Le decían “El pionero”. Y Luis Ventura, conocido por su rol central en el mundo del espectáculo, lo reafirma. Recuerda con afecto al fallecido periodista Lucho Avilés, y subraya que fue “el pionero del chimento en Argentina”. Este aniversario de la partida de Avilés sirve como pretexto para que Ventura reflexione sobre el legado del hombre que, según él, “no era ningún boludo” a pesar de sus detractores.
En un diálogo cálido y nostálgico mantenido con Teleshow, Ventura evoca los tiempos compartidos con Avilés, describiéndolo como un individuo de enorme cultura, “elegante, siempre bien vestido”, y que solía dedicarse a actividades tan distinguidas como jugar al ajedrez. “Fue el tipo que instaló el estilo de chimentos en el país”, comenta, reconociendo la influencia que tuvo en su propia trayectoria profesional.
La Relación de Luis Ventura con Lucho Avilés
—¿Quién fue Lucho Avilés para vos?
—Para mí, Lucho fue el tipo que inventó el chimento en el país. Un tipo muy culto, el pionero del género. Fue alguien a quien conocí bien, con el que trabajé y que me permitía reemplazarlo cuando se iba de vacaciones.
—¿Cómo influyó él en tu carrera?
— Me enseñó mucho; aprendí a manejar la multiplicidad de temas y personajes, y a mantener la vidriera que era Crónica. Fue una experiencia que me formó y me permitió conocer a otras figuras del periodismo, como Rial.
—¿Tenías una relación cercana con él fuera del trabajo?
—Uno de los recuerdos más gratos era jugar al ajedrez con él fuera de horario. Era un gran ajedrecista, algo que no mucha gente sabía. Además de ser un gran periodista, era un gran hombre.
La Controversia y Legado de Lucho Avilés
—¿Por qué creés que Lucho Avilés tenía tantos detractores?
—Muchas veces se metía en la vida privada de las personas, es un género complicado. Este tipo de periodismo no se puede hacer en cualquier lado; en lugares como Paraguay, las consecuencias podían ser serias.
—Y a pesar de eso, su estilo se volvió muy natural en Argentina, ¿no es cierto?
—Sí, con el tiempo se naturalizó mucho, como en España o en México. Este estilo se volvió parte de la cultura mediática en estos lugares también.
—¿Qué te gustaba de su estilo personal?
—Lucho era muy culto, sabía de historia, y no era ningún firulete como pensaban algunos. Siempre estaba bien vestido, con buenos autos. De él aprendí mucho sobre manejar la apariencia en este medio.
—¿Y había algo que no te gustara de él?
—Cuando se ensañaba o se pasaba de la raya. Hubo momentos en que eso le trajo problemas, como cuando tuvo conflictos con Jorge Jacobson.
La Huella de Lucho Avilés en el ámbito periodístico
—¿Por qué considerás a Lucho Avilés como el pionero del chimento en Argentina?
—Porque fue quien instaló y legitimó el género en el país. Antes de Lucho, no había nadie con su nivel haciendo este tipo de periodismo.
—Algunos mencionan a otras figuras, como la tía Valentina. ¿Qué opinás de eso?
—La diferencia es que Lucho tenía un nivel que los demás no alcanzaban. Fue un buen periodista y empresario. Incluso llegó a ser socio en la revista Pronto y tuvo otros emprendimientos junto a personalidades como Gerardo Sofovich.
—¿Cómo describirías su estilo y qué impacto creés que tuvo?
—Su estilo era único. Era muy culto, escribía bien y sabía manejar la historia. Este enfoque lo llevó a destacar. A pesar de las críticas, dejó una marca indeleble en el periodismo de espectáculos en Argentina.
Intento de Homenaje en APTRA
—¿Intentaste alguna vez hacerle un homenaje a Lucho en APTRA?
—Sí, en mi segunda gestión lo intenté. Aunque él se había ido mal, quise reivindicar su legado.
—¿Qué pasó exactamente cuando se propuso hacerle un homenaje?
—Él había formado parte de APTRA, pero al perder las elecciones con su lista, denunció fraude y se fue. Cuando quise que lo reivindicaran, organizamos una votación durante un asado, pero perdió por dos votos debido a un discurso de una socia que lo odiaba.
—¿Creés que todavía hay rencores dentro de la entidad hacia él?
—Es posible. A veces, las cicatrices del pasado son difíciles de sanar, pero su contribución al periodismo sigue siendo innegable.
El sábado 8 de junio de 2019, Lucho Avilés falleció a los 81 años tras sufrir un infarto masivo mientras almorzaba con amigos en la Asociación Argentina de Caza y Conservacionismo, en el barrio porteño de Belgrano.
El periodista y conductor uruguayo-argentino había superado más de 30 intervenciones quirúrgicas a lo largo de su vida, incluidas operaciones de pulmón, corazón e intestino. Apenas tres semanas antes de su muerte, una caída en la calle le provocó la fractura de dos costillas, aunque la recuperación había sido favorable. A seis años de su partida, su legado en el periodismo de espectáculos y el formato de “chimentos” sigue vigente en la televisión argentina.
Su historia
Luis César Avilés Volante nació el 30 de abril de 1938 en Uruguay y fue el menor de cuatro hermanos. En su libro autobiográfico, el propio Avilés relató la influencia de su familia en su infancia, destacando el rol de su hermana Marta, a quien la familia llamaba Nené, como una figura materna que lo acompañó y cuidó durante sus primeros años. Su hermano Coco, por su parte, dedicó su vida a la Marina tras ingresar a la Escuela Naval siendo muy joven.
La familia Avilés atravesó la infancia de Lucho en un ambiente de afecto y disciplina, donde la lectura ocupó un lugar central. El periodista recordaba cómo sus hermanas lo incentivaron a leer todos los libros de la biblioteca familiar para canalizar su curiosidad, lo que lo llevó a descubrir obras como Hamlet de William Shakespeare y, posteriormente, textos de Alejandro Casona, Federico García Lorca y Florencio Sánchez. Avilés sostenía que la lectura fue su mejor escuela para aprender a redactar correctamente.
Cuando Lucho Avilés tenía 24 años y ya era un éxito, decidió abandonar la carrera de Derecho y dedicarse de lleno a la televisión y la producción. En esa etapa, fundó una productora que lanzó programas como Temas del mundo de hoy y Yo acuso, este último inspirado en el célebre artículo de Émile Zola en defensa del capitán Dreyfus.
Para conducir Yo acuso, Avilés convocó a un joven Eduardo Galeano, quien, según relató el propio Avilés en su libro, ya había sido secretario de redacción del semanario Marcha a los 17 años y se destacaba por su capacidad intelectual y valentía para debatir con invitados de peso.
En 1965, Héctor Ricardo García lo contrató para redactar las contratapas del diario Crónica en Buenos Aires, replicando la labor que había realizado en El País de Montevideo.
Su mudanza a la capital argentina estuvo motivada también por su relación con la actriz Inés Moreno, a quien había conocido en Uruguay y con quien convivió durante 12 años. Avilés se instaló en un departamento en el barrio de Recoleta, propiedad del actor Carlos Estrada, y comenzó a forjar su historia en la ciudad que, según sus propias palabras, se transformó en su refugio definitivo.
El desembarco de Avilés en la televisión argentina se produjo en 1969, cuando Pinky le ofreció un espacio en su programa Feminísima.
Luego participó en El juicio del gato por Canal 13, junto a su amigo Víctor Sueiro. En ese ciclo, Avilés interpretaba al fiscal y Sueiro al defensor, lo que les valió el premio Martín Fierro al mejor programa de entretenimiento. Más adelante, condujo Radiolandia en televisión y, en 1988, Astros y estrellas.
El punto de inflexión en su carrera llegó en 1990 con el lanzamiento de Indiscreciones, un ciclo que, transformó el periodismo de espectáculos en un show de “chimentos” y secretos de alcoba.
El programa, que comenzó en Telefe y luego pasó a Canal 9 y ATC, se mantuvo al aire durante una década y alcanzó niveles de audiencia que no han sido superados por otros formatos similares. En 2017, Indiscreciones tuvo un breve regreso en la pantalla de CN23. Durante su etapa en Indiscreciones, Avilés trabajó junto a figuras que luego se consolidaron en el medio, como Susana Fontana, Adriana Salgueiro, Jorge Rial, Marcela Berbari, Alejandra Pradón, Marcela Tauro, Marcelo Teto Medina, Marisa Brel, Marcelo Polino, Raquel Mancini, Marixa Balli, Daniel Gómez Rinaldi, Alejandra Rubio y Beatriz Salomón. El ciclo se convirtió en un semillero de periodistas y personalidades del espectáculo.
Tras su muerte, colegas y excompañeros lo recordaron con afecto y respeto. Jorge Rial expresó: “No lo puedo creer. Fue un maestro. Más allá de chicanas y desencuentros. Me enseñó mucho. Me dio la primera oportunidad en la tele. Un cabrón querible”. Por su parte, Susana Roccasalvo le agradeció haberle enseñado “cómo se hace el periodismo de espectáculos”.
El legado de Lucho Avilés permanece en la memoria de la televisión argentina como el hombre que convirtió el “chimento” en un espectáculo propio, abriendo el camino para nuevas generaciones de periodistas y conductores en el mundo del espectáculo.