“Aquí era mi casa y no sobró nada”. La voz de Edamir Gades, de 61 años, resuena entre los escombros en el pequeño municipio de Río Bonito do Iguaçu, en el sur de Brasil, donde un tornado azotó la zona el viernes y dejó cientos de viviendas destruidas.
Como Gades, casi mil personas permanecen alojadas en refugios, sin saber cuándo podrán reconstruir lo perdido.
El paso del tornado, que alcanzó vientos de hasta 250 kilómetros por hora, dejó a cientos de familias sin hogar ni pertenencias. “Solo quedó esa cama. Todo lo demás desapareció, y ni techo tengo ya”, declaró Gades en declaraciones recogidas por la agencia EFE.
“En un minuto derribó todo. Con mi edad nunca vi una tempestad como esa”, expresó José Filho, jubilado, en diálogo con los reporteros de la agencia.
La cifra oficial difundida por la Defensa Civil local ascendió a seis muertos y más de 800 heridos. El 90% de las construcciones resultó destruido.
El escenario posterior al fenómeno incluyó casas derrumbadas, postes eléctricos caídos y calles plagadas de restos. “No sé calcular el valor de lo que perdimos. Tenemos que empezar de cero”, explicó Gades.
En los refugios habilitados en Laranjeiras do Sul, las familias que permanecen en escuelas y gimnasios aún relatan el temor tras la tragedia.
Susseane Somali, ama de casa, resume la magnitud de la pérdida: “Perdimos todo en la casa. Nos llevó toda la vida construirla; no sé cuánto nos va a llevar volver a levantarla”, dijo con la voz quebrada.
Somali relató los minutos de terror cuando, tras recoger a su hijo en la escuela y llegar a su domicilio, sintió el fuerte vendaval.
“No nos dio tiempo de nada, cubrimos a los niños con el cuerpo en la sala y todo empezó a caerse encima”, agregó.
“Vi a una vecina salir volando por el viento cerca de 50 metros. Ahora está grave en terapia intensiva. Una niña voló cien metros”, aseguró otro vecino identificado como José Filho.
Lourdes dos Santos se encontraba hablando por teléfono cuando escuchó el estruendo. Interrumpió la llamada para tomar su biblia, pero no logró abrirla antes de que el techo colapsara. Para salvarse, se ocultó bajo la mesa del comedor.
“Vi dos vientos en sentidos contrarios chocar y arrancar un árbol detrás de la casa, y le agradecí a Dios que la vivienda no fuera arrancada”, relató.
Rosane Correa Teixeira, monja de la Congregación Hermanas de San José, recordó que intentó cortar la energía antes de que el viento violentara su vivienda.
“La puerta de la casa salió volando y el techo comenzó a desmoronarse. Empezaron a volar ramas, tejas, tanques de agua. Fue aterrador. Parecía que todo iba a caer”.
Teixeira explicó a EFE que buscó refugio detrás de una pared, mientras escuchaba vidrios estallar y sentía que la casa entera se desmoronaba: “Fueron momentos de mucho terror. Parecía que era una guerra. Fue horrible”, describió.
Las autoridades locales pusieron en marcha este domingo los primeros trabajos de reconstrucción en Río Bonito do Iguaçu.
“Está todo en el piso, pero ya pasamos por la parte difícil y ahora es el momento de la reconstrucción”, declaró el alcalde, Sezar Augusto Bovino.
Anunció que se completó la búsqueda y rescate de víctimas y, tras descartar personas desaparecidas, los esfuerzos se focalizan en volver a poner en pie la ciudad.
El tornado, asociado a la presencia de un ciclón extratropical, ocasionó daños en 704 inmuebles, arrancó árboles, postes de energía eléctrica y volcó vehículos en pocos minutos. De acuerdo con la Defensa Civil, la emergencia afectó a unas 13.000 personas distribuidas en 14 municipios del sur de Brasil. Cerca de 1.000 residentes quedaron sin hogar y permanecen en refugios temporales.
La gobernación de Paraná restableció parcialmente la energía eléctrica, alcanzando al 49 % de la población, y avanza en la reparación del acceso al agua y al servicio de internet. Ingenieros de la gobernación y del gobierno federal revisan las estructuras dañadas para determinar cuáles deben ser demolidas de manera completa antes de la reconstrucción.
El secretario de Seguridad Pública de Paraná, Hugson Teixeira, señaló que ya comenzó la reparación de escuelas y centros de salud, procesos que no requieren la verificación individual de damnificados. Por su parte, el gobernador Ratinho Junior anunció la disposición de recursos materiales y humanos y la presentación de un proyecto que permitirá que los fondos de emergencia lleguen directamente a los afectados.
“La idea es poder entregarle 50.000 reales (unos 9.380 dólares) a cada propietario que perdió su vivienda para que pueda reconstruirla”, manifestó.
Mientras tanto, cuadrillas equipadas con maquinaria pesada, aportada por municipios cercanos, limpian el municipio bajo la coordinación de la Defensa Civil. El coronel Fernando Schunig detalló que la prioridad es retirar los escombros y concluir la evaluación de daños para transferir rápidamente los recursos financieros necesarios para la reconstrucción.
(Con información de EFE)