie de fotografías de esferas de cristal que invierten los paisajes costeros.
En Fusión Ígnea (2025), Cabutti crea piedras de hielo a partir de moldes de rocas provenientes de Argentina, Uruguay, Namibia y Sudáfrica, dispuestas en un cajón de arena, mientras que en una colaboración con el Bureau Des Sens Enzo Barrau da lugar a Perfume–Gondwánico (2025), una edición limitada de 20 unidades que fue modelado artesanalmente y decorado con detalles florales en metal fundido, utilizando moldes de rocas de los cuatro países mencionados.
La fragancia combina especies endémicas de América, como Colletia Paradoxa y flores patagónicas, con la africana Protea Cynaroides, unidas por notas marinas de algas acuáticas que simbolizan el océano Atlántico: “El perfume es parte, es un elemento importante de la muestra, porque la idea es que cuando vos te lo ponés en la piel, unís de alguna manera los continentes”.
En la obra Paisaje cartográfico (2025) se cuestiona la proyección de Mercator, el mapa mundial más difundido desde el siglo XVI, que distorsiona el tamaño real de África. La iniciativa Equal Maps desde 2018 busca corregir esta representación y “dar a África el lugar que le corresponde en el escenario mundial”.

“Hay todo un movimiento en África, para que los mapas realmente representen se verdadero tamaño, ya que siempre la hicieron chiquitita. Todo este movimiento, que se llaman mapas igualitarios, tiene que ver con que los chicos se sientan identificados, que entiendan como identidad, que en su país entra Japón, Estados Unidos, etcétera”, relató.
Desde su abordaje, la artista utiliza dibujos basados en mapas históricos de Sudáfrica, archivos argentinos y colecciones internacionales, mientras en las vitrinas se exponen fotografías impresas de archivos y ediciones personales, provenientes de instituciones como el The African Rock Art Digital Archive, el Segemar Servicio Geológico Minero Argentino, la David Rumsey Map Collection y el Museo de Ciencias Naturales de La Universidad de La Plata.
Durante su recorrido por Namibia, la artista descubrió los primeros mapas grabados en piedra por los pueblos originarios, que sin dudas abrirá nuevos acercamientos en este trabajo con la piedra y la historia: “Tuve la suerte de ir a un par de sitios en Namibia, donde aparecen esas representaciones. Esos mapas servían para volver a los lugares, para avisarles a los que venían que había peligro o qué animales había para cazar. Y fundamentalmente dónde estaban los pozos de agua”.
En Ruta de piedra (2025), una serie de cuatro ejemplares editados por Tercera Persona y encuadernados a mano, la artista presenta piedras naturales ilustradas y montadas sobre tela, con dibujos en ocho secciones. Cuatro de estas piezas serán donadas a instituciones de Sudáfrica, Uruguay, Brasil y Argentina, mientras que la central quedará como testigo en la colección de la artista.

Y en la escultura Flores de bosta (2025) utiliza un caballito fundido en plomo y flores en níquel plateado y dorado para aludir a los recursos mineros explotados por las colonias y al plomo de las municiones utilizadas en las Guerras Bóer.
“Los caballos, que eran doscientos mil de origen estadounidense, llegan acá en invierno y necesitan comida y le terminan comprando el forraje a Julio A. Roca. En la comida van las semillas de la flor Cosmos y cuando los caballos cagan empiezan a dispersar las semillas y entonces hasta el día de hoy hay flores endémicas de nuestro país en el paisaje local”, contó.
El proyecto, finalmente, incorpora referencias al arte correo, una práctica iniciada en los años 60 que promueve el intercambio de objetos entre artistas de todo el mundo. En La Plata, la figura de Edgardo Vigo fue fundamental para el desarrollo de esta manifestación, y la artista recupera este modo de comunicación a distancia en su colaboración con el Origins Centre.